lunes, julio 22, 2024

EL CASERÍO VASCO

 



Cuando cambié de ubicación el libro LA ESPAÑA DIBUJADA (ver post anterior) sacándolo de entre los libros de dibujo para ponerlo junto a los libros de arquitectura popular española, descubrí este otro librito que tenía completamente olvidado. Como en el libro de los hermanos García, este del suizo Alfredo Baeschlin no tenía tampoco huella alguna de cómo había llegado a mi biblioteca. ¿Quizás en mis años de Bilbao? Seguramente. La edición es del año 1968, aunque también lo pude comprar después en alguna feria de ocasión. Sea como fuere, no me había causado la impresión que me produce ahora. Y no por sus textos, obviamente, que están más trasnochados incluso que los de sus compañeros de anaquel, sino por sus ilustraciones. Ni tampoco por los dibujillos de Baeschlin, que bonitos, sí, pero lejos del nivel de los hermanos García. 

El libro de Baeschlin es impresionante, pero no por los dibujos, digo, sino por las ilustraciones fotográficas que, mira por dónde, no son de Baeschlin, sino de los hermanos Canosa, los tíos abuelos de mi compañero de carrera y "profesor de dibujo" Emilio Canosa, que fueron quienes hicieron en 1930 las fotos para la primera edición del libro. Pero...¿qué tienen las fotos cedidas por los Canosa a Baeschlin para conmocionarme tanto?

En marzo del 2016, cuando aún no lo había dejado la familia Mendizabal, publiqué un articulillo en el blog edLHD sobre el caserío del tío Gregorio en Iguria, Elorrio, diciendo al principio del mismo que mi flechazo por la arquitectura de los caseríos vascos se había producido como reflejo del otro amor de mi vida, pero que a diferencia de la continuidad de este último (decía luego al final del artículo), aquel primer flirteo con los caseríos no había dado mejores frutos. Entre septiembre del 2013 y marzo del 2016, sin embargo, escribí nada menos que 400 posts sobre las Casas Solariegas de la Rioja, con lo que la diferencia de atención que había prestado a unas casas y otras era entonces más que notoria. En todo caso, lo que más me gustaba de los post de las casas solariegas era disponer y poder publicar las fotografías que habíamos hecho en 1983 cuando surgió la idea de hacer ese trabajo. Y es que en las fotos de treinta años antes aún se podían percibir los últimos coletazos de la vida que habían tenido esas grandes casas. 

Unos años antes del nacimiento de nuestro interés por las casas solariegas, entre 1975 y 1981, hicimos varias excursiones por los pueblos del país vasco en las que, cuando veíamos algún caserío o sobre todo, alguna casa torre,  (porque los caseríos no suelen ser tan accesibles) nos parábamos a fotografiarlas:

así esta de Abadiano que veíamos antes dibujada por Baeschlin

esta otra de Gordejuela

o las fotos de Iguria y de otros caseríos que aparecen el artículo del blog edLHD

Busco ahora por internet fotos recientes de estas casas y se me cae el alma a los pies:

así es como se ve ahora la torre Muncharaz de Abadiano

....y así la casa Oxirando de Gordejuela

Paso de ver lo que hayan podido hacer con el caserío de Iguria porque me iba a doler el alma innecesariamente. Qué horror, que falta de sensibilidad para con las texturas y las carpinterías, que museificación del entorno, qué ausencia de gracia y de vida. Viendo a lo que hemos llegado en estos últimos cuarenta años se entenderá mejor la impresión que causan las fotografías del libro de Baeschlin. Pongo aquí unas cuantas a modo de muestra:

Caserío Granada, Goizueta (Navarra)

caseríos en Arraiz (Navarra)

caserío Landecho, Munguía (Vizcaya)

Caserío en Luyando (Álava)

Caserío en Lezama (Vizcaya)

Caserío en Astobiza (Álava)

Caserío en Ceberio (Vizcaya)

Caserío en Zamudio (Vizcaya)

caserío en Gordejuela (Vizcaya)

caserío en Aramayona, Álava

Caserío-torre en Ceberio (Vizcaya)

Caserío en Ibarra (Vizcaya)

caserío en Oquendo (Álava)

caserío den Oronoz (Navarra)


Casa Aranguren, Ybarra (Vizcaya)

...y así sucesivamente

Como el libro es un conglomerado de comentarios desordenados sobre cada una de las casas, con ínfulas incluso de catalogación por tipos o por detalles, me quedo con un argumento que repite mucho Baeschlin sobre la dulzura que le inspiraron los caseríos frente a la dureza de las épocas de guerras entre bandos que le evocaban las casas torres. Y me quedo con eso, porque cuando los caseríos y la vida que les rodeaba, todavía me inspiraban dulzura, es decir, en los últimos años del franquismo, sobrevino en el país vasco otra época oscura, cobarde, sangrienta y tenebrosa que no invitaba precisamente a recorrerlos. Medio siglo tras el que algunos pocos se habrán hundido mientras que los más han salido remozados para la vida moderna convertidos en restaurantes, casas de cultura, o grandes chalets de lujo. Ya no es tiempo pues de estudiar o aprender de los caseríos. Ni de vagabundear por ahí al encuentro de algún lugar tan auténtico como único. Solo cabe ya una mirada emotiva y melancólica por su arquitectura. O por tiempos más dulces y pacíficos. Justo lo que proporciona ojear las fotografías de este libro.  

LA ESPAÑA PERDIDA

 


Me quedo un rato con la mirada perdida en los estantes de libros relacionados con mi vida pedagógica y me llama la atención un lomo bastante grueso que dice LA ESPAÑA DIBUJADA. Lo cojo, y al ver la portada me llevo ya una sorpresa bastanta emotiva: escrito a lápiz en la inequívoca letra de mi padre pone "Para Juan" (!) ¿Me lo regaló mi padre...? Dentro, en las primeras páginas, no pone nada. Es un libro editado por el Ministerio de la Vivienda en 1972. Quizás le llegó a mi padre a través de mi hermano cuando trabajó en la Delegación de la Vivienda y así llegó hasta mí... (?). Sea como fuere, lo tenía completamente olvidado.


Lo curioseo y recuerdo haberlo visto y no haberle dado la importancia que merecía. Al colocarlo entre los libros de "dibujo" le di más valor al preciosismo del trabajo de dibujo de línea y perspectiva que a su importancia arquitectónica. El prólogo de Joaquín Vaquero Turcios, aunque da noticias valiosas sobre su realización y tiene un tono bastante amable, apunta a esas disquisiciones tan escolásticas como insustanciales de si el dibujo es arte o no lo es, etc. etc. 

plaza de las Bárbaras, La Coruña

Me pongo a ver los dibujos página a página y a leer los textos que los acompañan y enseguida me doy cuenta de que el tremendo esfuerzo de los hermanos García Fernández (quienes con esos apellidos podrían pasar por personajes del TBO) tiene más que ver con la toma de conciencia que hubo entre algunos arquitectos de mediados del siglo XX del enorme valor de la arquitectura popular española y de su acabamiento. 

Cuando cierro el libro me voy a los estantes en que yacen los libros de Feduchi o de Carlos Flores y encuentro otras joyas como LA ARQUITECTURA DEL CASERÍO VASCO  de Alfredo Baeschlin, o LA CASA NAVARRA, o los DETALLES DE ARQUITECTURA POPULAR de Claret Rubira e incluso LA ARQUITECTURA POPULAR RIOJANA  de Luisvi y un arquitecto navarro apellidado Moncosí de Borbón (!) (el peor, sin duda). Ojeo las anotaciones que fui dejando en sus páginas y recuerdo perfectamente  el desequilibrio entre las espléndidas recopilaciones de fotos y dibujos y los lamentables textos teóricos o los inútiles esfuerzos clasificatorios. Fue una auténtica pena. 

Porto Barqueiro

Vuelvo a los textos del libro de los hermanos García Fernández y junto a los elogios emocionados de sus hallazgos geográficos, vienen los lamentos por la aparición de arquitecturas "industriales" que rompen la armonía de los patrones populares y, lo peor de todo, las súplicas a "la Administración" para que no lo permita... (!), o para que reparta dinero entre la pobre gente que aún habita en la arquitectura popular sin las comodides modernas. Ayyyy. Todo lo arregla el Estado...

Cudillero

Curado de espanto ante ese tipo de soluciones o comentarios miro ahora el libro como una gran guía de viajes, o una buena colección de lugares visitables. 

Rivadavia

Esto me suena mucho. Son las rústicas escaleras que suben al ábside de la iglesia de Santiago que pinté al óleo estando en Vigo y que regalé a mi hermana Mercedes. Creo que lo tiene colgado en su casa de Vitoria. Cuando estuve estudiando la geografía de Orense y recalé en Ribadavia busqué alguna foto del mismo lugar y encontré esta:

tiene la misma gracia o el mismo aire que el dibujo

pero también encontré esta foto, más reciente... (ayyyy)

La plaza de las Bárbaras de La Coruña (dibujo que he puesto más arriba), cuya sencillez elogian en la primera página del libro, pierde bastante al verla con Google StreetView, y eso que no se aprecian grandes cambios.

En Puerto Barqueiro (tercer dibujo que he reproducido aquí) dormimos un par de noches en el primer viaje furgonetero del 2017, y en uno de los paseos que dimos por encima del pueblo hice esta foto desde el mismo ángulo que el dibujo. Se reconocen algunas casas. La luz del atardecer difumina los colores y casi se logra con la foto la misma atmósfera que con el dibujo. 

Cudillero es una de las perlas del libro. Los encendidos elogios que hacen del pueblo los hermanos García despiertan el deseo de ir a visitarlo más que a ningún otro lugar. La única foto que traía Google desde el mismo ángulo que el dibujo era esta. El urbanismo de rincón del que Cudillero es gran ejemplo, parece expresarse mejor en las tomas de fuera adentro:



claro que, si vas un poco más lejos, hacia el puerto, te encuentras con esto otro y.... te tiras al mar, ahhhhh. Pero qué horterada. ¿Cómo pueden ser todos los pueblos de España tan horteras?

La gracia del dibujo de esta calle de Villaviciosa (primer dibujo que he puesto arriba), donde las casas dibujan un arco que abraza a la gran casona que tienen enfrente, estaba en la inclusión de algún coche, e incluso hasta de un autobús. Pocos coches están bien. Tantos no. Se comen la calle.  



¿Qué hacer con el libro de José Luis y Efrén García Fernández? ¿Devolverlo a la biblioteca, colocado ahora como uno más entre los libros de arquitectura popular de los esforzados arquitectos coleccionistas de mediados del siglo XX, o usarlo como "guía de viajes"? Desde luego no para llevarlo encima, porque su tamaño es incómodo de leer hasta encima de la mesa, pero sí como referente de los posibles viajes a Galicia y Asturias. ¿Usarlo como modelo de un tipo de dibujo preciosista por ver si me animo a capturar algún otro lugar de mis viajes con semejante paciencia?

Cuando contemplo los dibujos de este libro me acuerdo de una réplica que le dio Moneo a un alumno que le entregó un dibujo de Santa María del Naranco con las meras líneas de su volumen y sus huecos: ¡esa iglesia hay que dibujarla piedra a piedra! (....¡so merluzo! faltó por decirle). Así es: la arquitectura popular hay que dibujarla también piedra a piedra, cristal a cristal. Como Santa María del Naranco.  

Y hablando de piedras, en la página 46 hay una llamada de atención a la manía de "sacar la piedra" sobre la que tanto he protestado (v Estilo Forropiedraestilo arachonés, o Nacional Estilo Piedra Vista) y no puedo estar más de acuerdo, aunque ellos la expresen de esta forma un tanto alambicada: "La ordenación correcta de los huecos, su sencilla solución, la funcionalidad del zócalo y la simplicidad de la cornisa, adquieren adecuada valoración sobre el fondo blanco y liso del paramento, y enseña, que la manía de ciertos conservadores de descubrir y rejuntar las mamposterías, es "grave pecado de virtuosismo mal entendido" (el entrecomillado es mío) que hace perder, precisamente, la base principal de la solución y es ejemplo dañino que copia el pueblo y llena nuestro país, e incluso gran parte de Europa, de muestras falsas que es necesario hacer volver a su origen con el pequeño gasto que supone el simple enfoscado y encalado." ¿Grave pecado de virtuosismo mal entendido? Anda ya... Pura horterada y nada más. 

Si "coleccionando" lugares, pueblos o casas bonitas, trato ahora de hacer una geografía de lo pequeño que compense a la geografía extensa de las provincias, ríos o países en los que he venido trabajando, este libro tengo que tenerlo siempre a mano. Como guía o como método de captura. Pero a mano. 

domingo, julio 07, 2024

ACTUALIZACION A NACIONAL ESTILO PIEDRA VISTA

 


Encuentro en una carpeta olvidada esta fotografía que hice en Sigüenza en enero de 1978 desde la terraza del castillo. Me pica la curiosidad y voy a ver con Google Earth como está ahora:


Creía ser la única persona en este país en haber escrito algo contra el "Nacional Estilo Piedra Vista", pero el otro día me llevé una sorpresa muy agradable: en la página 48 el libro LA ESPAÑA DIBUJADA de los hermanos García Fernández dejaron escrito, ya en 1972, unas líneas, algo alambicadas y en jerga de arquitecto, pero claramente en la misma dirección. Todos aplaudieron con las orejas sus dibujitos pero nadie parece que prestó atención a sus reflexiones. Se refieren a unas casas de Noya, La Coruña:

"La ordenación correcta de los huecos, su sencilla solución, la funcionalidad del zócalo y la simplicidad de la cornisa adquieren adecuada valoración sobre el fondo blanco y liso del paramento, y enseña, que la manía de ciertos conservadores de descubrir y rejuntar las mamposterías es "grave pecado de virtuosismo mal entendido" (el entrecomillado es mío) que hace perder precisamente, la base principal de la solución y es ejemplo dañiño que copia el pueblo y llena nuestro país, e incluso gran parte de Europa, de muestras falsas que es necesario hacer volver a su origen con el pequeño gasto que supone el simple emfoscado y encalado".

Lo del "grave pecado de virtuosismo mal entendido" mueve a la sonrisa, pero bueno, ya tuvo mérito escribirlo en su momento. 


martes, enero 16, 2024

DUQUESA DE LA VICTORIA



Desde hace muchos años veo al vecino que vive enfrente de mi casa en Duquesa de la Vitoria, coger su bici para ir al trabajo o a cualquier recado o gestión, y dirigirse hacia la glorieta del Doctor Zubía, y más adelante hacia el Espolón (...luego les diré quién es). Trabaja por la zona de la plaza de Murrieta, por lo que me recuerda mucho a mí cuando hace unos veinte o treinta años cogía la bici con mi saxofón a la espalda para ir a ensayar a las Escuelas Trevijano haciendo el mismo itinerario, es decir, siguiendo desde el Espolón por la calle Bretón de los Herreros hasta la plaza de Murrieta. Por eso aunque yo ahora, como buen jubilado, no coja la bici (y eléctrica) más que para ir al monte, me siento muy identificado con él. 

La diferencia estriba en que mientras en aquellos años ese recorrido era para mí un paseo sin peligro alguno, dado el ancho de las calles por las que pasaba (Duquesa de la Victoria, Muro de la Mata y Bretón de los Herreros), y que tenía mi camino de retorno por Avda Portugal y la calle Calvo Sotelo (todavía no peatonalizada), cada vez que le veo a él pedalear por el carril único que se hizo en la reforma de la calle Duquesa de la Victoria de la era de Hermoso de Mendoza, se me eriza el cabello si va ralentizando a la caravana de coches que se le forma detrás, sobre todo cuando algún impaciente automovilista se pone a adelantarle casi rozándole el manillar. 

Esa situación de peligro veo ahora que se va a perpetuar con las ideas del proyecto de reforma definitiva de la calle Duquesa de la Victoria que el Ayuntamiento de Conrado Escobar presentó a la ciudad en la Biblioteca Rafael Azcona en la tarde noche del 15 de enero del 2024. Con cierta sensación de culpabilidad (o de traición al electorado) y justificándose en subvenciones de fondos europeos, aceptan mantener el "eje ciclista" Este Oeste de la ciudad que se cargó la calle, manteniendo su filosofía de un carril bici segregado, retocando en todo caso las chapuzas de diseño del anterior consistorio, haciendo ahora recto y continuo el peligroso e ineficiente zigzagueo del único carril para los automóviles que dejó Hermoso de Mendoza (perdón por tanto gerundio, pero son las prisas del directo).  

Un vecino de la calle muy pesadito de los que cogen la palabra y no la sueltan (creo que mencionó vivir por el número 65), dijo entre muchas cosas más o menos sensatas que había que quitar el carril bici que hizo el anterior consistorio porque la cifra de ciclistas que lo usaba era ridícula; a lo que mi vecino le interpeló, con verdad, que él lo usaba varias veces cada día. Tuve ganas entonces de intervenir en la disputa, pero viendo que todo el mundo pedía la palabra y aquello se embarullaba, abandoné la sala y me dije que mucho mejor hacerlo por escrito. 

Lo que hubiera dicho entonces y voy a decir aquí (sea donde sea que publique esto, porque los periódicos riojanos me están vedados) es que mi vecino va y viene a su casa en bici de dos maneras muy diferentes: cuando sale de casa y va hacia la Glorieta, lo hace casi siempre jugándose el tipo, como he dicho, reteniendo a una fila de coches detrás a expensas de que algún impaciente le adelante rozándole el manillar y tirándole al suelo. Y sin embargo, cuando regresa a casa desde el Espolón, lo hace por un carril bici pintado de rojo y segregado del tráfico peatonal y rodado, solo y a sus anchas como si fuera un general. Es decir, que ambos contendientes en la disputa tenían su razón: el vecino que dijo que el carril bici rojo está de más, puso el dedo en la llaga de que los ciclistas que bajan por él van sobrados de espacio (mientras que los coches que cargan y descargan lo hacen con apreturas...); y sin embargo, puedo asegurar que los que suben hacia la Glorieta lo hacen en condiciones mucho peores que las que yo tenía cuando iba tranquilamente en bici por Duquesa de la Victoria hace veinte o treinta años.  

Ya por entonces echaba yo en falta que algún alcalde pintase simplemente una rayita blanca a la derecha de los dos carriles de circulación para que los coches tuvieran un poco más de respeto o miramiento con las bicis, pero de entonces para acá no se hizo nada, y en los últimos años hemos visto con sorpresa que los ayuntamientos se han puesto a hacer carriles bici segregados del resto de la circulación en calles donde no hay espacio para ello. Lo del carril bici "segregado" está muy bien cuando los coches van a velocidades superiores a los 30 kms por hora, y cuando las calles son anchas, como todas las de la periferia de Logroño; pero en las calles del centro de Logroño, cuando con tanto cruce, semáforos o pasos de peatones elevados, los coches no pueden, ni aunque quisieran, pasar de esa velocidad, resulta completamente insensato meter esas vías rojas tanto en la dirección de los coches como, sobre todo, en la contraria, que es el caso que se quiere perpetuar en Duquesa de la Victoria. 

Dicho de otro modo, Sr. Conrado, haga usted el favor de respetar el sentido del voto de los ciudadanos que le auparon a la alcaldía, olvídese de los remilgos con que han acometido el anteproyecto de la calle Duquesa de la Victoria y pónganse a pensar con más atino en todo el sistema viario de la ciudad de Logroño, tanto en su parte de "calles y casas" que no admite carriles bici segregados, como en su parte de "bloques y autovías" donde seguramente tienen su lugar;... no sea que por agarrar una subvención  europea se cargue para siempre nuestra calle y nuestra ciudad y vuelva pronto a la alcaldía aquél a quien los logroñeses le quitaron justa y democráticamente el bastón de mando.

Ah, sí, se me olvidaba: no creo que a él le importe que lo diga, porque en la reunión mencionada intervino públicamente: mi vecino de enfrente es nada menos que el director de la Biblioteca Pública de Logroño. Un señor muy respetable al que espero seguir viendo andar en bici muchos años, pero con menos peligro que el que corre actualmente pedaleando por la calle Duquesa de la Victoria.  


jueves, noviembre 30, 2023

OSCAR REINARES


Yo tenía una idea completamente equivocada respecto a Oscar Reinares. Yo creía que era un tipo lento, pausado, una hormiguita de la arquitectura, un campeón en la devaluación del trabajo de arquitecto si el trabajo del arquitecto se valorase por horas..., y sin embargo, de la entrevista que le hice en el mes de noviembre del 2023 saqué la conclusión de que es, si no un sprinter, si al menos uno de esos corredores de velocidad que sale como una bala y que en los diez primeros metros ya te saca cinco (!). Cuando le planteas cualquier tema, cuando sacas cualquier obra a relucir, no se corta un pelo y dispara más rápido que un bandido del Oeste. Eso sí, pasado los diez primeros metros se para, se ríe de lo que ha dicho y dice: "yo no quiero líos, bastante tengo con mi trabajo...", se encoge de hombros, agacha la cabeza, o cabecea escéptico sobre el mundo que le rodea y vuelve a lo suyo: al trabajo ese de hormiguita que creíamos que era la cualidad que le definía. 


Aunque más que ese célebre insecto de la metáfora del buen trabajador, yo diría que Oscar Reinares es la viva imagen del buen discípulo, o... el reflejo fiel de su "maestro". Los que vivimos aquellas Jornadas de Intervención en el Patrimonio organizadas por Oscar Reinares y Javier Dulín a mediados de los noventa, no podremos olvidar nunca la mezcla de sabiduría y chifladura que representó una noche en Logroño el arquitecto Paco Alonso, con el que Oscar Reinares se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid y luego en su despacho. No hay más que ver cualquier vídeo reciente de los que corren en la red de Paco Alonso (por ejemplo éste mismo del 2018 sobre el oficio de arquitecto en Juan Borchers) para sorprenderse de la semejanza de pensamiento entre maestro y discípulo y hasta de la forma de hablar. Todo lo contrario de lo que me pasó a mí con Moneo, cuyas clases me fascinaron cuando tenía yo veinte años, y después no vi en su obra y en su amanerado hablar, otra cosa camelo, impostura y jesuitismo.

Café Noche y Día. Calle Bretón de los Herreros, Logroño

Tanta diferencia entre entrevistador y entrevistado no degeneró en enfrentamiento o distanciamiento, sino todo lo contrario. Con treinta años de menos, como decía un cantante castrista, me hubiera corrido... (más o menos lo que debió de pasar entre Oscar y Dulín después de ponerse a trabajar juntos en Logroño...), pero llegados a cierta edad, al menos en mi caso, la vida se empieza a mirar con otra perspectiva, hasta el punto de que en la entrevista que le hice a Oscar Reinares hubo algún momento en que pensé que era él quien me estaba entrevistando a mí y sacando más historias de mi vida profesional de las que yo le sacaba a él. Y es que excepto lo que me contó de sus trabajos cercanos a la arqueología en Contrebia Leucade,  Túnez, Valsaín, o Iruña Veleia, (interesantísimo todo, por cierto, y que daría para otro artículo sobre las conexiones entre la arquitectura y la arqueología), lo demás ya lo sabía yo por las publicaciones de los premios COAR o los Proyectar La Rioja: Rehabilitación de la casa de Fermín Alamo en la calle Hermanos Moroy,  Intervención en la venta de Piqueras, edificio de usos múltiples en San Andrés, consolidación del perímetro de la iglesia de Hormilla, Galería de Arte Martínez Glera también en la calle Hermanos Moroy, parque en Torrecilla en Cameros, Pabellón de Asprodema en La Portalada, etc.

rehabilitación casa Hermanos Moroy 2, 1999

edificio de usos múltiples en la Venta de Piqueras

parque San Lázaro, Torrecilla en Cameros, 2001

consolidación entorno de la iglesia de Hormilla

nave para Asprodema en el Polígono de la Portalada, 2002

Sobre su colaboración con Emilio Carreras en el bloque de viviendas de Cascajos del año 1996 (Guía de Arquitectura, vol II edificio (5)) no me contó nada especial, y sobre el Cascote (periodístico, le aclaro) que escribí yo respecto a la remodelación del Casino de Ortigosa, y que él no recordaba, se reafirmó en que la obra era de piedra e hicimos unas risas recordando las tardes que pasé yo en ese viejo casino en el año 72 o 73 reproduciendo las partidas de ajedrez de Fischer contra Karpov en aquel famoso campeonato del mundo que enfrentaba a las dos grandes superpotencias de la guerra fría. 

También sacamos a colación su colaboración con Nacho Quemada en la reconversión de una casa en San Asensio que había yo publicado en el blog de Casas Solariegas, ("muy amigo mío Nacho Quemada" me aclaró Oscar, para que yo dijera lo contrario de mi relación con él después del rifirafe sobre Alfonso Rojo, que me llevó a abandonar elhAll y el Colegio...) y también me recordó su intervención en el Palacio Salazar de Haro, (también anotada en el blog de las Solariegas) en que sacó a relucir sus primeros diez metros críticos a las obras previas de José Miguel León en la parte trasera el edificio, arquitecto a quien, por cierto, le había echado una mano, me dijo, en la redacción del proyecto de rehabilitación del Palacio del Espartero como Museo de La Rioja en el 2005, proyecto que como se sabe, no se llevó a cabo. Me aclaró eso sí, que el primer Noche y Día de la calle Bretón de los Herreros era tan suyo como de Dulín, aunque luego Dulín se quedara con la "franquicia" o con el cliente y hasta con el logotipo que inicialmente había sido idea suya. Pero en esa herida no quise hurgar, porque me consta que no ha cicatrizado. 

Me dio noticia de la reciente rehabilitación de dos casas colindantes y distintas situadas entre Bretón de los Herrero y la calle Laurel, que a diferencia de las intervenciones anexas de García-Pozuelo o Gonzalo y Torres, no han alterado para nada la imagen tradicional de dichas casas, por lo que su trabajo ha pasado practicamente desapercibido, lo que para él y para mí (en eso coincidimos) es motivo de orgullo profesional más que otra cosa. 


Otra coincidencia que descubrí tener con Oscar es la afición a la nieve y a las excursiones por el Pirineo, dándome mucha envidia por haber subido al Balaitous o  por tener un apartamento en Formigal para disfrutar de aquel entorno tan querido sin los apuros de los que vamos a días. Cuando le dije que Formigal era muy feo me sorprendió que me respondiese algo así como ¿y a mí qué...? Se ve que de vez en cuando se olvida de que es arquitecto e incluso... sprinter. 


De su obra teórica no hablamos apenas. Y me pena. Porque es seria y sensata. Accesibles por pdf en Dialnet hay un artículo suyo más bien teórico/histórico titulado "La Arqueología y el Arquitecto: la Restauración como Proceso Histórico" y otro más narrativo y documental en el que cuenta los excelentes trabajos de investigación en el Monasterio de Yuso llevados a cabo con un equipo multidisciplinar.

A colación salieron dos temas más. Sobre la atrocidad cometida en el Instituto Sagasta de Logroño, salimos los dos tan disparados que no sé quien ganó el duelo. Sobre su cabezonería en decir cada vez que tiene ocasión, que Pirro fue un gran arquitecto, le dije si conocía el grupo de viviendas que construyó entre la tradicional fachada al río con miradores del Casco Viejo de Nájera y el Najerilla, y me dijo que no. Ahí lo dejamos.

Como no le dan las horas, no ha participado nunca en tareas de gobierno en el COAR aunque yo le recuerdo una colaboración que tuvo conmigo cuando fui decano y le pedí que diera una charla sobre un viaje que hizo a Chandigarh a ver la obra de Le Corbu y de Kant. Recuerdo que vino de la India como  en éxtasis (¿nirvana?). Sobre la mesa tenía el catálogo de la obra de Balkrisna Doshi, el arquitecto hindú recientemente fallecido que ganó el Pritzker por ser tan buen discípulo de aquellos dos arquitectos occidentales mencionados que fueron por allí con sus mamotretos. "Tiene estos días una exposición en Madrid, no dejes de ir a verla" -me dijo- como si yo fuera un creyente aún de estas cosas de la Arquitectura Moderna. O de la arquitectura arquitectura, esa afición o más bien pasión encarnada por él, que consiste en detenerse y trabajar, trabajar y trabajar en la buena construcción que es el soporte y la base de la profesión y del oficio. Le menciono que los proyectos más minuciosos con los detalles de estructuras o instalaciones que yo haya visto por el Colegio fueron los de Ancín y Zaporta, pero apenas menciono sus nombres y salta de los tacos como un sprinter. Un fenómeno de la velocidad, este Oscar Reinares, a quien yo tenía por hombre lento. Un buen tipo que, al menos conmigo, ...mantuvo... el tipo, más allá de los primeros diez metros y se despidió diciéndome que volviera cuando quisiera para seguir hablando de arquitectura.