domingo, abril 09, 2017

KISHO KUROKAWA



Los nombres japoneses no son difíciles de recordar pues su lengua tiene la misma cacofonía que nuestro español. Sólo hay que cambiarles algunas letras y se hacen entrañables. Por ejemplo, si al  arquitecto KISHO KUROKAWA le llamamos KILLO ... ehhh... (bueno, el juego de letras del apellido se lo dejo a ustedes para que se diviertan) seguro que no se les olvida nunca. A KILLO (1934-2007) se le considera el arquitecto filósofo del METABOLISMO un estilo de hacer las cosas que lo mismo se podía haber llamado METECHURRISMO pues el propio arquitecto filósofo cuando se hizo importante y se cansó del grupo de lanzamiento, dio en cambiar la etiqueta de su arquitectura por la de SIMBIOSIS, aunque también podía haber valido la de SIMIOSIS. O la de KIMONISIS porque en los últimos tiempos presentaba sus churros con kimono.


Kurokara pasó directamente a los libros de arquitectura gracias a este hotel de cápsulas construido en 1970 por creerse que las fantasías de las nuevas ciudades enchufables (plug-in-cities) de los chalados ingleses de Archigram iban en serio. Está justo al sur del ya conocido (para nosotros/véase dos post más arriba) distrito de GINZA, por lo que seguro que podremos hacerle fotos. Aunque si no vamos o no le hacemos fotos, tampoco pasa nada porque en la red hay a patadas. Ahora se le ve como más acompañado y en armonía.


Por las mismas fechas Kubokala hizo otra cosa de quita y pon en la Expo de Osaka que también pasó a los libros sin mayor dificultad:


Si os fijáis bien, el toque tecno lo dan sobre todo los sujeta--arboles pero no sé si serán de Kusokasa. En el Museo de Hiroshima (todo gran arquitecto japonés moderno ha hecho un museo en Hiroshima) no puso árboles pero como dice Ceballos en su moleskine, dejó una abertura en el patio circular hacia el lugar donde cayó la bomba para que los guías de turismo tuvieran algo que contar:


Animado por el poutpourrismo postmoderno construyó en 1991 este Museo de Ciencia que deja a Newton a la altura del betún. Está en Niihama, población ubicada en una de las islas meridionales del archipiélago por lo que no creo que lo vayamos a honrar con nuestra visita.


Filósofo no sé, pero como marca comercial Killo fue un crack. A los holandeses les vendió esta castaña como ampliación del museo de Van Gogh. Debía ser tan difícil de digerir que tardaron ocho años en construirlo (1990-98).




En política, sin embargo, se ve que fracasó. Quiso ser alcalde de su ciudad, pero ese es un honor que está reservado a contados arquitectos y a muy pocas ciudades. En Logroño nos cayó uno, mira.

Para la cosa de la Defense en París hizo también un edificio puente en los gloriosos noventa que aún no daba para el paso de aviones, proeza que se conseguiría después del 11S en San Chicharro:


La gloria definitiva le llegó a Kurokawa justo en el año de su muerte cuando presentó el Centro Nacional de Arte para el barrio ROPPONGI de Tokio (o sea, que también lo veremos, porque por ahí pasamos seguro), y que es como el anticipo del tsunami que unos años después dejaría a Japón con una nuclear al aire.


La de maravillas que vamos a ver si finalmente vamos a Japón.