jueves, mayo 11, 2017

VIVIR EN EL SUELO



Decir casa japonesa es decir tatami. Cuando ejercía de profesor de diseño de interiores solía explicar a mis alumnos que para un árabe una alfombra es casi ya una casa. Le basta con sacar la alfombra del camello o del Toyota, desenrollarla y extenderla sobre el suelo para sentirse en casa. En Arabia no hay problema de que se moje. Y si se tiene imaginación, es también casa de los sueños y hasta se puede viajar y volar con ella, al estilo de Aladino...

Pero mientras la alfombra es una pieza individual, flexible (y hasta voladora), el tatami es una pieza rígida que se usa para rellenar el suelo de una habitación a modo de módulo. Según he podido ver en un sitio y otro, el tradicional tatami tiene 90 cms de ancho por 180 de largo, es decir, que es un rectángulo formado por dos cuadrados. He buscado en la red a ver quién vende tatamis en España y el punto de venta más accesible creo que es amazon que oferta unos tatamis algo más grandes que los tradicionales (o más adaptados al sistema métrico decimal...) de 100 cms de ancho y 200 de largo por 95€ (mas 30 de envío)


Si os fijais, el tamami doméstico tiene unas cenefas oscuras por el lado más largo, mientras que por el lado corto no, de ese modo, según se pongan en sentido lineal o cruzado el dibujo de los suelos siempre es muy variado. En el anuncio de amazon no veo los "medios tatamis" pero en todas las fotos de suelos japoneses se suelen ver con frecuencia:



Los tatamis están hechos de paja de arroz prensada recubierta de una estera de junquillo, por lo que es muy agradable al tacto y justifica plenamente lo de tener que andar descalzo por encima de ellos.

Como en la arquitectura tradicional japonesa no existe la cama, sino que se duerme sobre un futón extendido por la noche sobre un tatami, todas las habitaciones sirven como salas de estar o dormitorios. Y las dimensiones de las habitaciones no se dan en metros cuadrados sino en número de tatamis empleados para cubrir el suelo.  Si los tatamis de la siguiente foto son los tradicionales de 90 por 180 ya vemos que la anchura de esa habitación tiene 3,60 m.


Hasta ahora todo muy bonito porque la modulación y la buena arquitectura están hechas la una para la otra (véanse si se tiene tiempo este par de pequeñas lecciones de diseño escritas para mis alumnos). Pero... conmigo, ay, ya es pena..., nunca se alcanza la felicidad. Y es que puestos a pensar (o sea, a practicar esa maldita actividad que nos priva de la felicidad) a mí se me da que eso de vivir pegados al suelo tiene que ver con una fase de la evolución humana que hace milenios dejamos atrás.


Dicen los fisiólogos que la postura erecta de los seres humanos pone en tensión tal número de músculos que estar de pie mucho tiempo resulta agotador, de ahí que uno de los primeros inventos del homus erectus tuvo que ser la silla.


Pero las patas de la silla...¡vade retro! se cargarían los tatamis en un visto y no visto, así que ¡fuera sillas de la casa japonesa! Vuelta a la vida en el suelo...


Si para dormir extendemos el futón sobre el tatami, para sentarse en el suelo, sea sobre el tatami o sobre la tarima del roka (galería exterior a la casa sobre la que hablaremos más adelante) pondremos el zabutón, un cojín de unos 50 por 50. Pero como la postura de sentado en cuclillas no es ya algo que soporte el homus erectus occidentalis se ve que se ha inventado para él un respaldo que se sostiene por debajo del zabutón.


Aunque... ay, para las patas de las mesas no se ha inventado nada, así que ya veo que nos vamos a cargar los tatamis!!!

Todo no se puede tener...