miércoles, mayo 24, 2006

15. EL SUEÑO DE TRIUNFAR




No sé muy bien por qué, todo joven arquitecto sale de su Escuela con ganas de triunfar y con alguna imagen o ensoñación de arquitectura con la que cree que alcanzará el éxito.

Eso es justo lo que me hizo pensar la conferencia que el pasado día 17 de mayo dió la arquitecta Blanca Lleó en mi Escuela, pues de alguna manera, las ensoñaciones de mis primeros años de ejercicio profesional tenían que ver con cosas parecidas al bloque de viviendas del grupo R, o acaso más complejas y evolucionadas en donde los pasajes de acceso discurrían por itinerarios poco acostumbrados y los volúmenes de las viviendas en dúplex se articulaban con una libertad ajena a todo esquema acumulativo. Proyectos complicados de maclajes imposibles en los que no me hubiera importado nada derrochar todo el trabajo del mundo si hubiera tenido la suerte de encontrar al cliente que los hiciese realidad.

Veinticinco años después y completamente desengañado de aquellas arquitecturas y de aquellos sueños de triunfo, al contemplar la alegría con la que Blanca Lleó contaba que había hecho realidad mi sueño en su persona, sentí algo así como que había tenido yo la gran suerte de no haberlo conseguido.

Quizás por ello, aunque era tan fácil desmontar el discurso teórico de Blanca Lleó, no quise hacerlo, porque despertar a alguien en su mejor sueño es una canallada. Pero es obligado mencionarlo entre los que estamos en vigilia, para no confundirnos, y creer que la vida es sueño.

Para justificar el bloque de San Chinarro que le ha lanzado al estrellato mediático, Blanca dijo (transcribo literalmente porque tomé notas en directo) que "la manzana es una isla de ciudad autista que se mira hacia dentro, hacia el hueco del patio interior (…) es decir una solución inadecuada de hacer ciudad" y que ante ello, atraída por "ese elemento arquitectónico tan poderoso que es el vacío" había concebido junto con MVRD, bien la torre gigante con una gran ventana al horizonte (bloque de San Chinarro), o bien la manzana en celosía o en colador (obra en Madrid actualmente en ejecución). ¡Madre mía…! ¿cómo se puede ignorar que si hay una arquitectura parlante, una arquitectura que hace de la ciudad un lugar abierto de representación social, esa es la que, a partir de las experiencias renacentistas y barrocas se generaliza con la manzana burguesa y las calles que la rodean?¿Cómo se puede decir que esa es una forma inadecuada de hacer ciudad, cuando es la forma más conseguida y depurada que nos ha legado nuestra profesión? ¿O cómo se puede ignorar el significado del "vacío" y confundirlo con la riqueza histórica del espacio arquitectónico"?

Blanca Lleó no es una inculta, ni mucho menos. Ha estudiado mucho, ha leído mucho, y el otro pilar de su actual triunfo es un libro recientemente publicado por la Gustavo Gili (ahí es nada) titulado "Sueño de Habitar" (vaya titulito más tonto: ¿tendrá que ver con la dificultad de comprar vivienda?) que recoge su tesis doctoral. Lo compré en febrero de este año y he intentado leerlo tres o cuatro veces, pero siempre se me ha caído de las manos. Es el libro de una estudiante que rinde culto a sus profesores y a los maestros de sus profesores y que cree que la modernidad es una religión que aún vale la pena practicar. En la conferencia de Logroño, para situar su posicionamiento teórico dijo que ella ve "un clarísimo diálogo entre Le Corbusier y Rem Koolhaas…" no sé yo muy bien si ignorando lo que es un "dialogo" o si exteriorizando con ello visiones suyas extrasensoriales.

Lo único que uno saca en limpio de "Sueño de Habitar" es el capítulo de agradecimientos (pag 236): la referencia a sus profesores, y especialmente a las "inestimables enseñanzas y sabios consejos" de Rafael Moneo, nos ponen en la pista de que el verdadero sueño en el que vive Blanca Lleó es el "sueño de triunfar".

No voy a ser yo quien la despierte, pero si consigue hacerlo, estaré encantado de echarle una mano para sacarla del desengaño. Parecía una chica muy alegre.