miércoles, mayo 31, 2017

LOS ÚLTIMOS DE JAPÓN



Todo el mundo ha acabado por sentir amor, o por lo menos piedad, hacia el primer país que sufrió en sus carnes los devastadores poderes de la energía nuclear, pero esa condición de víctima que Japón adquirió tras el brusco final de la Segunda Guerra Mundial ha ocultado que los japoneses son uno de los pueblos guerreros menos propensos o dispuestos a la rendición. Entre las cosas que he leído estas semanas atrás sobre las bombas de Hiroshima y Nagasaki está el análisis de que sin ese par de deflagraciones nucleares el final de la contienda entre Estados Unidos y Japón hubiera sido terriblemente más cruenta. Según documentos de la época, ante una posible ocupación norteamericana los japoneses estaban dispuestos a morir con los cuchillos de casa en la mano. Todo menos rendirse.

Tras las pasadas semanas de interés por formar un grupo de amigos y arquitectos de Logroño para organizar un viaje a Japón, algo de ese espíritu indómito parece que se nos ha pegado a unos cuantos porque, aunque todo parecía ponerse en contra, al final de la reunión del lunes 29 de mayo no nos dimos por vencidos y acordamos que tarde o temprano acabaríamos yendo juntos a Japón, y que ese acuerdo no era una derrota sino el germen de un futuro triunfo.

Ya una semana antes Raúl Gonzalo (y no yo) se había constituido en el auténtico valedor del viaje. "Da igual lo que cueste, Juan, -me había dicho por teléfono-, lo importante es volver a juntar a una piña de arquitectos para salir afuera y ver mundo. Sí, vale, seguramente si se lo organiza uno por sus propios medios igual te sale más barato, pero no es lo mismo. La buena compañía o la camaradería entre arquitectos es algo que no tiene precio". A decir verdad me quedé impresionado por el entusiasmo de Raúl y por la razón y el valor de sus palabras, ...aunque también con la pena esa del pesimista que acaba por pensar que lo que no tiene precio... se desprecia.

De un posible grupo de 21 personas interesadas en un viaje a Japón para los próximos San Mateos nos habíamos quedado sólo ocho, Antonio Blasco, Eva Gil, Raúl Gonzalo, Yolanda Soares, Chema Peláez y Cristina, y mi mujer y yo, aunque a última hora aparecieron dos refuerzos más: Inmaculada Sanz y Jorge Leal.

Japón es un mundo mucho más denso y abigarrado de lo que yo había pensado. Y formar un grupo de antiguos viajeros del COAR en estos tiempos de facebook o uasaps, también es algo más complicado de lo que había podido imaginar. Los sociólogos y analistas de la conducta ya están avisando de que todo el mundo prefiere dar o recibir cientos de "visitas al blog" o miles de "megustan" por aquí y por allá antes que comprometerse en la más mínima cosa. La amplia red de contactos superficiales está sustituyendo, cuando no anulando, al contacto personal. Y por eso mismo, creo que la alegre mesa de los "últimos de Japón" es el mejor recuerdo de estas semanas de ilusiones y preparativos. O tal y como acordamos, el mejor germen de un futuro viaje.

Para crear un grupo de treinta o cuarenta viajeros arquitectos con destino a Japón, hay que seguir profundizando mucho más en su cultura, hay que pensar recorridos concretos de arquitectura moderna, hay que estudiar y seleccionar algún templo que valga la pena de entre los miles de templos que ofrecen, hay que pensar en paisajes no trillados o lugares más selectos, y lo que siempre me ha gustado a mí para los viajes COAR, hay que dar con alguien de confianza en Japón que nos pudiera abrir camino y servir de interlocutor. Pero por otro lado, entre las conclusiones de esta experiencia de organización, también he sacado la conclusión que hay que dejarse de blogs, mails, facebook y uasaps y aceptar que no son el sustituto de las tradicionales relaciones personales, porque... para viajes virtuales ¡ya está la red! Viajar con personas, es otra cosa. No digo que sea como "hacer la guerra", pero... casi, ja ja ja.

Lo dicho, este año no ha podido ser, pero los últimos de San Mateo Nipón 2017... ¡no se rinden!