martes, enero 16, 2024

DUQUESA DE LA VICTORIA



Desde hace muchos años veo al vecino que vive enfrente de mi casa en Duquesa de la Vitoria, coger su bici para ir al trabajo o a cualquier recado o gestión, y dirigirse hacia la glorieta del Doctor Zubía, y más adelante hacia el Espolón (...luego les diré quién es). Trabaja por la zona de la plaza de Murrieta, por lo que me recuerda mucho a mí cuando hace unos veinte o treinta años cogía la bici con mi saxofón a la espalda para ir a ensayar a las Escuelas Trevijano haciendo el mismo itinerario, es decir, siguiendo desde el Espolón por la calle Bretón de los Herreros hasta la plaza de Murrieta. Por eso aunque yo ahora, como buen jubilado, no coja la bici (y eléctrica) más que para ir al monte, me siento muy identificado con él. 

La diferencia estriba en que mientras en aquellos años ese recorrido era para mí un paseo sin peligro alguno, dado el ancho de las calles por las que pasaba (Duquesa de la Victoria, Muro de la Mata y Bretón de los Herreros), y que tenía mi camino de retorno por Avda Portugal y la calle Calvo Sotelo (todavía no peatonalizada), cada vez que le veo a él pedalear por el carril único que se hizo en la reforma de la calle Duquesa de la Victoria de la era de Hermoso de Mendoza, se me eriza el cabello si va ralentizado a la caravana de coches que se le forma detrás, sobre todo cuando algún impaciente automovilista se pone a adelantarle casi rozándole el manillar. 

Esa situación de peligro veo ahora que se va a perpetuar con las ideas del proyecto de reforma definitiva de la calle Duquesa de la Victoria que el Ayuntamiento de Conrado Escobar presentó a la ciudad en la Biblioteca Rafael Azcona en la tarde noche del 15 de enero del 2024. Con cierta sensación de culpabilidad (o de traición al electorado) y justificándose en subvenciones de fondos europeos, aceptan mantener el "eje ciclista" Este Oeste de la ciudad que se cargó la calle, manteniendo su filosofía de un carril bici segregado, retocando en todo caso las chapuzas de diseño del anterior consistorio, haciendo ahora recto y continuo el peligroso e ineficiente zigzagueo del único carril para los automóviles que dejó Hermoso de Mendoza (perdón por tanto gerundio, pero son las prisas del directo).  

Un vecino de la calle muy pesadito de los que cogen la palabra y no la sueltan (creo que mencionó vivir por el número 65), dijo entre muchas cosas más o menos sensatas que había que quitar el carril bici que hizo el anterior consistorio porque la cifra de ciclistas que lo usaba era ridícula; a lo que mi vecino le interpeló, con verdad, que él lo usaba varias veces cada día. Tuve ganas entonces de intervenir en la disputa, pero viendo que todo el mundo pedía la palabra y aquello se embarullaba, abandoné la sala y me dije que mucho mejor hacerlo por escrito. 

Lo que hubiera dicho entonces y voy a decir aquí (sea donde sea que publique esto, porque los periódicos riojanos me están vedados) es que mi vecino va y viene a su casa en bici de dos maneras muy diferentes: cuando sale de casa y va hacia la Glorieta, lo hace casi siempre jugándose el tipo, como he dicho, reteniendo a una fila de coches detrás a expensas de que algún impaciente le adelante rozándole el manillar y tirándole al suelo. Y sin embargo, cuando regresa a casa desde el Espolón, lo hace por un carril bici pintado de rojo y segregado del tráfico peatonal y rodado, solo y a sus anchas como si fuera un general. Es decir, que ambos contendientes en la disputa tenían su razón: el vecino que dijo que el carril bici rojo está de más, puso el dedo en la llaga de que los ciclistas que bajan por él van sobrados de espacio (mientras que los coches que cargan y descargan lo hacen con apreturas...); y sin embargo, puedo asegurar que los que suben hacia la Glorieta lo hacen en condiciones mucho peores que las que yo tenía cuando iba tranquilamente en bici por Duquesa de la Victoria hace veinte o treinta años.  

Ya por entonces echaba yo en falta que algún alcalde pintase simplemente una rayita blanca a la derecha de los dos carriles de circulación para que los coches tuvieran un poco más de respeto o miramiento con las bicis, pero de entonces para acá no se hizo nada, y en los últimos años hemos visto con sorpresa que los ayuntamientos se han puesto a hacer carriles bici segregados del resto de la circulación en calles donde no hay espacio para ello. Lo del carril bici "segregado" está muy bien cuando los coches van a velocidades superiores a los 30 kms por hora, y cuando las calles son anchas, como todas las de la periferia de Logroño; pero en las calles del centro de Logroño, cuando con tanto cruce, semáforos o pasos de peatones elevados, los coches no pueden, ni aunque quisieran, pasar de esa velocidad, resulta completamente insensato meter esas vías rojas tanto en la dirección de los coches como, sobre todo, en la contraria, que es el caso que se quiere perpetuar en Duquesa de la Victoria. 

Dicho de otro modo, Sr. Conrado, haga usted el favor de respetar el sentido del voto de los ciudadanos que le auparon a la alcaldía, olvídese de los remilgos con que han acometido el anteproyecto de la calle Duquesa de la Victoria y pónganse a pensar con más atino en todo el sistema viario de la ciudad de Logroño, tanto en su parte de "calles y casas" que no admite carriles bici segregados, como en su parte de "bloques y autovías" donde seguramente tienen su lugar;... no sea que por agarrar una subvención  europea se cargue para siempre nuestra calle y nuestra ciudad y vuelva pronto a la alcaldía aquél a quien los logroñeses le quitaron justa y democráticamente el bastón de mando.

Ah, sí, se me olvidaba: no creo que a él le importe que lo diga, porque en la reunión mencionada intervino públicamente: mi vecino de enfrente es nada menos que el director de la Biblioteca Pública de Logroño. Un señor muy respetable al que espero seguir viendo andar en bici muchos años, pero con menos peligro que el que corre actualmente pedaleando por la calle Duquesa de la Victoria.