viernes, octubre 07, 2016

LA CONSTRUCCION DE LA UNIVERSIDAD DE LA RIOJA



Escuela de Magisterio. Calle Luis de Ulloa. No he podido encontrar fecha y autoría pero cabe situar su construcción a comienzos de los años cincuenta con un proyecto traído de Madrid. (Cuando empezaba yo a escribir cosas sobre la arquitectura más cercana, redacté un articulillo sobre este edificio para la revista Logroño-Ciudad con un dibujito a modo de ilustración. Está publicado también en el compendio de artículos titulado El Retablo de Ambasaguas, pag 106 ed COAR, si bien aún no lo he subido a la red/cualquier día de estos...)

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1957. Escuela de Peritos Industriales. Calle Luis de Ulloa; arqto: Jesús Rafael de Basterrechea, de Bilbao, quien también proyectó la Escuela de Ingenieros de Bilbao. Codirige las obras el arquitecto logroñés Luis González.

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1972. Colegio Universitario. Calle Obispo Bustamante, detrás de la Escuela de Artes y Oficios. El arquitecto de la Diputación Alfonso Echevarría Macua adapta el edificio de la Residencia Militar de Oficiales (foto siguiente), como sede principal del embrión de la Universidad de la Rioja.



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Habilitación de aulas en el Colegio de Salvatorianos. El colegio fue obra de Rafael Gil Albarellos en 1956. Ignoro quién apañaría sus aulas para su uso universitario. Quizás no hubo mucho que hacer, pero seguramente se lo confiarían también a Pirro (Alfonso Echevarría Macua).

En el año 2000, Juan José García Escudero remodela un pabellón para Escuela de Marketing y Residencia Universitaria. (Proyectar La Rioja 16 p 67)

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1986. Habilitación para usos universitarios del Colegio Menor de la Sección Femenina. Construido en 1970 por el arqto Carlos Rivera Martínez, la reforma la firman  en 1986 Victor Uriarte y Pilar G Amilburu.

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(?) Facultad de Empresariales (?). Edificio misterioso que ahora mismo (2016) está rotulado como  Instituto Sagasta (!). En el archivo del Ayuntamiento no hay dato alguno de su proyecto, fecha o autoría. Tan sólo que en 1990, el arquitecto del Ministerio de Educación y Ciencia José Manuel Palacios, firma la construcción de un ascensor en su interior.

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1987. Facultad de Empresariales. Arquitectos: Pedro Alfonso del Castillo y Julio Sabrás. En 1998 se reforma para instalar la Facultad de Filologías. Arquitecto Pedro Moral Rueda, DO: Araceli Barrio (PLR 10, pag 65).  

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1989. Adaptación de la antigua fábrica de somieres Acedo para sede del Vicerrectorado de la Universidad de Zaragoza en La Rioja. Arquitecto: Basilio Tobías, de Zaragoza.

A comienzos de los años noventa se convoca un concurso de ideas para la Ordenación del futuro campus de la Universidad de la Rioja. Se presentan cuatro propuestas, y una fuera del plazo fijado por el concurso. El Jurado da como ganadora a la propuesta presentada fuera de plazo, firmada por un equipo dirigido por el arquitecto José Miguel León. No he tenido acceso a la documentación del concurso porque en el Archivo Municipal no hay nada de ello. Supongo que la Universidad guardará la documentación. A nivel de comentarios tengo la noticia de que una de las propuestas del equipo ganador para dar cierta unidad al campus universitario es que, puesto que los dos edificios originarios, Magisterio y Peritos, eran de ladrillo rojo, todos los edificios que se fueran a construir a partir de entonces tendrían que ser del mismo material.


1992 - 95. Edificio departamental. Arquitectos: Raúl Gonzalo y Julián Torres. En ladrillo rojo. De manera sorprendente, la entrada no da a la calle sino a la trasera del edificio de Peritos.



1993-1995. Biblioteca Universitaria. Arquitecto Gerardo Cuadra. Da su entrada a la calle Piscinas (llamada a partir de ahí Prolongación de San José de Calasanz) que parecía destinada a ser el eje del campus. Intenta cierta continuidad volumétrica con el edificio de Magisterio. También en ladrillo rojo, aunque el cuerpo en esquina lo forrara de piedra blanca.

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1994. Edificio Quintiliano. Arquitecto: José Miguel León. Buque insignia del nuevo programa constructivo de la Universidad de La Rioja, todo en ladrillo rojo, puso su entrada en la calle Cigüeña junto a Piscinas dando la espalda a la ciudad:


Para dar idea de "campus", el edificio se aleja de las aceras y se rodea de césped:



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1995 - 1998. Rectorado de la Universidad. Arquitectos: Ana Achiaga, Antonio del Castillo y Araceli Barrio. DO: Domingo García-Pozuelo. A diferencia del anterior, este sí que mira a la ciudad y va enteramente forrado de blanco. Pareciera que estuviera enfadado con el Quintiliano. (PLR 5 p 5).

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1996. Plan Especial Universidad. Arquitecto Municipal: Jesús López Araquistáin. Como la gestión legal del suelo para el campus no estaba del todo resuelta, y la ordenación tampoco, desde el Ayuntamiento echan una mano con un "plan de parcelas" y la "idea" de que la calle Piscinas se convierta en el eje del campus, partiendo el Centro Los Angeles y llegando hasta el edificio Científico y Tecnológico, que por lo que se ve ya estaba pensado a la hora de hacer el plan especial. Tanta cantidad de pensamiento urbanístico, abruma. Es justo lo que necesitaba la Universidad.

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1997-2000 Centro Científico Tecnológico. Arquitectos César Caicoya y Aitor Azcárate. en la DO, Domingo García-Pozuelo. Con mucho verde de campus alrededor, nada de ladrillo rojo y una geometría de cefalópodo que lo hace autónomo o ensimismado e imposible de articular o unir con el resto del campus. Está tan mal encajado que hasta en la calle Mario Vargas Llosa se sale de la parcela:



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1998 - 1999. Reformas y forrado de la Escuela de Magisterio que pasa a llamarse Edificio Vives. Arquitectos Pedro del Moral y Domingo García-Pozuelo.  Cambio radical de imagen con que se abandona definitivamente la idea de que el ladrillo rojo fuera el material de nexo universitario. (PLR 11 p 68). Los historiadores tienen aquí un tema muy bonito para investigar si esa disparidad de criterios pudiera ser el reflejo de la rivalidad soterrada que siempre ha habido entre José Miguel León y Domingo García-Pozuelo por el protagonismo o la preeminencia cultural en el seno del COAR.


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1998 - 99. Polideportivo Universitario. Arquitecto: Enrique Aranzubía. DO: Araceli Barrio. (PLR 12, p 49). Cuando pregunto a la gente por el edifico más feo de Logroño, me suelen decir que éste podría ser muy bien uno de los aspirantes al título.



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2004 - 2005. Residencia Universitaria La Ribera. Arquitecto: Juan de Avalos, hijo del célebre escultor del Valle de los Caídos y tirador olímpico por más señas. Situada fuera del plan especial Universidad, pero justo al lado, es decir, en el plan especial Ribera Campus, es de titularidad privada pero ocupa un privilegiado espacio en lo que fueron las huertas de Madre de Dios, si bien en su fachada a la ciudad le ha caído en suerte una rotonda frontal que produce en su acceso principal una imagen bastante desolada. Si a ello unimos la extraña planta en U abierta al Este y cortada a bisel, entenderemos pronto que su aportación a la imagen de la Universidad de La Rioja no es muy positiva que digamos. 

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2006. Rehabilitación y forrado exterior de la Escuela de Peritos. Arquitectos: Luis Fidel Cámara y Miguel Angel Cámara, de Arbau arquitectos, Madrid, autores del Instituto Comercio situado en el plan especial Ribera Campus. (rev Formas de Proyectar n6 pag 47). Calidades constructivas al margen, a nivel simbólico siguen la línea marcada por la reforma del edificio de Magisterio en el intento de borrar cualquier vestigio de los modestos orígenes de la Universidad de La Rioja. 


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A comienzos de la primera crisis económica del siglo, la Universidad encargó al arquitecto Javier Dulín la redacción de un proyecto para edificio social universitario en el solar situado en la esquina de las calles Luis de Ulloa con Madre de Dios, pero el encargo fue paralizado ante la falta de fondos para construirlo. Como puede verse en la maqueta y en el plano adjunto facilitados por el propio arquitecto, el edificio partía de hacer realidad la continuidad de la calle Cantabria como auténtico eje vertebrador del campus.


Al parecer, una mala e imprudente gestión del Ayuntamiento con el colegio Los Angeles dio al traste con la operación. En todo caso, el edificio ofrecía a la calle Madre de Dios una amplia escalinata con la idea, supongo, de ofrecer una digna fachada que el campus no podía ya tener.


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Por el blog de LOOP arquitectos, ganadores del concurso Europan en Logroño, nos enteramos de que en el 2007 el Ayuntamiento (?) les encargó un pabellón multiusos para la Universidad. 


Por la imagen que dan parece pensado para la parcela inferior del campus junto al cuarto puente. 


En todo caso la información de su web/blog es muy escueta y poca idea nos podemos hacer de lo que hubiera podido significar para la globalidad del campus caso de hacerse realidad. Seguramente una pieza inconexa más 

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Entre el 2008 y el 2013, el Centro Los Angeles para personas con discapacidad intelectual, cuya parcela longitudinal había bloqueado la creación de un posible eje interior del Campus Universitario como prolongación de la calle Piscinas, acomete el derribo de los viejos edificios de aulas y dormitorios para construir con entrada por Madre de Dios dos edificios nuevos, uno para Residencia, arqto José Antonio Fernández Alonso (2008) y otro para Espacios de Formación (2013) de la arquitecta Mercedes Cifrián en el solar anexo al previsto para Centro Social Universitario. 




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La prolongación de la calle Piscinas, pensada como eje del Campus, se queda en prolongación de la calle San José de Calasanz con una curva de noventa grados delante de la Facultad de Filologías:


Las dos grandes parcelas ubicadas al Este del edificio Quintiliano siguen sin edificarse, una dedicada a parking y paso peatonal hacia el centro comercial Berceo..., 



... y la otra como solar trasero del asilo Santa Justa y del nuevo edificio de la UNIR, Universidad Internacional de La Rioja, de carácter privado y que compite decididamente con la Universidad Pública de La Rioja merced a sus servicios on line: 




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2008 - 2009. Pabellón y Puerta del recinto para Investigación Agrícola de la Universidad. Al otro lado de la calle Mario Vargas Llosa, el arqto Javier Gómez Garrido realiza una puerta al campo en acero corten sobre zócalo de hormigón y un pabellón blanco al fondo, como últimos gritos de la moda en arquitectura universitaria riojana.  



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2015. Conclusión de las obras del cuarto brazo del Centro Científico y Tecnológico y urbanización del nuevo acceso, arquitectos, Caicoya y Zárate (a falta de confirmar si en la dirección de obra la Universidad puso arquitecto propio toda vez que García Pozuelo ya no trabajaba para la UR) en el que el césped del campus cede terreno al opus caementicium con parterres floreados y farolismo geométrico sobre alcorques adoquinados. . 



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Yo siempre he tenido mis dudas sobre las "excelencias" que la Universidad de La Rioja se otorgaba a sí misma en cuanto a la calidad de su educación. Pero a falta de más pruebas o mejores argumentos, siguen siendo dudas. Ahora bien, en diciembre del 2006 redactaba una nota en este mismo blog en el que apuntaba a la relación directa entre la arquitectura y la educación. Una vez hecho este repaso a la forma en que se ha construido la Universidad de la Rioja, creo que ya hay algunos argumentos. 

Aquí un mapa de la zona en la que se señalan con puntos amarillos la ubicación de los accesos de todos los edificios reseñados o de los solares universitarios no edificados.


lunes, junio 20, 2016

AUTONOMIA Y TURISMO. AMÉN



(en el verano del 2005, antes de la aparición de los blogs, la revista Piedra de Rayo me pidió una colaboración sobre la Exposición de la segunda muestra o certamen La Rioja Tierra Abierta que se celebró en Nájera. Tuve el honor de comparti cartel con otros dos grandes críticos y observadores del evento, Iñigo Jauregui Ezquibela y Demetrio Guinea. Los tres artículos aparecieron en el nº 18 de Piedra de Rayo y yo ya me había olvidado de ello. Así que lo reproduzco aquí con algunas de las fotos que hice en mi visita)


El hombre es un animal sacralizador: a poco que se emocione con algo, -sea la silueta de un monte, una historia curiosa o un personaje singular-, rápidamente se inventa una  leyenda, organiza un rito o levanta un altar para conmemorar su entusiasmo. O en estos nuestros tiempos, y sin ir más lejos, saca la cámara y dispara una foto para eternizar el motivo de su sorpresa y alegría.

Con todo, por encima de sus hallazgos están sus propias invenciones; así que el rango superior de su capacidad sacralizadora recae en las ideas y divinidades que imagina: ideas y divinidades a las que, de inmediato, reserva siempre los mejores lugares y erige sus mejores construcciones.

El problema es que cuando esas invenciones caen en desgracia, el abandono o la ruina de los edificios a ellos consagrados producen un extraño desasosiego. Al observador de nuestro tiempo le cuesta imaginar que algunas de las más significativas iglesias y los más grandes conventos llegaran en su momento a convertirse en cuadras, almacenes o ruinas. Pero así fue ciertamente, y una investigación seria y una exposición bien documentada sobre el grado de deterioro y abandono al que llegó nuestro patrimonio religioso, depararía no pocas sorpresas y mucho conocimiento.

Si algunos de esos edificios consiguieron llegar hasta nosotros fue porque la Historia del Arte, hija natural de esa Ilustración que hizo caer en desgracia a santos y dioses, dio en coleccionar y sacralizar otra vez aquellos edificios antaño sagrados, y aceptó reinstalar en ellos a sus dioses y santos primitivos para darles mayor rigor histórico; y sobre todo, porque recolocó en ellos a sus sacerdotes, para asegurar un mantenimiento barato y para que todo pareciera mucho más real -como en los museos etnográficos.

Pero ni en San Millán de la Cogolla ni en Santa María la Real de Nájera, las exiguas comunidades religiosas que los volvieron a ocupar pudieron hacerse cargo de tan inmensos edificios, y durante el siglo XX los habitaron con más pena que gloria. Dineros públicos y arquitectos rancios o iluminados venían caprichosamente desde Madrid de la mano de la Dirección General de Bellas Artes, a rasgar aquí o a reponer allá, al son de las diversas teorías de la restauración.

Con el invento de Autonomía como nueva diosa fin de milenio, nuestros viejos y sagrados lugares -de la religión primero, y de la Historia del Arte después-, han pasado a ser también lugares sagrados de esa Autonomía que ahora los ofrece a propios y a extraños con la doble vitola de señas de “nuestra identidad” (histórica) y “máquinas de hacer dinero” (turístico).

La reapertura de Santa María la Real de Nájera para la nueva diosa político turística, respetando los derechos de los curas y con los permisos y las bendiciones de los historiadores del arte, ha supuesto unas cuantas operaciones estéticas de performance en este verano del 2005 que es preciso (y precioso) documentar. 

En primer lugar, conforme a una estética basada en la deconstrucción, se han colgado por entre casas y calles de la ciudad de Nájera grandes fotos de elementos parciales del edificio resacralizado dando a entender que el viejo convento se ha inflado, expandido y multiplicado. Se produce así el curioso fenómeno de que es mucho más interesante, cómodo y barato ver la sillería de Santa María la Real en la mismísima Calle Mayor que en el propio coro de la iglesia donde, por cierto, está parcial e irritantemente iluminada.




En segundo lugar, se ha intervenido en el propio espacio ceremonial de la iglesia, rompiendo su unidad, mediante la instalación en el centro de la nave principal de una caja opaca por fuera y negra por dentro desde el que poder ver el retablo como en un minicine. Se consigue de ese modo que el visitante entienda que el nuevo recorrido ritual no es el del gran eje que nos lleva al altar sino el sinuoso vagabundeo del turista por entre sepulcros, naves fragmentadas o espacios museísticos. 




Al respecto, en una nave lateral se ha dispuesto una hilera de vírgenes en pedestales de museo en vez de en altares, y se han proyectado rótulos sobre las paredes y personajes históricos sobre pantallas para dar al recinto un aire multimedia.

Tras enseñar al visitante la verdad histórica de algunas de aquellas incursiones de la Dirección General de Bellas Artes en el monumento (torre y espacio Bellosillo/ las de Chueca han quedado definitivamente ocultas sobre el cielo raso), en tercer lugar se han instalado en el claustro alto una serie de extrañas simulaciones de un escritorio medieval, una bodega, una farmacia y hasta una viña (¿qué hará una viña dentro del convento?) para intentar explicar la antigua vida monacal desde una estética de plató de televisión o teatro de vanguardia. 




Sin embargo, el único vestigio real y verdadero que aún queda de la regla benedictina del “ora et labora”, es decir, la hermosa huerta ubicada entre el claustro y el convento, sigue oculta al visitante por una tapia alta, probablemente erigida en los tiempos de la ruina y el abandono.

Finalmente, las arquerías del espléndido y recién restaurado Claustro de los Caballeros se han utilizado en dos de sus lados como un espacio museístico (donde, dicho sea de paso, piezas hermosas y valiosísimas, como la arqueta de Bañares, se muestran en similares condiciones que facsímiles o modestas piezas arqueológicas, religiosas o etnográficas), mientras que en los dos restantes lados, algunos elementos arquitectónicos renacentistas aparecen subrayados por la decoración moderna de unos chapones negros. Completan la intervención unas flores de espejo y cristal de dudosa imitación aaltiana que, como dice en el rótulo puesto al efecto, intentan que el patio del claustro pudiera entenderse como un nuevo jardín del Edén.





A juzgar por las cifras de visitantes y por el entusiasmo unánime de la prensa local, la operación ha sido un éxito rotundo, y todos compartimos las sonrisas de felicidad de visitantes, políticos y hosteleros.


Ahora bien, dado que las intervenciones reseñadas tienen fecha de caducidad y que el hombre sigue siendo un animal sacralizador, uno se pregunta no sin cierta preocupación por el rumbo o el destino de este tipo de lugares sagrados y por los futuros procesos de sacralizaciones a que nos pueden llevar. 

Ciertamente es un alivio que la puesta de un lugar así al servicio de Autonomía y de Turismo sea tan breve; pero tras un proceso tan exitoso ¿no da pena que el edificio vuelva a los lánguidos años de un convento semivacío y de una explotación turística pueblerina? O aún peor: ¿y si a alguien se le ocurre que ese escritorio, ese minicine, esas vírgenes en hilera, esa bodega, ¡esa viña!, esas flores de cristal o esos chapones negros de las paredes del claustro, son la verdadera expresión de la modernidad y del futuro, y deciden dejarlos allí?

Sea como fuere, lo importante es haberlo visto, haberlo contado y, por supuesto, haberlo fotografiado. A mayor gloria de los nuevos dioses y de nuestra capacidad sacralizadora. Amén.