Yo tenía una idea completamente equivocada respecto a Oscar Reinares. Yo creía que era un tipo lento, pausado, una hormiguita de la arquitectura, un campeón en la devaluación del trabajo de arquitecto si el trabajo del arquitecto se valorase por horas..., y sin embargo, de la entrevista que le hice en el mes de noviembre del 2023 saqué la conclusión de que es, si no un sprinter, si al menos uno de esos corredores de velocidad que sale como una bala y que en los diez primeros metros ya te saca cinco (!). Cuando le planteas cualquier tema, cuando sacas cualquier obra a relucir, no se corta un pelo y dispara más rápido que un bandido del Oeste. Eso sí, pasado los diez primeros metros se para, se ríe de lo que ha dicho y dice: "yo no quiero líos, bastante tengo con mi trabajo...", se encoge de hombros, agacha la cabeza, o cabecea escéptico sobre el mundo que le rodea y vuelve a lo suyo: al trabajo ese de hormiguita que creíamos que era la cualidad que le definía.
Aunque más que ese célebre insecto de la metáfora del buen trabajador, yo diría que Oscar Reinares es la viva imagen del buen discípulo, o... el reflejo fiel de su "maestro". Los que vivimos aquellas Jornadas de Intervención en el Patrimonio organizadas por
Oscar Reinares y Javier Dulín a mediados de los noventa, no podremos olvidar nunca la mezcla de sabiduría y chifladura que representó una noche en Logroño el arquitecto
Paco Alonso, con el que Oscar Reinares se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid y luego en su despacho. No hay más que ver cualquier vídeo reciente de los que corren en la red de Paco Alonso (por ejemplo
éste mismo del 2018 sobre el oficio de arquitecto en Juan Borchers) para sorprenderse de la semejanza de pensamiento entre maestro y discípulo y hasta de la forma de hablar. Todo lo contrario de lo que me pasó a mí con Moneo, cuyas clases me fascinaron cuando tenía yo veinte años, y después no vi en su obra y en su amanerado hablar, otra cosa camelo, impostura y jesuitismo.
Café Noche y Día. Calle Bretón de los Herreros, Logroño
Tanta diferencia entre entrevistador y entrevistado no degeneró en enfrentamiento o distanciamiento, sino todo lo contrario. Con treinta años de menos, como decía un cantante castrista, me hubiera corrido... (más o menos lo que debió de pasar entre Oscar y Dulín después de ponerse a trabajar juntos en Logroño...), pero llegados a cierta edad, al menos en mi caso, la vida se empieza a mirar con otra perspectiva, hasta el punto de que en la entrevista que le hice a Oscar Reinares hubo algún momento en que pensé que era él quien me estaba entrevistando a mí y sacando más historias de mi vida profesional de las que yo le sacaba a él. Y es que excepto lo que me contó de sus trabajos cercanos a la arqueología en Contrebia Leucade, Túnez, Valsaín, o Iruña Veleia, (interesantísimo todo, por cierto, y que daría para otro artículo sobre las conexiones entre la arquitectura y la arqueología), lo demás ya lo sabía yo por las publicaciones de los premios COAR o los Proyectar La Rioja: Rehabilitación de la casa de Fermín Alamo en la calle Hermanos Moroy, Intervención en la venta de Piqueras, edificio de usos múltiples en San Andrés, consolidación del perímetro de la iglesia de Hormilla, Galería de Arte Martínez Glera también en la calle Hermanos Moroy, parque en Torrecilla en Cameros, Pabellón de Asprodema en La Portalada, etc.
rehabilitación casa Hermanos Moroy 2, 1999
edificio de usos múltiples en la Venta de Piqueras
parque San Lázaro, Torrecilla en Cameros, 2001
consolidación entorno de la iglesia de Hormilla
nave para Asprodema en el Polígono de la Portalada, 2002
Sobre su colaboración con
Emilio Carreras en el bloque de viviendas de Cascajos del año 1996 (
Guía de Arquitectura, vol II edificio (5)) no me contó nada especial, y sobre el
Cascote (periodístico, le aclaro) que escribí yo respecto a la remodelación del Casino de Ortigosa, y que él no recordaba, se reafirmó en que la obra era de piedra e hicimos unas risas recordando las tardes que pasé yo en ese viejo casino en el año 72 o 73 reproduciendo las partidas de ajedrez de Fischer contra Karpov en aquel famoso campeonato del mundo que enfrentaba a las dos grandes superpotencias de la guerra fría.
También sacamos a colación su colaboración con
Nacho Quemada en la reconversión de una casa en San Asensio que había yo publicado en el blog de
Casas Solariegas, ("muy amigo mío Nacho Quemada" me aclaró Oscar, para que yo dijera lo contrario de mi relación con él después del rifirafe sobre Alfonso Rojo, que me llevó a abandonar elhAll y el Colegio...) y también me recordó su intervención en el
Palacio Salazar de Haro, (también anotada en el blog de las Solariegas) en que sacó a relucir sus primeros diez metros críticos a las obras previas de
José Miguel León en la parte trasera el edificio, arquitecto a quien, por cierto, le había echado una mano, me dijo, en la redacción del proyecto de rehabilitación del Palacio del Espartero como Museo de La Rioja en el 2005, proyecto que como se sabe, no se llevó a cabo. Me aclaró eso sí, que el primer Noche y Día de la calle Bretón de los Herreros era tan suyo como de Dulín, aunque luego Dulín se quedara con la "franquicia" o con el cliente y hasta con el logotipo que inicialmente había sido idea suya. Pero en esa herida no quise hurgar, porque me consta que no ha cicatrizado.
Me dio noticia de la reciente rehabilitación de dos casas colindantes y distintas situadas entre Bretón de los Herrero y la calle Laurel, que a diferencia de las intervenciones anexas de García-Pozuelo o Gonzalo y Torres, no han alterado para nada la imagen tradicional de dichas casas, por lo que su trabajo ha pasado practicamente desapercibido, lo que para él y para mí (en eso coincidimos) es motivo de orgullo profesional más que otra cosa.
Otra coincidencia que descubrí tener con Oscar es la afición a la nieve y a las excursiones por el Pirineo, dándome mucha envidia por haber subido al Balaitous o por tener un apartamento en Formigal para disfrutar de aquel entorno tan querido sin los apuros de los que vamos a días. Cuando le dije que Formigal era muy feo me sorprendió que me respondiese algo así como ¿y a mí qué...? Se ve que de vez en cuando se olvida de que es arquitecto e incluso... sprinter.
De su obra teórica no hablamos apenas. Y me pena. Porque es seria y sensata. Accesibles por pdf en Dialnet hay un artículo suyo más bien teórico/histórico titulado "La Arqueología y el Arquitecto: la Restauración como Proceso Histórico" y otro más narrativo y documental en el que cuenta los excelentes trabajos de investigación en el Monasterio de Yuso llevados a cabo con un equipo multidisciplinar.
A colación salieron dos temas más. Sobre la atrocidad cometida en el Instituto Sagasta de Logroño, salimos los dos tan disparados que no sé quien ganó el duelo. Sobre su cabezonería en decir cada vez que tiene ocasión, que Pirro fue un gran arquitecto, le dije si conocía el grupo de viviendas que construyó entre la tradicional fachada al río con miradores del Casco Viejo de Nájera y el Najerilla, y me dijo que no. Ahí lo dejamos.
Como no le dan las horas, no ha participado nunca en tareas de gobierno en el COAR aunque yo le recuerdo una colaboración que tuvo conmigo cuando fui decano y le pedí que diera una charla sobre un viaje que hizo a Chandigarh a ver la obra de Le Corbu y de Kant. Recuerdo que vino de la India como en éxtasis (¿nirvana?). Sobre la mesa tenía el catálogo de la obra de Balkrisna Doshi, el arquitecto hindú recientemente fallecido que ganó el Pritzker por ser tan buen discípulo de aquellos dos arquitectos occidentales mencionados que fueron por allí con sus mamotretos. "Tiene estos días una exposición en Madrid, no dejes de ir a verla" -me dijo- como si yo fuera un creyente aún de estas cosas de la Arquitectura Moderna. O de la arquitectura arquitectura, esa afición o más bien pasión encarnada por él, que consiste en detenerse y trabajar, trabajar y trabajar en la buena construcción que es el soporte y la base de la profesión y del oficio. Le menciono que los proyectos más minuciosos con los detalles de estructuras o instalaciones que yo haya visto por el Colegio fueron los de Ancín y Zaporta, pero apenas menciono sus nombres y salta de los tacos como un sprinter. Un fenómeno de la velocidad, este Oscar Reinares, a quien yo tenía por hombre lento. Un buen tipo que, al menos conmigo, ...mantuvo... el tipo, más allá de los primeros diez metros y se despidió diciéndome que volviera cuando quisiera para seguir hablando de arquitectura.