jueves, noviembre 30, 2023

OSCAR REINARES


Yo tenía una idea completamente equivocada respecto a Oscar Reinares. Yo creía que era un tipo lento, pausado, una hormiguita de la arquitectura, un campeón en la devaluación del trabajo de arquitecto si el trabajo del arquitecto se valorase por horas..., y sin embargo, de la entrevista que le hice en el mes de noviembre del 2023 saqué la conclusión de que es, si no un sprinter, si al menos uno de esos corredores de velocidad que sale como una bala y que en los diez primeros metros ya te saca cinco (!). Cuando le planteas cualquier tema, cuando sacas cualquier obra a relucir, no se corta un pelo y dispara más rápido que un bandido del Oeste. Eso sí, pasado los diez primeros metros se para, se ríe de lo que ha dicho y dice: "yo no quiero líos, bastante tengo con mi trabajo...", se encoge de hombros, agacha la cabeza, o cabecea escéptico sobre el mundo que le rodea y vuelve a lo suyo: al trabajo ese de hormiguita que creíamos que era la cualidad que le definía. 


Aunque más que ese célebre insecto de la metáfora del buen trabajador, yo diría que Oscar Reinares es la viva imagen del buen discípulo, o... el reflejo fiel de su "maestro". Los que vivimos aquellas Jornadas de Intervención en el Patrimonio organizadas por Oscar Reinares y Javier Dulín a mediados de los noventa, no podremos olvidar nunca la mezcla de sabiduría y chifladura que representó una noche en Logroño el arquitecto Paco Alonso, con el que Oscar Reinares se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid y luego en su despacho. No hay más que ver cualquier vídeo reciente de los que corren en la red de Paco Alonso (por ejemplo éste mismo del 2018 sobre el oficio de arquitecto en Juan Borchers) para sorprenderse de la semejanza de pensamiento entre maestro y discípulo y hasta de la forma de hablar. Todo lo contrario de lo que me pasó a mí con Moneo, cuyas clases me fascinaron cuando tenía yo veinte años, y después no vi en su obra y en su amanerado hablar, otra cosa camelo, impostura y jesuitismo.

Café Noche y Día. Calle Bretón de los Herreros, Logroño

Tanta diferencia entre entrevistador y entrevistado no degeneró en enfrentamiento o distanciamiento, sino todo lo contrario. Con treinta años de menos, como decía un cantante castrista, me hubiera corrido... (más o menos lo que debió de pasar entre Oscar y Dulín después de ponerse a trabajar juntos en Logroño...), pero llegados a cierta edad, al menos en mi caso, la vida se empieza a mirar con otra perspectiva, hasta el punto de que en la entrevista que le hice a Oscar Reinares hubo algún momento en que pensé que era él quien me estaba entrevistando a mí y sacando más historias de mi vida profesional de las que yo le sacaba a él. Y es que excepto lo que me contó de sus trabajos cercanos a la arqueología en Contrebia Leucade,  Túnez, Valsaín, o Iruña Veleia, (interesantísimo todo, por cierto, y que daría para otro artículo sobre las conexiones entre la arquitectura y la arqueología), lo demás ya lo sabía yo por las publicaciones de los premios COAR o los Proyectar La Rioja: Rehabilitación de la casa de Fermín Alamo en la calle Hermanos Moroy,  Intervención en la venta de Piqueras, edificio de usos múltiples en San Andrés, consolidación del perímetro de la iglesia de Hormilla, Galería de Arte Martínez Glera también en la calle Hermanos Moroy, parque en Torrecilla en Cameros, Pabellón de Asprodema en La Portalada, etc.

rehabilitación casa Hermanos Moroy 2, 1999

edificio de usos múltiples en la Venta de Piqueras

parque San Lázaro, Torrecilla en Cameros, 2001

consolidación entorno de la iglesia de Hormilla

nave para Asprodema en el Polígono de la Portalada, 2002

Sobre su colaboración con Emilio Carreras en el bloque de viviendas de Cascajos del año 1996 (Guía de Arquitectura, vol II edificio (5)) no me contó nada especial, y sobre el Cascote (periodístico, le aclaro) que escribí yo respecto a la remodelación del Casino de Ortigosa, y que él no recordaba, se reafirmó en que la obra era de piedra e hicimos unas risas recordando las tardes que pasé yo en ese viejo casino en el año 72 o 73 reproduciendo las partidas de ajedrez de Fischer contra Karpov en aquel famoso campeonato del mundo que enfrentaba a las dos grandes superpotencias de la guerra fría. 

También sacamos a colación su colaboración con Nacho Quemada en la reconversión de una casa en San Asensio que había yo publicado en el blog de Casas Solariegas, ("muy amigo mío Nacho Quemada" me aclaró Oscar, para que yo dijera lo contrario de mi relación con él después del rifirafe sobre Alfonso Rojo, que me llevó a abandonar elhAll y el Colegio...) y también me recordó su intervención en el Palacio Salazar de Haro, (también anotada en el blog de las Solariegas) en que sacó a relucir sus primeros diez metros críticos a las obras previas de José Miguel León en la parte trasera el edificio, arquitecto a quien, por cierto, le había echado una mano, me dijo, en la redacción del proyecto de rehabilitación del Palacio del Espartero como Museo de La Rioja en el 2005, proyecto que como se sabe, no se llevó a cabo. Me aclaró eso sí, que el primer Noche y Día de la calle Bretón de los Herreros era tan suyo como de Dulín, aunque luego Dulín se quedara con la "franquicia" o con el cliente y hasta con el logotipo que inicialmente había sido idea suya. Pero en esa herida no quise hurgar, porque me consta que no ha cicatrizado. 

Me dio noticia de la reciente rehabilitación de dos casas colindantes y distintas situadas entre Bretón de los Herrero y la calle Laurel, que a diferencia de las intervenciones anexas de García-Pozuelo o Gonzalo y Torres, no han alterado para nada la imagen tradicional de dichas casas, por lo que su trabajo ha pasado practicamente desapercibido, lo que para él y para mí (en eso coincidimos) es motivo de orgullo profesional más que otra cosa. 


Otra coincidencia que descubrí tener con Oscar es la afición a la nieve y a las excursiones por el Pirineo, dándome mucha envidia por haber subido al Balaitous o  por tener un apartamento en Formigal para disfrutar de aquel entorno tan querido sin los apuros de los que vamos a días. Cuando le dije que Formigal era muy feo me sorprendió que me respondiese algo así como ¿y a mí qué...? Se ve que de vez en cuando se olvida de que es arquitecto e incluso... sprinter. 


De su obra teórica no hablamos apenas. Y me pena. Porque es seria y sensata. Accesibles por pdf en Dialnet hay un artículo suyo más bien teórico/histórico titulado "La Arqueología y el Arquitecto: la Restauración como Proceso Histórico" y otro más narrativo y documental en el que cuenta los excelentes trabajos de investigación en el Monasterio de Yuso llevados a cabo con un equipo multidisciplinar.

A colación salieron dos temas más. Sobre la atrocidad cometida en el Instituto Sagasta de Logroño, salimos los dos tan disparados que no sé quien ganó el duelo. Sobre su cabezonería en decir cada vez que tiene ocasión, que Pirro fue un gran arquitecto, le dije si conocía el grupo de viviendas que construyó entre la tradicional fachada al río con miradores del Casco Viejo de Nájera y el Najerilla, y me dijo que no. Ahí lo dejamos.

Como no le dan las horas, no ha participado nunca en tareas de gobierno en el COAR aunque yo le recuerdo una colaboración que tuvo conmigo cuando fui decano y le pedí que diera una charla sobre un viaje que hizo a Chandigarh a ver la obra de Le Corbu y de Kant. Recuerdo que vino de la India como  en éxtasis (¿nirvana?). Sobre la mesa tenía el catálogo de la obra de Balkrisna Doshi, el arquitecto hindú recientemente fallecido que ganó el Pritzker por ser tan buen discípulo de aquellos dos arquitectos occidentales mencionados que fueron por allí con sus mamotretos. "Tiene estos días una exposición en Madrid, no dejes de ir a verla" -me dijo- como si yo fuera un creyente aún de estas cosas de la Arquitectura Moderna. O de la arquitectura arquitectura, esa afición o más bien pasión encarnada por él, que consiste en detenerse y trabajar, trabajar y trabajar en la buena construcción que es el soporte y la base de la profesión y del oficio. Le menciono que los proyectos más minuciosos con los detalles de estructuras o instalaciones que yo haya visto por el Colegio fueron los de Ancín y Zaporta, pero apenas menciono sus nombres y salta de los tacos como un sprinter. Un fenómeno de la velocidad, este Oscar Reinares, a quien yo tenía por hombre lento. Un buen tipo que, al menos conmigo, ...mantuvo... el tipo, más allá de los primeros diez metros y se despidió diciéndome que volviera cuando quisiera para seguir hablando de arquitectura. 

jueves, noviembre 09, 2023

GASPAR ARAGÓN

 

Según iba o venía yo por la autopista a Haro estos últimos meses y veía enfundada de andamios la torre de la iglesia de Briones, imaginaba que sería otra de esas obras pagadas y organizadas desde Madrid, dirigidas por algún Manzano-Monins o algún otro arquitecto de la burocracia del Ministerio de Cultura (o como se llame ahora), y que poco me iba a importar a mí esa obra y el resultado. 


Pero cuando entrevistando a Gaspar Aragón en su despacho el lunes 30 de octubre de este año 2023, vi que tenía pinchados en la pared estos primorosos dibujos de la torre de Briones, y me dijo que él y sólo él era el arquitecto de las obras de restauración que se están llevando a cabo estos meses, me invadió una especie de euforia o de orgullo por ser su amigo, o por estar entrevistando a quien se estaba mirando cara a cara en las alturas de esos andamios con el mismísimo Martín de Beratúa, quien a mediados de siglo XVIII había levantado semejante candelabro de piedra a mayor gloria de Dios y de los hombres.  

- Esos alzados están hechos gracias a los drones -me dice Gaspar-, es una maravilla poder ver así la torre, medirla y dibujarla. 

A mí lo que me maravilla es que le hayan confiado la restauración de semejante monumento a un arquitecto modesto y de aquí, un arquitecto que ha llegado cerca de la edad de jubilación sin ningún reconocimiento institucional o periodístico (que es como decir lo mismo). Lo que me maravilla es el tesón que ha tenido Gaspar en sus convicciones profesionales para acabar subiendo tan alto. Porque como todo el mundo sabe (porque no me he cansado de escribirlo) yo soy un perfecto descreído de aquellas convicciones profesionales que hace cuarenta años seguramente compartía con el propio Gaspar... Pero bueno, empecemos por el principio.

Gaspar es de origen humilde. Me cuenta que sus primeros estudios los hizo en la Escuela de San Bernabé de Logroño, uno de los centros escolares más modestos de la ciudad. Después estudió delineación en la Industrial y solo cuando entró a trabajar como delineante en el estudio de Jesús Marino Pascual Vicente se planteó estudiar arquitectura. Lo consiguió a los veintiocho años y aún empezó a trabajar como arquitecto en el despacho del propio Marino (en las fichas técnicas que publicaba Proyectar la Rioja sobre la intervención en el Castillo de Agoncillo (1989) aparece como "colaborador"). Pero como era de esperar, la "colaboración" se rompió pronto.

- No hubo ningún problema personal entre nosotros, -se apresura a aclararme Gaspar-, es más,, seguimos siendo amigos. Lo que pasa es que cada cual tenía su visión de las cosas y yo preferí instalarme por mi cuenta. 

Fue justo entonces, a comienzos de los noventa, al tiempo en que él empezaba empezaba a trabajar como arquitecto, cuando yo perdí la fé en la profesión y abandoné mi despacho; así que, a pesar de mi curiosidad por todo lo que tuviera que ver con la arquitectura, no seguí mucho la trayectoria de Gaspar. Eso sí, coincidimos en los cursos de doctorado, que según me cuenta ahora, se trajeron a Logroño en aquellos primeros años de los noventa gracias en parte a sus gestiones y su insistencia, por lo que le reitero el agradecimiento que entonces le hiciera a Jesús Marino, quien yo pensaba que había sido el motor único de aquella iniciativa. Ninguno de los dos hicimos la tesis doctoral, él siguió con sus obras y yo escribí mi Manual de Crítica, porque cada uno tenía un horizonte distinto. 
 

 A pesar de la distancia que ya se abría entre nosotros, recuerdo de aquellos años que me gustó mucho su intervención en el hall de la ya "vieja" estación de autobuses de Logroño, con ese suelo de piezas triangulares que evocaba al propio espacio triangular del hall, la limpieza y orden de las taquillas, la agradable iluminación indirecta o el mobiliario de espera con el famoso banco de Tusquets. Una obra que ha resistido muy bien el paso del tiempo y que desgraciadamente se ha cerrado para siempre.  


Y a finales de los noventa, cómo no, también me sorprendió como a tantos otros arquitectos, que en frente de la también "vieja y desaparecida" estación de tren y debajo de las "pintorescas" torres de San Pedro y la pareja Achiaga/Castillo, alguien hubiera conseguido colocar un delicado "Mies" en Logroño (!!!). Ese "alguien" era ahora una nueva pareja de arquitectos, la de Gaspar y Pablo Larrañeta, cuyo encuentro desconozco y la verdad es que apenas me interesa. 


De esa pareja me interesa más Gaspar. Y del "trío" que a comienzos de siglo formaron Gaspar, Pablo y Miguel Angel Prieto para presentarse a por las 130 VPO de El Arco de Navarrete, o luego para las 104 viviendas de Arnedo, solo me apetece escribir sobre Gaspar, por las razones que casi todo el mundo puede imaginar... 



Las "colaboraciones" con otros arquitectos han sido una constante en la carrera profesional de Gaspar. De poco antes de finalizar el siglo es este bloque de 56 VPO viviendas en río Bajero compartido con Agustín Rodríguez Eguilaz.


Oculto desde su origen en un patio de manzana (tanto que se me pasó mencionarlo en la Guía de Arquitectura de Logroño, volumen I) y ahora a la vista por el derribo del edificio de Adoratrices de la calle Juan XXIII, Gaspar hizo en solitario este sobrio gimnasio con vestuarios hacia el cambio de siglo. 


Como sabía que Gaspar tenía sus orígenes en Entrena, le pregunto si ha construído mucho en ese pueblo, pero me dice que no, y me cuenta incluso cómo renunció a un posible chanchullo con el ayuntamiento para hacer las piscinas (...). En el PLR encuentro sin embargo una obra de hacia el año 2000 prácticamente inaccesible (al menos yo siempre la he encontrado cerrada): la restauración de la iglesia de las Clarisas de Entrena, donde ya que a no a sacar la piedra (cosa que le aplaudo) se animó a pintar alegremente los paños de revoco. 


Algo más de diez primeros años en la profesión le dieron a Gaspar para construir su propio despacho en la bajera de un anodino bloque de El Cubo, al que me invitó a visitar apenas lo había inaugurado. 



Veinte años después vuelvo a entrar en él y lo encuentro tan impóluto como la primera vez, así que no me queda otra que preguntarle si todavía sigue creyendo en "la modernidad"... Pregunta baladí porque ya veo que sí, que él no se ha movido ni un ápice de lo que aprendimos en las escuelas de arquitectura de los años setenta y ochenta. Como tampoco ha dejado de tener el mismo entusiasmo por la arquitectura, la misma confianza en los demás para conseguir encargos, hacer muchos amigos ("las amistades son para mí fundamentales en la vida" -me dice) y sacar los trabajos adelante. 

Sobre eso hablamos largo y tendido, sobre "sacar los trabajos adelante", sobre la propia máquina de hacer arquitectura. Cuando le visito en su despacho le encuentro solo y le comento si no es un signo de acabamiento de esta profesión. Me veo yo visitando los despachos de los arquitectos de la anterior generación cuando más o menos tenían nuestra edad, el despacho de José Mª Carreras, el de Gil Albarellos, el de Aurelio Ibarrondo, el de Rubén San Pedro, y no me cabe en la imaginación encontrarme a ellos solos allí. 

-Pues sí, Juan, sí. Yo aún aguanto, no me queda otra, (sobre todo si te digo la pensión que me queda en la Hermandad...) pero me consta que los que vienen detrás prefieren trabajar de otra manera, en tareas más concretas y con un sueldecito seguro, antes que asumir las múltiples facetas de esta profesión y asumir que al final no dejas de ser más que un empresario, y en mi caso, un mal empresario.  

Pero aunque ahora le encuentre solo, y certifique que eso es un signo de acabamiento, Gaspar me cuenta a cambio que por allí ha pasado mucha gente. Por ejemplo, becarios. Le pregunto si ha conectado con las generaciones posteriores a la nuestra y me dice que sí, que él ha considerado siempre fundamental la formación de los arquitectos en los despachos y que está orgulloso del trabajo que hayan podido hacer esos becarios en su oficina. También recuerda con estupor, los problemas burocráticos con la Consejería de Trabajo cuando le amenazaron con una sanción tremenda por algunas irregularidades en el contrato de una delineante, contrato en el que no habían hecho otra cosa que intentar ayudar a la trabajadora. Son avisos que nos da Administración de vez en cuando, -le comento a Gaspar-, para que nos enteremos de nuestra pequeñez. Para humillarnos como arquitectos. Por otra parte comentamos en detalle lo triste y duro que ha sido vérselas desde el aislamientos de los despachos con los avances tecnológicos en el dibujo, los cálculos, la comunicación digital y las constantes actualizaciones de todo ello. Me cuenta que desde hace unos años, Pablo y él se liaron la manta a la cabeza y se pasaron a dibujar con el "edificius" un programa informático que aúna lo evolucionado de los siempre engorrosos autocads con mi querido programa de formalización inmediata del sketch up (que ya no sé por donde andará...). 

-" Y agárrate a esa silla porque no te lo vas a creer, -me dice-: los cálculos de estructuras los sigo realizando yo, porque por mucho que te lo ofrezcan las casas de forjados o de cálculo, cuando hay cambios en obra lo mejor es que seas tú el que controle la seguridad de la estructura".



"Y en cuanto a las colaboraciones con otros arquitectos, especialmente con Pablo y Miguel Angel, te puedo asegurar, Juan, que no hemos tenido jamás el mínimo problema. En el Colegio de Autol con Pablo, o en las cuatro torres de viviendas de Arnedo con Pablo y Miguel Angel, cada cual aportaba ideas de una manera espontánea y cuando alguno de los tres tenía dudas o discrepaba de lo que se estaba haciendo no había inconveniente alguno en ponernos a revisar lo que se había hecho inicialmente, siempre con argumentos y generosidad." 






Veo que encargos de edificios de vivienda no le han faltado, especialmente en el entorno de Lardero, y que los ha resuelto con cierta seriedad y solvencia, aunque todo eso se acabó con la famosa crisis o pinchazo de la burbuja inmobiliaria a finales de la primera década del siglo. Yo creía que Gaspar había trabajado más en bodegas, seguramente por el artículo que escribió para la publicación de la ARQUITECTURA DEL VINO coordinada por Luis Vicente Elías para una de aquellas primeras ediciones de "El Vino y los cinco sentidos". Pero no, en mi rastreo por los PLR solo encuentro una modesta bodega en Alfaro (Torres Librada, del 2001) y los recuerdos de colaboraciones en los planes de estudios de los barrios de bodegas tradicionales de la Rioja de los que apenas hablamos.  



En el 2017 se me pasó por alto otra actividad cultural que realizó Gaspar con Pablo Larrañeta: nada menos que una exposición sobre la arquitectura de los cuarteles. Encuentro esta foto en la red y me pregunto si quedaría de aquella exposición alguna publicación porque siempre he añorado el peso urbano que los cuarteles tuvieron en Logroño. 

Le pregunto a Gaspar por sus colaboraciones con el Colegio, su ausencia casi extraña en las Juntas de Gobierno por las que tarde o temprano todos hemos acabado pasando, y me responde taxativo que no, que eso lo tiene muy claro: primero porque es de los que piensa que desde la organización del trabajo en el estudio o en la obra hasta los contenidos culturales del mismo, el trabajo de arquitecto ya tiene suficiente proyección social, y segundo, porque el ejercicio de la profesión así entendida no le da tiempo para más, así que lo mismo que se ha mantenido alejado de las polémicas o de la vida política, no ha querido participar en los órganos colegiales de gobierno. Participó sí, (eso ya lo sabes tú, -me dice) en las Comisiones de Cultura cuando las hubo y en la dirección de elhAll cuando se lo pasé yo a él y a Pablo. Ah sí, casi se me había olvidado, le digo, aunque aún recuerdo aquel artículo con que se estrenó en elhAll sobre el encuentro con un personaje misterioso que sin ser arquitecto era sensible a la arquitectura y... que resultó ser un sueño. O aquella reseña que hizo sobre la obra del mejicano Luis Barragán. 


De su trabajo en los últimos años, y preparando el terreno para la sorpresa con la que abría este breve retrato de su vida profesional, me menciona Gaspar su intervención en el saneamiento de las cubiertas de la iglesia de Santo Tomás de Haro, donde además diseñó un sistema de lámparas... bastante más fino que el que se puede ver en la iglesia de Santiago de Logroño -le comento con sorna.

O el trabajo en las cubiertas de Santa María la Real de Nájera, donde me muestra los detalladísimos análisis de las fisuras hechas por uno de los pocos aparejadores de confianza que ha encontrado en su carrera y con el que colabora cada vez que puede. 


También me enseña orgulloso la casa de un industrial de Arnedo de inequívoco gusto miesiano, incluida por el Colegio de Arquitectos entre las últimas selecciones que suelen hacer de las obras de su gusto, el gusto general de los arquitectos, el de la modernidad, el del minimalismo, el "gusto oficial" por así decirlo, tan alejado del mío..., es decir, tan contrario al orgullo que yo siento por la obra que está haciendo en la torre de la iglesia de  Briones.  

De alguna manera, en la visita al despacho de Gaspar yo iba con miedo a revisitar el punto en que había dejado la profesión, y a ver cómo habría podido evolucionar en ella, o en paralelo a ella, es decir, a ver la carrera que había hecho un compañero desde el punto donde yo la había abandonado. El par de horas que pasamos juntos tratando de recorrer desordenadamente tan largo camino (más de treinta años) fue de lo más agradable, porque Gaspar es siempre amistoso y generoso en sus gestos y palabras. Se me hace difícil ver en Gaspar a un adversario o un enemigo, o aún menos, a alguien ajeno. Tenemos tantos puntos en común que uno no puede sino sentirse muy a gusto hablando con él. Y aunque ya sabía yo que las diferencias de criterio respecto a la evolución de la arquitectura en estos últimos años era muy grande, o casi insalvable, lo cierto es que al final salí bastante contento, o como decía antes, bastante orgulloso de que al final él hubiera transitado por todo ello para acabar trabajando en la reparación de las arquitecturas más grandes que tenemos en La Rioja, las de nuestros templos.   

(foto de María Caro, para La Rioja)




lunes, junio 26, 2023

PEATONALIZACIONES

 


Siempre he tenido muchas dudas respecto las políticas de peatonalización de calles: políticas populistas en las que han caído por igual izquierdas y derechas, extranjeros y de aquí. Ampliadas las experiencias, viendo los resultados a medio plazo y evaluando los desequilibrios entre zonas que están provocando, ahora me declaro completamente en contra. (calle Portales de Logroño antes de su peatonalización).

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Una calle peatonalizada es un oxímoron, un contrasentido. Si es calle, no puede ser peatonal. Será otra cosa: algo que antiguamente fue una calle. Las calles de verdad son las arterias o venas de un tejido urbano vivo. Las calles peatonalizadas son el anuncio del declive de la ciudad.

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Una calle es un espacio arquitectónico muy serio, un lugar de tránsito y servicio, normalmente neutro y flexible para que sean la vida y su movimiento los que tengan todo el protagonismo. Una calle no es una plaza, ni un parque de juegos, ni mucho menos un papelito para hacer laberintos y dibujillos abstractos. El proyecto para la repeatonalización de las viejas calles del primer ensanche de Logroño es otro despropósito arquitectónico del que nadie parece que vaya a decir nada. Otra m. más de este ayuntamiento infame y de unos arquitectos cada vez más idi.tas.

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En destrozos de calles los europeos nos llevan mucha ventaja. Por ejemplo, esta calle de Brest, Francia, convertida en algo así como una estación de metro, seguro que es motivo de admiración y envidia de cientos de alcaldes españoles.

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