Quién iba a decirme a mí que la arquitectura japonesa me fuera a sacar de un pequeño apuro al intentar ayudar a una de mis hijas a amueblar su salón... Sucedió la semana pasada en su nuevo piso de Lausanne. La habitación principal de la casa tenía un pequeño chaflán y no había forma de que los muebles del anterior piso encajaran. Justo desde uno de los costados de la ventana que daba a ese chaflán se veía por entre calles el lago de Lemán. Como era el único punto de la casa que tenía tan privilegiadas vistas lo asocié con un lugar sagrado y pensé que no había que poner mueble alguno allí sino en todo caso algún tipo de signo de ese carácter tan especial. Me acordé entonces de algo que en estos días atrás había leído sobre la arquitectura tradicional japonesa y me dije: ahí hay que hacer un tokonoma.
Yo no sé muy bien lo que es un tokonoma y las definiciones que voy encontrando por aquí o por allá no me lo aclaran tampoco del todo, pero para un lector de Christopher Alexander no es tan difícil imaginar que se trata del pattern de una casita dentro de una casa, de un altar, de una capilla donde poner algunos objetos venerables, alguna caligrafía emotiva, algún recuerdo de otros mundos, algún signo de otra dimensión.
En general parece un recurso muy bueno para combinar con un armario y completar el fondo de una pared, así que el tokonoma que había ideado para el rincón que daba a la ventana del chaflán del salón de la casa de mi hija en Lausanne seguro que no pasa el visado de los entendidos en arquitectura japonesa, sobre todo porque una de las cualidades fundamentales de los tokonomas es tener un suelo diferenciado del resto de la habitación, pero eso siempre se le podrá añadir en el futuro.
Su hermana le había regalado recientemente un diosecillo de la salud traído de unas vacaciones en Sri Lanka, así que con el dios, las barras de incienso, una vela y otros restos del amueblamiento y decoración de piso anterior se fue completando nuestro primer tributo a la arquitectura japonesa.
En las fotos que salen en la red poniendo tokonoma puede verse a gente que se los construye como si se tratara de un mueble (una casita dentro de la casa), pero como todo pattern creo que es mejor que no tenga una forma definida sino que sea un recurso más en nuestra capacidad de organización de los espacios de la casa y en la búsqueda de significaciones para los lugares que les hagan trascender su mera funcionalidad.
Sea como fuere, es otra cosa más (otra palabra importante) que hemos podido aprender gracias a nuestro viaje 2017 a Japón.