Tercera colaboración con el programa Longitud de Onda de Radio Clásica de Radio Nacional de España. Guión previo.
LA CASA Y LA MUSICA
Para pensar en la música y la casa voy a traer al recuerdo
una de esas películas ya míticas que nos descubrió a muchos la figura de Saint
Colombe: TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO del director Alain Corneau en 1991. Y lo
hago porque, como recordarán, la película arranca con “un bolo” de Saint
Colombé en una casa, y por un motivo muy sorprendente para todos nosotros: tocar
música en la alcoba de una casa para una persona que se estaba muriendo.
Morirse en casa y pedirle a un músico que venga a acompañarnos
en ese trance con su música. Qué sugerente ¿verdad? Pero claro, eso era en el siglo XVII.
Si vieron la película recordarán que el propio
Saint Colombe tenía también una gran casa, una casa amplia y preciosa. Una casa
con la que, viendo esa película, yo disfruté tanto como con la música.
Porque una
cosa es una casa, y otra cosa un piso, o sea, un apilamiento de viviendas o una
hilera de ellas, o incluso eso que llamamos “chalet”. Como arquitecto o como
crítico de arquitectura vengo estudiando “casas” desde hace muchos años, y para
empezar a entender sobre este asunto lo primero que tengo que decirles es que tienen
que hacer la distinción entre
“arquitectura popular” y “arquitectura vernácula” porque aunque el fenómeno
“casa” se da ya en la arquitectura popular formando esos conjuntos de casas que
dieron lugar a nuestros preciosos los pueblos, la gran casa, la buena casa, el
caserío, la masía o la casa solariega, pertenecen a ese otro mundo que llamamos
la “arquitectura vernácula”.
Como siempre me presentáis como autor de muchos blogs, hoy
tengo que hablarles necesariamente de uno de ellos en el que voy coleccionando
Casas Solariegas de la Rioja, y en el que ya llevo más de quinientas casas catalogadas. Se titula así: CASAS SOLARIEGASDE LA RIOJA. Pongan eso en google y podrán verlas y disfrutar de su presencia.
Casas del siglo XVII y XVIII e incluso del XIX, casas en las
que, muchas veces pienso, seguro que hubo música. Con una tiorba, con un
virginal, con una viola de gamba, un guitarra o un piano. Casas como la de
Saint Colombé, en la cual se ensaya y se dan clases a las hijas. Casas que
vibraban gracias a la música de sus propios moradores, o quizás, de algún
invitado.
Música como la que he oído tantas veces en mi propia casa
(bueno, aquí siento tener que decir piso… ) cuando mi hija Teresa venía del
instituto por la tarde y se sentaba al piano a ensayar las lecciones del
Conservatorio. Y tocaba esa música sencilla que en tantas y tantas casas habrán
escuchado los abuelos o los padres y los hermanos y que tiene ese aire tan
cándido que seguro que les emocionará oír una vez más tanto como me emociona a mí:
Vals en La menor de Frederic Chopin
La música en la casa es de natural sencilla, íntima. Primigenia quizás. Pero…
Vamos con la tercera parte de la película. La que más me
impactó a mí (cosa que he contado en otro de mis blogs, el SPYP, un blog de
variedades que tengo por ahí para ir dejando notas escritas, inicialmente sobre
periodismo y política y luego sobre cine, música, libros etc.) Bueno en ese
blog, en el número 637 del SPYP comenté el hecho singular de que Saint Colombé
se construyera una cabaña en el jardín, abandonando su espléndida casa, para pasar
días y noches allí, en su cabaña, en
soledad con la música.
Y aquí viene mi reflexión: hasta el siglo XX, ese vivir en
íntima compañía con la música solo lo podía hacer un músico.
Pero a partir del invento de los medios de reproducción lo puede hacer todo el mundo. Tener dentro de casa (o incluso piso) una cabaña para estar en comunión con la música.
M. de Saint Colombe
Pero a partir del invento de los medios de reproducción lo puede hacer todo el mundo. Tener dentro de casa (o incluso piso) una cabaña para estar en comunión con la música.
Pues bien, aquí les voy a contar ahora algo que ni siquiera
he contado en ninguno de mis blogs: en
el año 1995 la revista Archipiélago me encargó realizar una entrevista al filósofo Eugenio Trías, como sabrán, uno de los más grandes pensadores contemporáneos
que ha dado este país y autor de uno de los libros más profundos sobre
pensamiento y música que se hayan escrito en España: EL CANTO DE LAS SIRENAS
editado en Galaxia Gutemberg del Círculo de Lectores, Barcelona 2007.
Trías me invitó a su casa para hacer la entrevista y al final de la misma y cuando le pregunté por sus aficiones, se levantó del sofá del salón donde respondía a mis preguntas y me abrió una habitación (una vieja alcoba) que tenía todas sus paredes llenas a rebosar de ordenadísimas estanterías con discos y CDs. Era su auténtica cabaña de la música. La misma que la de Saint Colombe.
Un lugar sagrado para escuchar música en la intimidad y pensar…, pensar y pensar en las relaciones entre la palabra y la música, entre el logos y el phonos, el espíritu y el sonido, que es de lo que trata su libro.
Trías me invitó a su casa para hacer la entrevista y al final de la misma y cuando le pregunté por sus aficiones, se levantó del sofá del salón donde respondía a mis preguntas y me abrió una habitación (una vieja alcoba) que tenía todas sus paredes llenas a rebosar de ordenadísimas estanterías con discos y CDs. Era su auténtica cabaña de la música. La misma que la de Saint Colombe.
Un lugar sagrado para escuchar música en la intimidad y pensar…, pensar y pensar en las relaciones entre la palabra y la música, entre el logos y el phonos, el espíritu y el sonido, que es de lo que trata su libro.
Siendo ya diciembre y próxima la navidad les propongo
escuchar una pieza que el mismo Eugenio Trías menciona en el arranque del
capítulo que le dedica a Juan Sebastián Bach: el comienzo de la segunda cantata
del oratorio de navidad en el que, según Trías, un coro de oboes (música de la tierra) dialoga
en un magnífico efecto estereofónico con un coro de violines (música del cielo):
Curiosamente, en las páginas siguientes Trías habla de la poca adecuación de esta música para las salas de conciertos, y sin embargo, fíjense bien, es música que todos nosotros, gracias a los modernos aparatos de reproducción, podemos escuchar íntimamente en las cabañas de nuestras casas o incluso, en las cabañas de nuestras modestas viviendas o de nuestros tristes pisos apilados unos encima de otros.
En este enlace la versión audio del programa.