jueves, mayo 18, 2017

LOS TEJADOS JAPONESES



Hace unos días nos pusimos a ver BARBARROJA, una película de Akiro Kurosawa rodada en 1965 que tenía los mejores parabienes, pero tuvimos que desistir de verla porque en la versión que habíamos conseguido los subtítulos estaban descoordinados con los fotogramas. En cualquier caso, me dejó impactado que las imágenes que usaba de fondo para los créditos iniciales de la película eran todas de tejados.








En cierto modo, pensé, los tejados japoneses podrían ser el elemento arquitectónico más próximo a nuestra arquitectura, pues aunque la teja tenga una ondulación algo distinta y los adornos de cumbreros o remates sean algo más historiados, los faldones tienen por lo general  la misma pendiente y la misma sencillez geométrica que los tejados de nuestras casas tradicionales.

En los anteriores posts de este blog hemos estado buscando la esencia de la arquitectura japonesa en los tatamis del suelo o en los shojis de las paredes, pero cuando Luis Diez del Corral se puso a entrar en profundidades sobre palacios, templos y todo tipo de construcciones domésticas japonesas dejó escrita una frase (pag 421 de DEL NUEVO AL VIEJO MUNDO) que no pude dejar de subrayar en mi primera lectura de su libro: "La arquitectura nipona es esencialmente una arquitectura de tejados".

Setenta páginas más atrás, rememorando el viaje en tren que le llevó de Tokio a Matsushima, escribió otra observación sobre los tejados japoneses (o sobre las esencias de su arquitectura) que viene a desarrollar, o que era la preparación, de esa frase lapidaria: "En los países occidentales, europeos o americanos, existen muchas regiones donde los campesinos viven también en casas de madera, pero raramente llega la arquitectura rústica a eliminar de manera tan sistemática como la nipona todo elemento constructivo de procedencia no orgánica. Hay una prueba contundente a estos efectos en el caso de Japón aunque tarde en darse cuenta de ella el viajero: la ausencia de chimeneas. Nótase que les falta algo a las casas que tan insistentemente desfilan junto a la ventanilla del tren, algo no accesorio sino muy esencial, que no se acierta a precisar, hasta que al fin se descubre que sobre las techumbres de madera o de brezo no hay aditamento previsto para la salida de humo."



Ninguna ilustración mejor para esa inteligente observación que las imágenes que Win Wenders nos regaló en TOKIO-GA sobre el cine de Yasijuro Ozu: la de los trenes pasando por entre las casas. Ni una chimenea, en efecto. Sólo un paisaje de pliegues geométricos a base de limpios faldones.


Sin embargo, en la tercera de las imágenes capturadas de ese paso de trenes entre las casas del cine de Ozu en de Tokio Ga vemos arriba, por encima de las casas, una construcción singular, palacio o templo, donde los tejados (volvemos a las observaciones de Luis Diez del Corral de la página 421) "parece que se expanden por el aire al modo de los ramajes de los cedros"


Tejados de la arquitectura doméstica como un mar de olas geométricas. Tejados de palacios, templos y pagodas, como ramas de grandes cedros o de criptomerias (volveremos a la arquitectura de templos y palacios más adelante). Esas eran las verdaderas esencias de la arquitectura nipona, según escribió mi tío.

Bueno, al menos, hasta que llegaron los modernos...