La primera es la de la sospecha de su cercanía o de sus
connivencias con el poder. No sé cómo lo
sentís vosotros, pero cuando yo veo la
música como adorno de los poderosos en esos conciertos u operas a los que ha
ido siempre la crema y nata de la sociedad, o cuando tienes noticia de la
veneración a la música de los nazis, o de los grandes zares, o de la gente rica de todos los tiempos, te entra como un
escalofrío o una inquietante sospecha respecto a la propia música que les
adorna.
La segunda sombra es la que tiene que ver con esa división
que la Estética o la gran Cultura creó entre “artes mayores” y
“artes menores” menospreciando el papel
de la “decoración”. Y es que cuando la música se pone al servicio de un rey o
de una corte, es lógico que no pase de mero artificio decorativo y el músico
sea no más que un criado.
No sé si recordáis o conocéis el famoso insulto que le propinó
John Lennon a Paul McCartney en una de las canciones de su primer disco en
solitario (el famoso Imagine) cuando en uno de los versos de una del tema
titulado How do you sleep? le suelta que “your sound is muzak
in my ears”. Yo lo recuerdo de justo cuando salió el disco en 1971
porque me impresionó muchísimo. Descubrí entonces el concepto de la “muzak” es
decir, de la música light o música decorativa, luego música “ambiente” hecha no
para ensalzar el espíritu sino más bien para adormecerlo embelleciendo levemente
un lugar o una ocasión.
Pues bien, cuando quise acercarme a la música de Lully, de
Marin Marais, de Couperin o de Rameau, es decir, de todos los grandes músicos
de Versalles, me era imposible escucharla sin pensar en la vida dentro del gran
palacio francés. Para adentrarse en esa música yo me compré un caja de 20 CDs
editada con el título de 200 años de música en Versalles que tiene un poco de
todo.
Escuchamos por ejemplo un fragmento de un Concierto de Lully hijo para la cena del Rey y mientras suena… pues…, lo normal, ….. miramos de reojo a las damas
que se sientan a la mesa, a los suculentos guisados, a la espléndida
cubertería, al gesto que tiene hoy el Rey, a la nueva vajilla que decora la
mesa… etc. etc; vaya, que prestamos
atención a todo eso menos a la música.
CD5 nº19
La segunda pieza que he seleccionado para este programa fue
compuesta en España por un italiano y la descubrí en un barco inglés que
perseguía a un bucanero francés. Toda una muestra de europeísmo de la época: todos persiguiéndose a matar pero unidos por la música (!). La tocaban al
violín y al cello, el capitán y el médico del barco. Con estos pocos datos ya
sabrán a qué me refiero: a ese mágico momento de la película Master and
Comander en que los dos protagonistas interpretan La Música Nocturna della
Strada di Madrid.
De las facilidades que nos ha dado internet para tirar del
hilo y relacionar unas cosas con otras di prueba en el post 167 de mi blog SPYP
en que me referí a esta pieza. Yo he estado un par de veces en Arenas de San
Pedro, pero en ninguna de ellas me acerqué al Palacio que construyó allí Ventura
Rodríguez para Luis Antonio de Borbón, hermano de Carlos III, quien según dice
la wiki protegió a Luigi Bocherini. Es un edificio bastante feote dentro de una
austeridad muy castellana, pero lo importante es pensar que ahí compuso o tocó
Bocherini esta música para la corte del hermano del rey y eso es lo importante.
Para ilustrar el asunto que tratamos hoy, también es muy importante, o cuando menos ejemplar, elegir la versión. La más escuchada en internet, casi dos millones de reproducciones, es sin duda la de Jordi Savall. Pero cualquier persona medianamente noble (entendiendo la inteligencia como el rasgo más actual de la nobleza) cualquier persona noble, digo, que haya escuchado las melonadas o lugares comunes que este músico ha dicho últimamente en la televisión francesa sobre la procedencia del independentismo catalán, supongo que ya lo habrá echado de su palacio. Para mí este mentecato violagambista no toca más en el mío, y menos la Música dedicada por Bocherini a Madrid. Jordi Savall es la perfecta muestra de que aún en el siglo XXI los músicos pueden ser poco más que un criado y que su opinión en una materia tan seria e importante como la política está al nivel de un paria. Así que una vez que se ha destapado y quiere opinar como una persona importante, a la calle con él por muy virtuoso que sea con la viola de gamba.
Para ilustrar el asunto que tratamos hoy, también es muy importante, o cuando menos ejemplar, elegir la versión. La más escuchada en internet, casi dos millones de reproducciones, es sin duda la de Jordi Savall. Pero cualquier persona medianamente noble (entendiendo la inteligencia como el rasgo más actual de la nobleza) cualquier persona noble, digo, que haya escuchado las melonadas o lugares comunes que este músico ha dicho últimamente en la televisión francesa sobre la procedencia del independentismo catalán, supongo que ya lo habrá echado de su palacio. Para mí este mentecato violagambista no toca más en el mío, y menos la Música dedicada por Bocherini a Madrid. Jordi Savall es la perfecta muestra de que aún en el siglo XXI los músicos pueden ser poco más que un criado y que su opinión en una materia tan seria e importante como la política está al nivel de un paria. Así que una vez que se ha destapado y quiere opinar como una persona importante, a la calle con él por muy virtuoso que sea con la viola de gamba.
Pongamos mejor el soundtrack de la peli que, va por millón y
medio de visitas en internet, o sea, que casi le coge
Acabamos esta pequeña selección musical en el Imperio Austro Húngaro, cuando la
música quiere dejar de ser ornamento del palacio para construirse palacios para
sí misma.
Cuando uno compara el salto que se da desde un Haydn vestido
con librea en el palacio de los Esterhazy,
a la casa que se construyó para sí mismo en Viena en los últimos años de
su vida nos damos perfecta cuenta de que esto que acabo de decir. Viene a
representar el salto entre cualquiera de sus piezas de palacio y las sinfonías
de Londres que le catapultaron a la condición de notable o noble de la música.
¿Cuál de las dos músicas prefieren? Casi todo el mundo hemos conocido a Haydn por su aportación a las Sinfonías, verdaderos “palacios de la música”. Pero como hoy estamos hurgando en esa condición subalterna de la música respecto al poder que exhiben los palacios, mejor escuchar algo más sencillo. Algo que Haydn tocaría en la antecámara de alguna alcoba del palacio de los Esterhazy para ambientar la holgada vida de sus señoritos. Por ejemplo, una pieza primeriza como el cuarteto nº 2 del Opus 1.
Aquí el enlace al audio de la emisión en el programa Longitud de Onda de Radio Clásica de Radio Nacional de España.