viernes, junio 30, 2006

40. COLUMNAS O CARTAS





Quizás ha sido la feliz coincidencia de haber llegado a finales de junio con la entrega número 40 del LHD lo que me ha llevado a pensar que ya están hechos los “cuarenta principales” y que sería bueno parar un poco esta experiencia de comunicación, tomarme unas merecidas vacaciones de dos meses y reflexionar sobre ello. Estas líneas son pues el inicio de un balance en el que espero que también participen los ya setenta y tantos suscriptores.

Cuando se me ocurrió la idea de escribir una columna diaria de arquitectura local y remitirla como cartas a los amigos y suscriptores que lo desearan (siempre que no fueran declaradamente enemigos) no sabía muy bien si el LHD iba a ser algo parecido a una columna periodística o algo más próximo a una carta personal.

Un par de veces me han ofrecido escribir en los periódicos. La primera, al poco de crearse el suplemento cultural Babelia de El País; necesitaban colaboradores y un amigo les recomendó mi pluma. Les envié tres crónicas y ni se dignaron en contestar. Se ve que no eran columnas para sostener su sistema periodístico-publicitario, sino granadas de mano para horadarlo. La segunda fue aquí en Logroño hace dos años. El nuevo periódico Noticias de la Rioja quería colaboradores y esta vez fue una amiga local (Dori Santolaya) la que me recomendó. Pero para entonces yo ya tenía una opinión bastante formada sobre la prensa al uso, y les dije que si el nuevo periódico no daba muestras de ser muy distinto a los habituales, conmigo que no contaran. Y no contaron, claro.

No tengo muy claro cuál es el papel cultural de una columna. Me agrada leer a algunas, pero muchas veces tengo la sensación de que escriben por escribir (por cumplir un compromiso, por seguir alimentando su ego, su obra) y no porque tengan nada que contar. Ha habido algún momento en que haciendo el LHD con la constancia de un contrato me he sentido columnista, y entonces, claro está, me entraban ciertas dudas.

Ahora bien, gracias a que la Junta de Gobierno del COAR me viene haciendo la puñeta desde hace año y medio, tenía ahí un rencor acumulado, una necesidad de venganza o, en el mejor de los casos, de hacer justicia por mi mano, que me ha ido librando del columnismo periodístico más o menos políticamente correcto. Ya sé que es molesto leer cada dos por tres invectivas contra los miembros de la Junta del COAR, pero ese ha sido el precio a pagar para que el LHD no haya caído en el periodismo columnista al uso.

En los primeros momentos de esta experiencia llegué a pensar en colgar los LHD en una web, pero entonces todo el mundo tendría acceso a ellos y serían "artículos o columnas" de verdad. Ahora bien, vistos con cierta perspectiva, estoy seguro que serían artículos malos por estar salpicados con peleas personales. Además, hasta es posible que al hacerlos públicos me pudieran denunciar por ello. Hay que hacer siempre el esfuerzo por separar lo que es público de lo que es privado. Por eso, una de las primeras conclusiones que saqué a medida que esta experiencia se iba consolidando es que nada de webs y nada de recopilaciones. Un escritor me sugirió que los LHD no eran otra cosa que las futuras páginas de mis "Memorias de un Arquitecto Cabreado", pero le dije que no, que esto eran cartas, y que me gustaría que fueran recordadas como tales.

Ahora bien, para evitar caer en las "falsas cartas" siempre he tenido presente una anotación de los diarios de Ernst Jünger escrita el 21 de abril de 1939 al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La transcribo literalmente para que podáis disfrutar de su belleza: "Acabado las Cartas de Erasmo, un regalo que me hizo el astrónomo Lindemann. Muchas de estas epístolas, especialmente las de juventud, están empapadas de un concentrado aroma ciceroniano, y eso es algo que a mí me molesta siempre en las cartas. El fuego retórico no consigue hacernos entrar en calor, y el vano gusto de hablar destruye el elemento comunicativo, el cual ha de formar siempre el núcleo de las cartas. No deja de ser nunca molesto, para quien recibe cartas de esta manera, el notar que el autor se ejercita en pasos de esgrima a costa nuestra" . Es tan claro y elegante que no precisa comentario alguno.

¿Columnas o cartas? ¿Falsas o auténticas? No lo sé todavía, pero os puedo dar un dato bastante significativo: cuando he recibido comentarios de los lectores a mis escritos, me he puesto a escribir nuevos LHD con redoblada ilusión; sin embargo, cuando después de enviar un LHD, o dos, o tres..., no encontraba comentario alguno en el buzón de correo, me entraban ganas de dejarlo.
Es posible que cuando vuelva en septiembre el LHD no sea estrictamente diario y que aparezca en función del nivel de correspondencia de los lectores. Sería más lógico así.

Buen verano.

jueves, junio 29, 2006

39. BARRICAS









El pasado martes 20 de junio sentí un cosquilleo de orgullo cuando vi que la estupenda fotografía que ilustraba el reportaje periodístico en el que nuestras autoridades vinicolas se rasgaban las vestiduras por el asunto de las virutas, estaba firmada por nuestro exalumno el “Zuri”, (Diaz Uriel). La publicaron en blanco y negro, pero yo os la traigo aquí en color, tal y como la he encontrado en internet. Los profesores no tenemos obra de la que enorgullecernos pero cada vez que los alumnos triunfan, vibramos con ellos. Y esa foto es todo un triunfo. Un logro de la mirada. Por un lado están las barricas, objeto central de la polémica en tanto que especie amenazada de extinción, (pues como se sabe, un barril de acero inoxidable con unas pocas virutas de roble dentro provocan exactamente el mismo efecto en el sabor del vino). Por otro lado está el amplio techo suavemente iluminado de una nave de moderna arquitectura. Y por otro...., ¡ah!, ahí está el quid de la cuestión, ese elemento que hace chirriar la mezcla entre lo uno y lo otro, a saber: el orden impecable del apilado industrial (en palés movidos por “fenwicks”) de unos objetos diseñados en un mundo artesanal... para ser movidos y apilados de una manera bien distinta (foto de la derecha).Si capté al instante la gracia de la fotografía del Zuri es porque el asunto ya venía de atrás y lo tenía muy visto.

Hace más de veinte años, antes de comprar unas cuantas bordalesas para criar en nuestra propia casa el vino de la cooperativa de Haro, mi padre ya nos engañaba echando virutas de roble a los garrafones donde lo traíamos. Menudo “buqué ” cogía. Excelente. Y menudas risas hacía mi padre cuando lo daba a probar a los entendidos. Con aquella pillería en el recuerdo, el año pasado me quedé de piedra cuando al visitar la nave de barricas de una “wine cellar ” del valle de San Joaquín en el norte de California (concretamente la de Woodbridge en Lodi), vi que, en los palés donde estaban apiladas, se alternaban las tradicionales barricas de roble americano con unos bidones de acero inoxidable. Obviamente le pregunté al amable guía que nos la enseñaba qué era eso, y me respondió sin rubor alguno que vino con virutas: “nuestros expertos han conseguido una mezcla perfecta en la que un vino es indistinguible del otro”.El asunto de las barricas no es por lo tanto un debate enológico, sino un debate arquitectónico, un asunto de imagen, un problema de articulación entre lo nuevo y lo viejo para el que los arquitectos, curtidos en hacer chapuzas en los cascos antiguos, estamos superentrenados. Al menos conceptualmente.

En la nave de Woodbridge había unas cincuenta mil barricas, de modo que, aquella insignificante bodega de pueblo era del tamaño de la de Juan Alcorta, es decir, la más grande de las nuestras. Pero el exterior era mucho menos pijo y pretencioso. Su aspecto industrial era tan inequívoco, tan limpio y tan sincero, que permitía entender con claridad que las barricas no eran un objeto de culto sino unos diseños arcaicos llegados a nuestros tiempos por pura inercia. Y que es eso lo que las hace entrañables.

miércoles, junio 28, 2006

38. PABLO ALVAREZ





Nada como tener una buena panorámica para darse cuenta del éxito o fracaso de una empresa. La página semanal de Arquitectura que el 2 de octubre de 1999 pactaron Pedro Moral, José Miguel León y Giovanni Muzio con el entonces director del diario La Rioja José María Esteban, ha llegado, según nos cuenta el periodista Pablo Alvarez el 17 de junio del 2006 desde la propia página, al número trescientos.

Como es sabido, el interés del periódico La Rioja por la arquitectura no era otro que el hecho de que la hija de José María Esteban se había puesto a estudiar arquitectura. He ahí a un buen padre. La pena es que no le aconsejara estudiar periodismo, porque así el mal se hubiera quedado en casa.

Leo en un prometedor libro del profesor Albert Casals Balagué titulado "La arquitectura, otro arte enfermo" (que ya comentaré cuando lo acabe, si es que se lo merece), que la infección que padece nuestro oficio se ha producido por un doble contagio procedente de transfusiones interculturales de dos disciplinas infecciosas, a saber: el arte y la filosofía. Pero, de entrada, ya no estoy de acuerdo. Si hay foco claramente infeccioso en nuestro panorama cultural, ese el periodismo (véase el inapelable e incontestado Informe Espada en elhAlln65 p1) por lo que estoy completamente seguro de que buena parte de los males que nos afectan (igual que a política, al deporte, etc.) tiene ese origen.

Mejores o peores, las primeras dieciséis entregas de esa página pactada de arquitectura fueron redactadas por arquitectos, y hasta la diecisiete no entró el periodismo en ella; al principio firmando como "Redacción", y en seguida con el nombre del periodista Pablo Alvarez, quien al parecer acababa de descubrir el interesante filón que suponen las selecciones bianuales del COAR para llenar papel sin mucho esfuerzo: cuatro fotos por aquí, un par de planos por allá , un mismo texto como de sorpresa y admiración con distintos nombres cada vez, y dale a la manivela una y otra semana.

Durante las siguientes ochenta entregas, y mientras elhAll colegial languidecía, aún se pudo encontrar alguna que otra reflexión arquitectónica por parte de los más entusiastas colaboradores, algunas de ellas memorables, como la que hizo Gerardo el 24 de nov del 2001 sobre "La moda de las cancelas forjadas". Fue en esa época cuando Giovanni Muzio me dijo que si quería seguir colaborando con la página de La Rioja tendría que escribir textos mucho más breves, y a poder ser fragmentados, pues, al parecer (eso ya no me lo decía Giovanni), y según los criterios periodísticos al uso, razonar sostenidamente debe ser peligroso para la salud de los lectores de periódicos. Yo me tomé la embajada del entonces coordinador cultural del COAR como una ofensa y ya no volví a escribirles ni una línea más. Por la misma senda, fueran cuales fuesen sus razones, debieron de ir saliendo el resto de colaboradores mínimamente inteligentes, mientras que Pablo Alvarez, se convertía en el campeón absoluto de la página muy por encima de Pablo G. Mancha, P.A.L o Jorge Alacid, que también firmaron algunas.

Ironizando sobre su infecciosa labor, en cierta Comisión de Cultura comenté la posibilidad de dar a este periodista el título de "colegiado honoris causa", pero para mi sorpresa, alguno de los compañeros de aquella comisión no lo vieron como una broma de mal gusto sino como una propuesta factible...; así que me quedé con la preocupación de que algún día lo hicieran. Aprovechando que uno de los que no entendieron la broma está ahora en la Junta de Gobierno, y que esa página de La Rioja nunca ha sido tan servil a la Junta como ahora (sólo hay que ver cómo trató el tema de las últimas elecciones /v LHDn3) no me extrañaría nada que pronto lo tuviéramos de "compañero", o mejor dicho, que lo tuvieran de compañero todos esos arquitectos a los que les hace publicidad dándoles grasilla por el hecho de hacer una arquitectura, o más bien unas "fotos de arquitectura" que se acercan a la "pose cultural" de lo que la arquitectura significa para cierta progresía.

Un pose que, como suele ser normal en los progres, le lleva a despreciar al grueso de la profesión : "estos siete años no han sido un periodo como otro cualquiera (…) lo cierto es que los resultados son bastante desoladores: la calidad media de lo que se hace tira a deplorable". Ya en plan elitista, Pablo Alvarez nos regala otra perla preciosa para que nos enteremos de cómo se produce nuestra ciudad: "Logroño en estos años ha sido un ejemplo bien evidente de lo que está pasando en España. Los poderes públicos apenas cuentan en estas cosas: el sector privado decide qué se urbaniza y cuándo se hace. Así se explica el crecimiento desorbitado hacia el Sur a base de Planes Parciales relámpago…".

Ahora ya no es broma: si no le hacen "colegiado honoris causa" seguro que la Junta de Domingo se estará planteando, cuando menos, hacerle un homenaje. Al tiempo.


lunes, junio 26, 2006

36 y 37: CUATRO CANTONES







(Dividí el contenido de esta nota en dos entregas: en la primera (LHDn36) sólo puse las fotos y al día siguiente hice el comentario. El sistema funcionó porque antes de que yo enviara el mío, ya unos cuantos lectores me habían remitido algún comentario personal sobre tan entrañable lugar de Logroño).

Uno de los peores vicios del provincianismo es el “costumbrismo”, término que se aplica a relatos literarios asociados con el romanticismo decimonónico y a buena parte de la pintura de la misma época. En España pegó tan fuerte que hasta inventó un género musical propio: la “zarzuela”. Yo recuerdo muy bien el término porque en cierta ocasión envié un escrito mío a Félix de Azúa y al calificarlo éste como costumbrista me sonó a insulto (desde entonces, cada vez que escribo algo que me huele a costumbrista lo tiro directamente a la papelera, ¡líbreme el cielo!). El término ha caído en desuso, y eso que ahora está más vivo que nunca: no en la literatura, la música o en la pintura, sino en el periodismo. El puente que va de aquellos usos a los actuales seguramente haya que buscarlo en los “cronistas oficiales”, entre los que nuestro desaparecido Jerónimo Jiménez era todo un campeón. La antorcha local la ha recogido con fuerza el periodista Eduardo Gómez, a quien La Rioja viene utilizando desde hace unos pocos años para contar los domingos en “estilo costumbrista” unos cuantos datos de los edificios y rincones de la ciudad próximos a desaparecer. Nostalgia barata.
Me ha venido a la memoria el término porque al empezar a comentar las tres fotos de la calle Mercaderes, tomadas desde el lugar conocido como Cuatro Cantones (LHDn36), me estaba saliendo un relato “costumbrista” por lo que, directamente, ha ido a la papelera (del ordenador en este caso). En realidad sólo quería poner un texto a las tres imágenes y explayarme un poco, ya que en la página de la Guía de Arquitectura que le he dedicado hace unos días a este lugar no me cabían mas que los datos básicos de cada una de las piezas que lo componen.

En realidad las tres fotos no ilustran el lugar “Cuatro Cantones” sino el tramo de la calle Mercaderes que va desde Cuatro Cantones hasta la Rúa Vieja. No es fácil que una fotografía cuente un lugar compuesto por cuatro esquinas tan próximas. Los que tengan buena memoria recordarán que la mejor interpretación arquitectónica que se ha hecho en Logroño sobre un lugar formado por cuatro esquinas, es la que escribió Javier Dulín acerca del cruce entre la calle Marqués de la Ensenada y la calle Milicias (elhAll67 p3). Y tuvo que hacer cuatro fotos y un par de croquis para explicarlo. En el mismo artículo lo intentó con el cruce entre Portales y Capitán Gallarza, pero no le salió tan bien porque el juego de las cuatro esquinas no parece funcionar más que de dos a dos.

La primera de las tres fotos del LHD de ayer es de 1894, y en ella puede verse con cierta claridad, a la izquierda de la Reja Dorada, el portalón de la casa que fue sustituida por el edificio de Fermín Alamo/Agapito del Valle que vimos en el LHDn33, es decir, Rua Vieja 17.

La segunda foto la he obtenido de un ejemplar de la Rioja Industrial de los años cincuenta, y en ella se ve ya el edificio mencionado de Alamo/Agapito y todas las casas (ahora desaparecidas) de los números pares de este tramo de la calle Mercaderes. Entre ellas se llega a ver el mirador ochavado que hizo el arquitecto Sixto Cámara Niño en el año 1939 para el número 12 (poco después por tanto de la casa de Rua Vieja 17) y cuyo plano de fachada puede verse en la pag 75 del libro de María Teresa Alvarez Clavijo y Maria Pilar Salas (ed IER) que recoge los estudios históricos de los Planes Especiales de Reforma Interior de Mercaderes, Barriocepo y Casa de la Virgen.

En la tercera foto, hecha este mismo año, aparece en escena el “bloque” de viviendas que sustituyó a las tres primeras casas de la derecha. Es una dura pero noble intervención que trata de adaptar al solar un bloque moderno de dos viviendas por rellano. Su autor es José María Carreras en 1961. No resulta por lo tanto tan “refrescante” como la casa de Rúa Vieja 17, pero ante la asfixia del “estilo disimulo” que se percibe en las edificaciones del Casco Antiguo hechas en los últimos treinta años, casi merecería la condición de “edificio protegible”. No creo que los redactores del Plan Especial de Mercaderes lo hayan estimado así, pero en fin, es una idea.

A la postre, lo que tienen en común las tres fotos y su montaje en secuencia, es que a pesar de tan variadas sustituciones y derribos hay más sensación de permanencia urbana que la que proporcionan los tramos que se vienen reconstruyendo últimamente (véanse al respecto las imágenes del LHDn20).
Pero para poderse compartir, las sensaciones hay que pasarlas a razones, así que a modo de apunte, propongo dos. La primera, claro está, es la poderosa presencia en los tres momentos de un edificio que por sí mismo concita todas las miradas: la casa llamada de la Reja Dorada, Rúa Vieja n19.

Haciendo fotos para la Guía de Arquitectura me he dado cuenta de la enorme importancia que tienen muchos edificios como fondo de escena de tantas y tantas calles de Logroño, y a su vez, ¡ay! lo poco que se han dado cuenta de ello muchos arquitectos que les ha tocado proyectarlos. Con ciertos edificios pasa como con aquellos hombres justos de un famoso pasaje del Antiguo Testamento: que gracias a ellos se evita que la ciudad sea arrasada. Esos edificios deberían gozar, si lo hubiera, del nivel de protección diez sobre diez. Por lo que he podido saber, en la casa de la Reja Dorada sólo hay una intervención de arquitecto en los últimos cincuenta años: Julio Sabrás arregla la cubierta en 1991.

La otra razón que explica la sensación de permanencia urbana es que la esencia de la ciudad histórica es la pluralidad de una arquitectura abierta al tiempo. Es por ello por lo que cada vez empiezo a ver más clara la tesis de que lo peor que le ha podido ocurrir al Casco Histórico de Logroño en los últimos años es la plana homogeneidad del “estilo disimulo”, fundado aquí por Moneo y sus seguidores y aplicado a rajatabla por la Comisión del Patrimonio y la Oficina de Rehabilitación del Ayuntamiento de Logroño. La arquitectura del estilo disimulo no sólo niega la apertura al tiempo sino que con sus simplonas imitaciones parece como que quisiera congelarlo. O aún peor, negarlo.


viernes, junio 23, 2006

35. BASILISCO





"Nace a partir de un huevo deforme, puesto por un gallo, fecundado por una serpiente e incubado por un sapo durante 9 años, por lo tanto al nacer guarda todas las características de sus progenitores, cabeza de gallo, cola de serpiente y cuerpo de sapo. El basilisco vive en el desierto que él mismo crea; con su mirada es capaz de romper piedras y quemar el pasto. El Basilisco exhala fuego, seca las plantas, envenena las aguas y mataba con su mirada; por lo que quien mirara a los ojos a un basilisco, moriría; pero si se veía reflejado en un espejo se mataba a sí mismo. Se dice que así Alejandro Magno mató a uno". Esto es lo que dice la "wikipedia" esa enciclopedia tan abierta y divertida que corre por internet. Como es sabido, nosotros usamos "basilisco" para decir que estamos "hecho un basilisco", o sea, cabreadísimos.

Pero el "basilisco" que hoy traigo al LHD no tiene nada que ver (bueno, algo sí...) con el animal mitológico ni con el cabreo: es un arquitecto milanés que se dedica a la fotografía, Gabriel Basilisco, que descubrí hace poco en la librería de la Trienalle.

Acababa de tomar nota sobre un libro de "Arquitectura Metafísica" (asunto que algún día comentaré) y el siguiente libro en llamarme la atención llevaba por título en letras grandes: "Gabriel Basilisco. Beirut 1991". Le eché una ojeada y me quedé sobrecogido.

Aunque nunca he estado en esa ciudad, por historias muy largas de contar que no caben aquí tuve noticias directas de Beirut a través de un compañero de escuela a mediados de los setenta, así que cuando sobrevino la terrible guerra que se libró en sus calles, la viví de una manera muy especial.
Tengo unos cuantos libros de fotos sobre ciudades reventadas por las guerras, especialmente alemanas y del norte de Francia, pero las imágenes son completamente distintas que las del libro de Basilisco. La ciudad como objetivo bélico empezó siendo cosa de la artillería y de la aviación, por lo que su destrucción tenía un carácter masivo. Las ciudades, edificios o barrios bombardeados pasan de la vida a la ruina en muy pocas horas. Beirut, sin embargo, fue el escenario de una guerra interna de metralla y pequeños morteros, por lo que el aspecto de su destrucción era completamente distinto: todos los edificios de las fotos de Basilisco estaban en pié, no quedaba un cristal, las casas estaban texturizadas por los impactos de balas, y en las calles completamente desiertas volvía a crecer la vegetación por entre las rendijas del hormigón y el asfalto. Me pregunté si lo que veía no era más "metafísico" que las fotos del libro anterior, pero dejé la indagación porque enseguida vi que la estantería estaba llena de "Basiliscos".

Por lo visto, el logro de ese álbum de Beirut debió de animar a este arquitecto milanés a meterse más de lleno en la fotografía arquitectónica y su producción parecía ser abundante: muchos libros de paisajes urbanos y temáticas de impacto visual, bordes de la ciudad, barrios grises, masificación, zonas industriales, etc. pero ninguno tenía la fuerza del de Beirut.

Bueno sí, uno sí; se titulaba "La ciudad interrumpida" y para mi sorpresa, estaba editado en Barcelona 1999 por Aktar. Pero quizás yo no sea objetivo en el juicio porque en realidad encontré reflejado en él una experiencia que acabábamos de vivir. Al volver de Como en tren, paramos en la estación de Puerta Garibaldi para ver un par de obras de Terragni cercanas a la misma, y al salir de la estación nos perdimos. Tratamos de cruzar la estación de un lado a otro y no había forma de encontrar el camino. Nos sacó de allí un guarda jurado después de dar varias vueltas por un siniestro parking y nos quedamos impresionados por la experiencia arquitectónica vivida:¿cómo se puede diseñar algo tan mal?¿cómo se puede hacer una estación de tren moderna que en vez de facilitar las conexiones y coser la trama urbana, las destroce?

Para más INRI, sobre la estación se alzaba un par de rascacielos postmodernos que trataban de llamar la atención de toda la ciudad con sus dos extravagantes sombreros. (¡ay! ¿no os recuerda esto a algo que se está tramando en Logroño?). La estación estaba hecha en 1963 y fue el resultado de un concurso que ganó un equipo de siete arquitectos. Las dos torres son obra de la arquitecta Laura Lazzari en 1989.

El basilisco fotógrafo que descubrí en la Trienalle no puede matar con la mirada, pero es curioso que su trabajo esté muy asociado con la muerte urbana. En Beirut o en Milán.

jueves, junio 22, 2006

34. SAO PAULO







Cuando anuncié el Viaje a Brasil de este año 2006 con un programa formado por Río de Janeiro, Brasilia, Curitiba e Iguazú, hubo quien me dijo que porqué no había puesto Sao Paulo, la mayor ciudad del país. A las pocas semanas le dieron el Pritzker a Mendes da Rocha, cuya obra está casi toda allí, y eso me movió aún más a rascarme la cabeza. Si me había equivocado, lo lógico era saber porqué, así que dediqué unos días a reunir algo de documentación sobre esta ciudad y a conocer sus piezas arquitectónicas más significativas.

En Sao Paulo hay un Niemeyer de 1951 muy conocido, el edificio COPAN, un gigantesco bloque sinuoso con 1.160 apartamentos; y otro Niemeyer espantoso, el Memorial de América Latina de 1991. Fijaros si tiene que ser malo que hasta una revista que sólo echa incienso como es Arquitectura Viva, lo ponía a caldo (v artículo de Ruth Verde en AViva n14).

Sao Paulo es también la ciudad de una de las primeras arquitectas famosas, Lina Bo Bardi (1914-1992), cuyos “originales” edificios tienen una pinta bastante horrible; pero en fin, por ser de las primeras mujeres estrella en este oficio, se le puede perdonar. Hay un reportaje de ella en AViva n24 de la misma Ruth Verde de antes, pero esta vez en la línea oficial, es decir, deshaciéndose en elogios.
Las fotos de los edificios de Mendes da Rocha que se publicaron a raiz del Pritzker tampoco es que despertaran mi entusiasmo, pero en fin, la arquitectura hay que visitarla siempre, así que mejor dejarlo en duda.

Jesús López Araquistain ha viajado esta primavera a Sao Paulo, y aunque no sé si su mujer le habrá dejado salir de madrugada a tomar esas estupendas fotos sin gente que hacía de soltero en todos los viajes del COAR, seguro que tendrá mucho que contar ¿No se le podría animar a que nos diera un pase de diapositivas sobre Sao Paulo como aquellos tan memorables que nos daba hace años? ¿O algo para elhAll de Martín?

Desbrozar una selva urbana de 12 millones de habitantes (¡20 millones, contando el extrarradio!) para encontrar esas pocas piezas, no me parecía una buena empresa, así que mis dudas se disiparon pronto.
Cuando ya había dejado de interesarme por Sao Paulo, Kike Fernández, un profesor de gráfica, compañero de mi escuela, me trajo un libro de fotografías aéreas de los puntos más importantes de la ciudad que es realmente espectacular. He encontrado las piezas que he señalado más arriba y algún que otro edificio extravagante como el de la foto de abajo en medio; pero lo más interesante ha sido descubrir que casi todas las fotos dan una imagen de lo que podría ser su rasgo paisajístico esencial: ese caótico erizado de anodinos rascacielos de tamaño medio, salpicado por diversos tipos de discontinuidades urbanas.

Al que le toque ventanilla en el avión lo podrá comprobar, pues aunque no visitemos Sao Paulo, sí haremos varias veces escala aérea en esta ciudad. Con las fotos os dejo y, como en la portada del dossier del viaje, con el croquis que le hizo Le Corbu en 1929: un dramático gesto de poner una gran huella geométrica en tan gigantesco e informe aglomerado que puede ayudar a entender su especial fisonomía.

miércoles, junio 21, 2006

33. UNICA ACTITUD




Leyendo esta mañana en la revista Aldaba n2 (1982) el largo artículo de presentación del proyecto de 116 viviendas promovidas por el Ayuntamiento de Logroño para el gran solar de la calle Rua Vieja de Logroño formado con las parcelas que van nada menos que desde el número 23 al 61, he encontrado un párrafo digno de figurar en una antología arquitectónica de la arrogancia y el disparate. Para abordar los “Criterios estéticos” del proyecto, el anónimo redactor del artículo se expresa así: “Dentro de una actitud lógica de sinceridad con la sensibilidad de nuestro tiempo, y, por tanto, totalmente ajenos a cualquier tentación de imitación de unas formas del pasado por un malentendido tradicionalismo, se ha seguido lo que entendemos es la única actitud arquitectónica honrada.... ”.

“La única actitud arquitectónica honrada...”, qué fuerte ¿eh? Cualquier otra actitud...¿qué? ¿criminal? ¿deshonrosa? Pero además, ¿a qué viene hablar de honradez justo en el párrafo en el que se abordaban los “criterios estéticos? A eso se le llama ir de la estética a la ética por la vía rápida ¿verdad?

Se admiten apuestas acerca del redactor del artículo y ¡ah! también se admiten notificaciones de rechazo o desautorización a dicho párrafo por parte de los afectados, a saber, los autores del proyecto Ana Achiaga, Gerardo Cuadra, Francisco Javier García, Domingo García-Pozuelo, José J Garrido, José Miguel León, Jesús J Rodríguez y Julio Sabrás (también le afecta “in memoriam” a Victor Uriarte, quien desgraciadamente ya no puede desmarcarse del mismo); los coordinadores municipales Carlos Lloret, Javier Martínez Laorden y Jesús López Araquistain, y el asesor y coordinador general del equipo Rafael Moneo Vallés (transcribo sus nombres en el mismo orden que los trae el propio artículo).

No quisiera quitarle méritos a dicho proyecto (que los tiene), por culpa de la forma en que están redactados sus “criterios estéticos”, aunque cada vez va cobrando fuerza la hipótesis de que es uno de los grandes culpables del “estilo disimulo” (ver LHDn20) que desde entonces ha infectado el casco medieval de Logroño. También va cobrando fuerza la hipótesis “estética” (que no ética) de que los 17 años de gestión de Jesús Glez. Menorca en la Oficina del Casco han ayudado mucho al desastre, pero eso ya se verá en otro momento.

Para olvidarnos de la arrogancia y el disparate de esa forma de pensar y expresarse, quisiera traer aquí un sencillo edificio cercano, amenazado actualmente de derribo. Está en el número 17 de la misma Calle Rua Vieja. Lo empezó Fermín Alamo en el 1934 con un proyecto mínimo de planta baja. Tres años después, el mismo Alamo elevó dos plantas con un proyecto firmado en mayo de 1937 (casi me estremezco al escribirlo porque seguramente fue su último proyecto: como es sabido murió en ese mismo mes). Agapito del Valle se hizo cargo de las obras y elevó otra planta con proyecto de 1938.

¿No os parece bastante más “honrado” y menos ajeno a la imitación? ¿mucho más “sincero” y refrescante? Vamos, que viene fenomenal para ponerlo en contraste y... alegrarnos un poco la vista.

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Nota (ag2015) : la casa fue demolida pocos años después de haber escrito este post,

martes, junio 20, 2006

32. COMER JUNTO AL RIO



Para pensar en forma de “patrones” y que estos nos ayuden en la difícil tarea de la creación, Alexander propone que hagamos memoria de aquellas situaciones en que nos hemos encontrado plenamente felices con todo lo que nos rodea y que reflexionemos sobre sus formas, colores, detalles, etc., y así definir su "pattern" de la forma más clara posible. Otras veces, en vez de recurrir al recuerdo y a los textos, el propio Alexander utiliza alguna imagen que contenga esa sensación de plenitud, y como es lógico, en muchas ocasiones utiliza fotos famosas de Adget, Cartier-Bresson, etc.

Preparando una clase sobre este último fotógrafo para mis alumnos de Fundamentos de Diseño en la Escuela de Arte de Logroño, hace años me llamó la atención una fotografía suya en la que cuatro orondos franceses hacen picnic junto a las tranquilas aguas de un río. Hay un montón de detalles hermosos en esa imagen que dan a entender esa atmósfera de felicidad: la sensación de reposo por haber comido, el relleno de un último vaso de vino o la desinhibición de la mujer de la derecha que se ha quitado la camisa para sentir la brisa del río.

Varios años después de haber estudiado esa imagen, en un viaje en autobús por Alemania y Austria organizado por amigos de la parroquia de Valvanera, buscamos en Salzburgo un sitio para comer nuestros bocadillos y dimos con un terraplén de césped junto al río Salzach en el que, de repente, y a modo de un “déjà vu”, sentí que estábamos en la misma ambientación que en la instantánea de Cartier-Bresson. Me levanté a hacer una foto y le di el nombre de un nuevo “pattern”: “comer junto al río”.


Creo recordar que no estaban nada tranquilas las aguas del Salzach, pero el suave y herboso terraplén te permitía bajar hasta el mismo borde del río y disfrutar de su frescura y del murmullo de la corriente.

Siempre que he podido acercarme hasta tocar con mis manos el agua de un río he recordado el tristísimo pasaje que Jack Kerouac contaba en “On the Road” a propósito de un día en que llegaron hasta las aguas del Mississipi y quisieron bajar hasta su orilla. Al encontrarse por sorpresa con una valla que les impedía acceder hasta el borde se lamentó con honda amargura diciendo poco más o menos que...: "qué se podía esperar de una sociedad que impide a la gente que se acerque a los ríos".

Logroño es una afortunada ciudad que tiene varios kilómetros de orillas junto a un gran río, y... ¡por ahora! no han puesto vallas que impidan llegar hasta el agua. Sin embargo, por suciedad o dejadez, o por no haber reparado en ello (por no haber reconocido o definido un patrón como este), creo que no hay ni un sólo punto en el que un pequeño grupo de personas podría sentirse feliz comiendo a su lado. Ningún lugar en que se pudiera hacer una foto así.


lunes, junio 19, 2006

31. EN LA INOPIA




El verano pasado me llamó Fátima Ruiz , una estudiante de Proyecto Final de Carrera en la Universidad de Nantes (aunque de origen calagurritano y formación en la Escuela de La Coruña) para pedirme opinión sobre el concurso de las viviendas de Europan. Había leído el artículo “Superestructuras de Infradiseño” (elhAll 76) y pensó que mi crítica podía ser una buena base de orientación para su propuesta. Tomamos un café en el Espolón comentando la locura del nudo de la Estrella y llegamos a la conclusión de que si ahí se quería hacer ciudad con viviendas, cualquier solución sensata tendría que empezar por replantearse el rediseño del nudo viario y una mejor economía de espacios.

Mal asesor se buscó, -pensé cuando ví el proyecto premiado allá por el mes de marzo. Era justo lo contrario de lo que nosotros acordamos. ¿No querías nudo? ¡Pues nudo al cubo! ¿Te perdías antes cuando intentabas salir a Zaragoza? Pues con el espaguetti ganador puedes acabar en casa de un amigo.

No es lo malo que los arquitectos jóvenes que se presenten a Europan estén mal de la cabeza. Lo que desmoraliza es que en el jurado estuviera aquel gran profesor, Manuel Solá-Morales, que nos enseñó urbanismo estudiando la integración urbana de los barrios de coreas o denunciando la zafiedad proyectual de los barrios de vivienda masiva de los Polígonos del Ministerio de la Vivienda. También estaba en el jurado ahhhhhh, Federico Soriano, el premiador de la rotonda-huevo-frito del concurso de soterramiento. Ya se le ve va viendo cómo le gustaría dejarnos Logroño...

Como casi siempre en estos casos, la prensa puso su habitual nota de humor (fórmula que con tanto éxito copié en el LHDn10 a propósito de la broma del Museo de Logroño y Moneo i Monís). El titular de las declaraciones de Musitu decía: “Integra el aprovechamiento residencial y se crea un parque”. (LaRioja 4 de marzo p14). Para ahondar en la reflexión arquitectóncia a Luis García del Valle, Director General de la Vivienda, le ponían en letras grandes: “Se ha hablado de Logroño en todos los foros europeos de concurso”. Magnífico.

Como si fuera un periodista publicista, Jesús Alfaro había escrito poco antes en elhAll93: “Se trata de un jurado de indudable solvencia, cuyas conclusiones seguramente a ninguno de nosotros dejará indiferente”. Para rematar la faena concluía el artículo con esta frase: “Sin ninguna duda se propiciará un interesante debate entre profesionales y profanos, puesto que ninguna manifestación urbana, arquitectónica o, en definitiva, cultural, resulta despreciable”. Sin ninguna duda... interesante debate...
En asunto de ganar premios, reconozco que yo estoy en la inopia. Pero en asuntos de arquitectura hay otros que parecen estar en un guindo. No sé cómo vamos a poder debatir así.

viernes, junio 16, 2006

30. SIMBIOSIS




El concurso de proyectos para la sede del Colegio de Aparejadores ha pasado entre nosotros con más pena que gloria. En el último hAll, el n94, se publican los dos primeros premios con un mínimo comentario sin firma que da a entender que a los nuevos directores les gustaría que hubiera un debate pero que son incapaces de plantearlo (pena de hAll también). Me comentan por la calle que los arquitectos del Jurado fueron Jesús Marino Pascual y Domingo García-Pozuelo..., ahhhhh ¡mis viejos “amigos” del hAll!, el autor de Crónicas Marcianas y el del famoso Acuerdo... ¿Qué podríamos esperar de un Jurado así? Pobres concursantes. De todos modos es curioso que en la noticia que tiene colgada el Colegio de Aparejadores en internet dice “el Colegio eligió...”; y en la noticia que dio La Rioja (2fb06) dice “Los aparejadores se decantaron...” ¿Fue un concurso mínimamente serio?
En fin, a pesar de que el convocante y el jurado fueron la misma Junta de Gobierno de los Aparejadores, como concurso de arquitectura tendría que haber merecido mejor vida; y aunque hayan ayudado al fallo mis “amigos” del hAll, también se merecía mejor entierro. Por eso, para seguir creyendo en la vida de los concursos y celebrar con dignidad la muerte de éste, he elegido para el sepelio este sorprendente vehículo que muestro arriba, simbiosis de modernidad y arcaísmo que, a juzgar por la matrícula, Pastrana compró en Burgos y lo incorporó a su catálogo de enseres mortuorios con el número 6.

La propia imagen del objeto es tan fascinante que casi sobran comentarios. Ese morro aerodinámico y esas llantas formalmente tan limpias y adornadas con neumáticos de banda blanca, símbolo de los nuevos tiempos y de la pujanza y progreso de la empresa concesionaria de las pompas fúnebres logroñesas, aparecen directamente trabados con un arcón de estilo gótico flamígero que seguramente despertará en los familiares del finado la idea de que su ser querido mora ya en un templo digno de santos, ángeles y arcángeles.

Aunque no fuera tan rotunda, una cierta simbiosis entre lo viejo y lo nuevo, es decir, entre la descascarillada fachada y el frente marmóreo del negocio de Pastrana, colocados uno sobre el otro igualmente sin mayor miramiento, podía aún verse en ese caserón del siglo XVIII que según María Teresa Alvarez Clavijo se levantó sobre unas casas del siglo XVI de las que no dejaron ni rastro (Logroño en el siglo XVI p136) Por cierto que P. Alvarez decía al respecto lo contrario, ja ja ja ja (véase su artículo sabatino de 1 abril del 2006). Hay que ver qué bien se informan los periodistas.

Es curioso que ni en elhAll 94 ni en las noticias de la prensa ni en las páginas de internet que he consultado, nadie se haya tomado la molestia de mostrar las fachadas del nuevo edificio, como si ésta no fuera importante para el fallo o todo el mundo la diera por supuesta. En su comparecencia ante los medios en el día en que se dio el premio, el Presidente del Colegio de Aparejadores ya decía que como ellos eran muy respetuosos con la rehabilitación, ya contaban con quitar el mármol de Pastrana, restaurando los sillares de piedra que estén debajo (¡cómo estarán!/ay ¡cómo quedarán!) y el revoco que cubre los ladrillos, restaurándolos igualmente (!). P. Alvarez lo confirmaba también en su página sabatina.

Pues mira, yo cada vez tengo menos claro ese consenso arquitectónico tan generalizado. Es más, me parece un claro síntoma de ausencia de arquitectura. En la fachada actual de ese caserón cantan mucho más los huecos arqueados de la planta segunda tan perdidos ellos, y que sin embargo, y como he podido descubrir mirando de soslayo algunos paneles que salen en las fotos, han sido escrupulosamente respetados.

No he querido analizar a fondo los dos proyectos publicados pues me parece injusto hacia los otros cinco que se presentaron y que no han sido expuestos públicamente.

Acabo: como entre unas cosas y otras sigo con la sensación de que no ha habido un concurso mínimamente digno, prefiero invitaros a contemplar otra vez (y a la vez) esa vieja fachada “a rehabilitar” y ese coche para el sepelio, donde lo nuevo y lo viejo aparecían en una simbiosis tan cruda como sugerente. A ver si así pensamos un poco más en arquitectura y un poco menos en consensos rehabilitadores.

jueves, junio 15, 2006

29. NO ESTILO VASCO




(Posible y muy oportuno Acuerdo de Junta de Gobierno del COAR que además de compartir con los suscriptores del LHD someto a la consideración del mismísimo COAR por si tienen a bien hacerlo suyo, pues me he enterado de que, -aunque no se lo envío a ninguno de los miembros de la Junta actual porque no se lo merecen-, por algún hueco se les filtra y lo leen, que digo lo leen, lo devoran, con gran deleite en unos casos y morbo en otros, bien en solitario o en comandita. Pues que les aproveche, o mejor dicho, a ver si les aprovecha, aunque no creo que les dé para ello).

Premios de Arquitectura del COAVN 2005

Vista la Exposición de los Premios del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, (bueno, vista es un decir, sería mejor entrevista, porque entre los brillos de los paneles semitransparentes de plástico que nos han traído y la iluminación que le hemos puesto nosotros por detrás y por delante no hay quien la vea…), analizada por nuestra ilustrísima Comisión de Cultura que ha emitido el correspondiente y docto informe, y expuesta al público logroñés, quien de inmediato ha entrado en debate y nos transmitido su parecer;

Considerando que la arquitectura, por ser un arte que integra todas las artes, y que por agrupar y poner de acuerdo en torno a sí a promotores, instituciones, arquitectos, aparejadores, constructores, y público en general que la recibe y acepta , expresa como ningún otro arte el alma de la colectividad de un pueblo, nación o estado;

Considerando que las arquitecturas hechas y premiadas en el ámbito del Colegio de Arquitectos Vasco Navarro en nada se diferencian de las arquitecturas hechas y premiadas en cualquier otro territorio del ámbito español, sea en Murcia, Huelva, Palencia, Gerona o Galicia, respondiendo todas ellas sin excepción a una especie de anodino no estilo general;

Habida cuenta de que vivimos inmersos en un proceso político de conversaciones y negociaciones que tratan de aclarar si el territorio Vasco Navarro se une en una sola colectividad o se independiza aún más de los territorios que le rodean;

La Junta de Gobierno de este Colegio de Arquitectos, en su leal saber y entender, expone:

Que por lo que atañe a la arquitectura no existe en la actualidad ni ha existido en los últimos veinticinco años Estilo Vasco Diferencial alguno y que por lo tanto, siendo la arquitectura la expresión más compleja y completa del alma nacional de una sociedad, no cabe hablar de nación vasca, y si nos apuran, ni de región.

Dar traslado de este acuerdo al Excelentísimo Señor Zapatero, Presidente del Gobierno de la Nación Española (…que ya veremos otro día desde su arquitectura si también es nación o una sucursal suiza…); al Excelentísimo Señor Ibarreche, Presidente del Gobierno Autónomo Vasco; y al Impresentabilísimo Señor Otegui, Presidente de todos los Presidentes y máxima estrella de la Prensa Política Española, para que lo tengan presente en sus conversaciones “de paz”.

Mar Carrilero Blas
Secretario Técnico
(que no se sabe muy bien por qué tiene que firmar todos los acuerdos de la Junta, pero así viene siendo)

martes, junio 13, 2006

28. TRES CARRILES




La penuria de diseño en materia de viales es un asunto que me preocupa desde hace tiempo; y no sólo por el acuciante tema de la seguridad personal o por la forma de hacer compatible el tráfico con la vida urbana, sino hasta por la propia funcionalidad de las calles y carreteras. Así que cuando viajo y descubro alguna novedad aplicable a mi ciudad, y cuando veo que aquí no somos capaces de otras fórmulas que las del "rotondismo" y el "autovialismo", siempre me pregunto si es que los funcionarios locales de tráfico no viajan o es que en las revistas de los ingenieros de caminos no se habla para nada de diseño del viario.

El caso es que hace un par de años, cuando se estaba remodelando la carretera de Soria, pasé el verano en Tannersville (Pennsylvania), una zona rural y turística de cierta densidad de población cuyos servicios (bancos, hipermercados, farmacias, tiendas con unas pocas plazas de aparcamiento en la puerta, bares, etc, etc) estaban más o menos agrupados en torno a una carretera cuyo tráfico podía ser bastante similar al de la salida sur de Logroño.

Pues bien, mi sorpresa inicial fue que dicha calle-carretera tenía tres carriles, una solución muy peligrosa que en España se utilizó como paso intermedio entre la carretera de dos carriles y la autovía, y que fue rápidamente desechada por su peligrosidad, pues como los más viejos recordarán, en los tramos rectos el carril central servía para el adelantamiento tanto en una dirección como en la otra. Ante los múltiples accidentes mortales que se produjeron entre los que se disputaban haber entrado antes en el carril central de adelantamiento, la pintura superficial intentó arreglar el entuerto repartiendo dicho carril para una u otra dirección cada pocos kilómetros de un modo equitativo. Solución (creo que francesa, o por lo menos ellos la pusieron antes que nosotros) que no dejaba de ser una chapuza.

Lo novedoso de mi hallazgo en aquella calle-carretera norteamericana fue que la pintura de separación entre los carriles no era ni la raya discontinua de las primeras carreteras de tres carriles, ni las rayas dobles más la discontinua para el reparto de un carril para una dirección y dos para la otra. Los tres carriles estaban allí perfectamente separados por líneas continuas, de modo que para entender el funcionamiento de tan extraño diseño había que atender a las indicaciones escritas en el suelo del carril central y en las señalizaciones verticales que decían con grandes y clarísimas letras: "only turn left", es decir, que el carril central sólo se podía usar para salir de la carretera por la izquierda. Pronto descubrí también que el mismo carril de salida por la izquierda podía usarse para incorporarse a la carretera desde un lado para ir hacia el contrario, lo que facilitaba enormemente la accesibilidad a todas las casas y tiendas de la zona.

Es una solución como la que puntualmente se emplea aquí desde hace años para cruces de carreteras de distinta categoría pero extendida a todo un tramo de calle/carretera donde se prevé que los giros a la izquierda o las incorporaciones en sentido contrario sean constantes.

Se puede argumentar que el inconveniente de un diseño así es que en esos tramos no se puede adelantar, pero como la velocidad máxima es de 50 km por hora, ni falta que hace. Es más, así se respeta mejor el límite máximo de velocidad y no hay que recurrir a los incomodísimos bultos antivelocidad que se van poniendo aquí con mayor frecuencia y que te destrozan los amortiguadores y los nervios.

La remodelación de la carretera de Soria se hizo por entonces con el modelo autovía, con lo que desapareció la posibilidad de giros a la izquierda e incorporaciones en sentido contrario, se comieron aceras y se desperdició un estupendo espacio que perfectamente hubiera podido dedicarse a dos carriles bicis. Y de ahí mi decepción.

Cuando delante de tus narices ves hacer las cosas tan mal a nivel de diseño viario te entra una desmoralización tremenda: porque si no somos capaces de entender e incorporar diseños tan sencillos y funcionales, no te digo nada cuando tengamos que tratar con los políticos y los ingenieros en niveles conceptuales algo más complejos...

(Como por desgracia no hice ninguna foto de aquella calle/carretera ilustro este LHD con una imagen de la casa de Tannersville en la que estuvimos).


27. MILAN





Una semana en Milán con los alumnos de la Escuela de Diseño da para mucho. Sobre todo si ellos te dicen que Milán no da para seis días o que en Milán las horas se les hacen muy largas...

Ya es el cuarto año que organizamos para nuestros alumnos viajes de estudios de bajo coste y programa matinal obligatorio de visitas con cuaderno de viajes incluído. El primero fue a Florencia, por aquello de que allí nació “el artista”. El segundo a Londres, para recordar que en 1851 se cimentó en Central Park el diseño moderno. Y el tercero fue a Berlín-Dessau para rendir tributo a la Bauhaus. La elección de Milán para este cuarto año surgió del entusiasmo que le causó a Ignacio Martínez Zapater una visita que hizo allí el año pasado con Merce, pero en todo caso no había que rebuscar mucho para justificar el destino pues durante muchos años Milán ha sido considerada algo así como la capital mundial del diseño, y especialmente, como ciudad de referencia de esa otra capital del diseño en España que es Barcelona.

¿Qué es lo que buscaban los diseñadores catalanes en Milán? ¿Por qué les atraía tanto esta ciudad, al menos durante la segunda mitad del siglo pasado? Esa era un poco la pregunta que a mí personalmente me interesaba resolver en este viaje pues yo había estado en Milán un par de veces y a primera vista no me parecía para tanto. Siempre sospeché por ello que como los barceloneses tienen complejo de segundones, para ignorar a Madrid y seguir los dictados de su propio complejo, tuvieron que inventarse otra capital, y escogieron Milán, -una ciudad también segundona. Lo que pasa es que en ese tipo de elección, más que capitalidad buscaban complicidad y seguramente ese fue el origen de la epidemia llamada “hermanamiento entre ciudades” que ha llegado hasta los más recónditos rincones de nuestra geografía.

Siempre que voy a viajar o a estudiar una ciudad europea consulto antes el Braunfels, porque siempre da su quintaesencia. De Milán dice (pag 150 de mi edición de 1987) que “un destino decididamente trágico ha impedido que Milán, el más robusto organismo urbano de Italia, pudiera convertirse en ciudad-estado, en ciudad residencial (del poder moderno, se refiere) o en capital”. Lo cual, y para mi pregunta, sigue encajando más con lo del hermanamiento que con la idea de la capitalidad.

Guiados por el entusiasmo de Nacho fuimos recorriendo calle a calle y edificio a edificio el complicado entramado urbano de la ciudad, rememorando algunos viejos nombres y muchas imágenes de aquellas revistas tan atentas a las novedades arquitectónicas de los setenta. No mucha emoción, sin embargo. Luego probamos con las calles de las tiendas de la moda, a ver si por ahí la capitalidad se sentía más, pero tampoco; en Roma o en Los Angeles hay tanoto o más glamour.

La clave del hermanamiento creo que la encontré en la Trienalle, pues a pesar del espanto que seguramente les produciría a los catalanes el edificio de Muzzio (tan madrileño él que podría estar enfrente del Museo del Prado...), debieron descubrir allí que la capitalidad moderna consiste en dar premios para hacer Historia, y así supongo que nacieron los FAD y toda la parafernalia del diseño catalán. Me di por contento con la respuesta y creí más que justificado el viaje.

Otro día contaré cosas más concretas pero ya que últimamente las Guías de Arquitectura están tan de moda entre nosotros puedo comentar como sorprendente detalle de esta visita que en todo Milán no había ni una sola Guía de Arquitectura de la ciudad (!!!!!!!). ¿Se habrían agotado todas? ¿o ya no se dedican a dar premios y hacer Historia?

jueves, junio 08, 2006

26. CAMELO





Hace unos días, el presidente de Amigos de la Rioja Fede Soldevilla me pasó indignado una foto de la esquina de la calle Santiago para mostrarme que habían arrancado la vieja placa que le daba nombre; y otra foto, a continuación y en contraste, en la que además de la vieja placa, podía verse el muro del viejo edificio una vez numerados los sillares antes de ser desmontados. Como era una zona que acababa de documentar para la Guía de Arquitectura de Logroño eché un vistazo a mi archivo fotográfico y me quedé sorprendido de la diferencia entre un muro y otro. Ya en sus fotos se podía advertir, justo a la derecha de las placas, que las juntas y el acabado de los sillares no era el antiguo, pero si la vista se iba un poco más allá...., ¡madre mía! ya no era cosa de sillares sino que los huecos de la fachada recompuesta nada tenían que ver con la anterior.

Lo de la numeración de sillares es un camelo, y el que lo plantee y se lo crea, o es un jeta, o un flojo de conciencia, o un idiota. Los edificios no son piezas de un mecano, como pretendía Pablo Larrañeta para justificar el desmontaje de la fachada del edificio de Gili Moncunill en Avda de la Rioja (v Elhall 50 pag 4). Puede que tengan elementos reutilizables, piezas que se puedan copiar, colores o texturas a reproducir, etc., pero nunca serán un mecano, porque la naturaleza de la construcción tradicional nada tiene que ver con el concepto del montaje mecánico e industrial, y el arte de la arquitectura nada que ver con la ingeniería de la restauración fidedigna.

La práctica de la numeración de sillares fue utilizada para justificar la demolición de la Torre de Logroño, y más recientemente (con el beneplácito de nuestro Decano Protector del Patrimonio) para desmontar las casas 22 y 24 de la calle Ruavieja. Gracias a que los disparos digitales no cuestan nada, seguro que más de uno habrá hecho fotos de los paños numerados de éstas. Ya veréis qué risa cuando los monten. (De momento este último episodio ya ha servido para que Jesús Ramos descrea de los amparos y protecciones, lo que es una buena noticia y un pequeño pero importante logro en el aprendizaje del desengaño y la decepción).

miércoles, junio 07, 2006

25. EL MEJOR, Y DE LARGO




El verdadero corazón del Concurso del Soterramiento del Ferrocarril en Logroño y del cosido urbano de la actual playa de las vías, no es otro que la estación del tren y el espacio urbano que ésta genera en su acceso. Por eso, en cuanto vi los cinco proyectos me dije que el mejor, sin lugar a dudas, era el de Rem Koolhaas. La solución de su equipo (OMA) coincidía casi exactamente con la solución de Zaera (FOA) pero la gran plaza cuadrada de éste último era bastante rígida y estaba fuera de escala. La habilidad de Koolhaas, sin embargo, consistía en ofrecer un espacio triangular en el que la nueva estación iba a aparecer como si hubiera girado 90 grados respecto de la actual, expresando de ese modo un gran respeto por la actual morfología urbana y el cambio de sentido de esa pieza central.

Para entender el mérito del proyecto de Koolhaas, que sólo por eso ya hubiera debido ser el ganador, nada como echar un vistazo a un par de fotos antiguas que, en su desnudez, muestran la gracia con que se lograron articular las dos estaciones de transporte público de Logroño (autobuses y ferrocarril) y sus espacios de acceso correspondientes. La fachada principal de la estación de autobuses, levemente girada respecto del gran eje de Vara de Rey, tiene la fuerza de tantos y tantos famosos edificios en V (Mendelsohn en Berlin, Ponti en Milán, etc) pero con la dificultad o asimetría de que el eje de la Avda de España que nos lleva hacia la otra estación es más amplio e importante que el de la calle Pío XII. Cuando la Avda de España llega a la estación del ferrocarril se abre a una generosa plaza (destrozada en los noventa por un inmundo parking) que permite la composición clásica y simétrica de ésta, pero que no va a impedir que mayormente se la reconozca en su perspectiva sesgada.

No creo que ni Luis González y Jaime Carceller en la estación de autobuses, ni José María Carreras en la del ferrocarril, fueran muy conscientes de la riqueza espacial que lograron con sus edificios respectivos (tan arcaicos ellos), pero no por ello cabe despreciar el gran valor urbano del conjunto. Y eso es lo que creo que de algún modo recogía y desarrollaba el proyecto de Koolhaas (…y lo que se cargará para siempre el de Abalos y Herreros con el gigante huevo frito sin yema y sus encuentros curvilíneos).

Más allá del corazón del proyecto, otro de los grandes méritos de la propuesta de Koolhaas (esta vez compartido con el de MVRD) era la recuperación formal de la carretera de Villamediana tristemente mutilada desde los años setenta por la ejecución del Plan Lobete. Si a ello unimos la singular y poética creación de un pequeño parque en trinchera entre la estación y la calle Villamediana que permitiese ver aún cómo llegan o salen los trenes de la ciudad, de largo que era el mejor.
Cierto que estos tres grandes méritos se mezclaban con unas cuantas tontadas escultóricas en las propuestas edificatorias de las manzanas, pero eso era lo de menos. Un buen Jurado debe saber distinguir el trigo de la paja, lo esencial de lo accesorio. Y por lo que vengo leyendo y razonando, eso es algo que no supieron hacer los componentes del Jurado que falló ese concurso tan importante para el futuro de Logroño.

No sé si es casualidad, pero por las mismas fechas en que cometieron el fallo (y nunca mejor dicho), el COAR, que participó en el Jurado nada menos que con su Decano, me cerró elhAll. He tenido que esperar más de un año hasta encontrar el LHD para poder decirlo por escrito y quedarme tranquilo en mi conciencia urbana. Pero ya está dicho. Y yo tranquilo.

martes, junio 06, 2006

24. PIEDRA DE RAYO 6 jn 06




Si la vergüenza propia no se lo impide y mis informaciones callejeras son ciertas, en los próximos días nuestros "mandarines culturales" presentarán en Logroño una revista institucional de etnografía que, desde la atalaya cultural del Instituto de Estudios Riojanos, tratará de competir y hacer sombra (si es que no de acallar) el esfuerzo que desde hace años viene realizando Carlos Muntión, prácticamente en solitario y a pie de calle, con la edición de la revista Piedra de Rayo.

Me parece oportuno por tanto hacer una campaña de apoyo para que todos los lectores del LHD y todos sus amigos, se acerquen estos días a la sede de Piedra del Rayo en la calle de San Juan para hacerse suscriptores y dar un pequeño impulso de solidaridad a esa publicación libre e independiente de cultura popular.

Sí, ya sé que cultura y popular no son palabras que encajen bien…., tanto si aludimos al sobrenombre del partido político así llamado (ja, ja, ja), como si pensamos que desde que los media invadieron el mundo, la popularidad es sinónimo de incultura, vulgaridad y mal gusto. Cultura y popular son palabras desgastadas y machacadas, cierto; pero no por eso hay que dejar que se apropien de ellas los políticos y las instituciones culturales para que las vacíen aún más.

Es muy triste que la arquitectura, siendo popular por su propia naturaleza, lleve siglos alejada de la cultura popular y que sólo desde las piruetas falleras de un Graves, un Calatrava o un Gehry y desde la ignorancia de periodistas que confunden la arquitectura con el circo, los media y su público nos presten atención y hasta reconozcan algún nombrecito. Dicho así, en una revista de "Cultura Popular" (lo pongo ahora con las mayúsculas con que García Calvo se refería siempre a las instituciones del Poder) la Arquitectura tiene ya un hueco asegurado, y hasta es posible que en la del IER se recojan los proyectos en la Rioja de Zaera, Hadid, Gehry, Abalos y Herreros y los que vayan viniendo y los que les vayan imitando. Pero como ya se va viendo, la arquitectura que buscamos los del LHD no es esa, sino aquella otra que fue haciéndose y cultivándose poco a poco a lo largo de los siglos en eso que también pudiera llamarse (ahora con minúsculas) cultura popular.

Hace ya mucho tiempo que no se escribe ni una línea sobre arquitectura popular en este país. Desde aquellos libros tan ilustrados de Carlos Flores, Feduchi y García Fernández, o algunos epílogos regionales como el que hizo Luis Vicente Elías para La Rioja, la arquitectura parece haber roto amarras definitivamente con sus sustratos etnográficos. La industrialización productiva y la globalización de imágenes han cerrado seguramente el paso a cualquier expresión popular en la edificación y puede ser bastante triste que todo lo que tenga que ver con la etnografía nos tenga que sonar a arqueología. Volveremos sobre el tema.

Cuando los arquitectos y amigos de la arquitectura lectores del LHD vayan a apoyar a Carlos Muntión haciéndose suscriptores de su revista, y se lleguen hasta su local sito en la calle de San Juan, se darán cuenta de que Piedra de Rayo no es un proyecto cultural cualquiera: al ubicarse a pie de calle entre los bares urbanos de una calle tradicional de Logroño, Piedra de Rayo dignifica el entorno de esos pequeños foros donde aún es posible oír noticias que no dan los periódicos, contar cosas que no nos atreveríamos a escribir, o saludarse como ciudadanos…, haciendo ciudad (v LHDn19). Así que me da por pensar que más que por sus propios contenidos, igual es por esa cercanía a la calle y por la independencia de su director por lo que, ya que no han podido con ella desde el ninguneo y la falta de apoyo (ni siquiera las bibliotecas públicas se la compran), ahora la quieran acallar con una competencia desigual.

Una vez suscritos es importante no olvidarse de pasar por alguno de esos foros anexos a platicar sobre el asunto ese de la cultura popular y su conexión con la arquitectura, pues como escribió Aldo Rossi (sí, casualmente el mismo del bloque blanco de ayer...) la arquitectura moderna está tan atascada que para salir del atolladero va a necesitar también de un gran apoyo popular (Una Autobiografía Científica).

lunes, junio 05, 2006

23. A LA TERCERA...




La primera vez que visité los edificios de Aldo Rossi y Carlo Aymonino en el barrio Galleratese de Milán fue en 1979. Me costó encontrarlos en el extrarradio noroeste de la ciudad, y no me fue fácil llegar hasta ellos por entre descampados y pequeñas carreteras suburbanas. Pero una vez allí me olvidé del destartalado entorno y rendí culto a esa renovada arquitectura blanca de repeticiones indefinidas y a los escultóricos efectos de los complicados bloques marrones que la rodeaban. Eran edificios muy jóvenes pero ya estaban ubicados en todas las Historias de la Arquitectura pues sus autores las habían edificado sobre sesudos estudios acerca de las tipologías arquitectónicas y las morfologías urbanas (Rossi, La Arquitectura de la Ciudad) o documentados estudios sobre el urbanismo contemporáneo (Aymonino, Origen y desarrollo de la ciudad moderna).

Veintitantos años después, en la visita que hicimos en el Viaje COAR a Milán y Nápoles, un autobús con chófer local nos dejó en la misma puerta sin esfuerzo alguno de localización por nuestra parte, y aunque me percaté de que el entorno ya estaba construido, mi atención se centró en el problema de la entrada. Los dos bloques estaban ferreamente vallados y en el acceso de coches y vehículos había una garita con un portero y un cartelito que decía que no se permitía el paso a “stranieri”. Gracias a que unos alumnos de arquitectura del Politécnico de Milán habían colgado unos paneles sobre problemas de los barrios, conseguimos pasar sin mayor dificultad, olvidarnos del barrio y del problema del acceso, y sumergirnos colectivamente en el mismo culto al neorracionalismo rossiano y a la pre-postmodernidad aymoninesca. Como anécdota de aquella visita cabe recordar que el calendario del COAR del año siguiente se hizo a partir de una foto obtenida en uno de los porches de colorines del edificio de Aymonino que acababa de repintarse.

A la tercera, al fin, fue la vencida. Los cinco profesores y una alumna de la Escuela de Arte y Diseño de Logroño que nos llegamos hasta allí el miércoles de la semana pasada, tratamos de hacernos los despistados cruzando la misma puerta del cartelito de la otra vez, pero el portero nos echó para atrás con cajas destempladas por invadir una propiedad privada y... por maleducados. Lo intentamos nuevamente (esta vez con toda la educación del mundo) por la puerta que hay en el lado opuesto, pero el otro portero fue igual de inflexible y tajante: para poder entrar a los espacios intermedios de los bloques de Rossi y Aymonino hace falta un permiso especial de la Gestoría que administra la propiedad, -cosa muy complicada de conseguir cuando se está de viaje.

Imposible de penetrar en su interior, dimos una larga vuelta a la gran parcela de los famosos bloques, y mientras mis compañeros de viaje rumiaban la decepción de la visita caminando por los desolados espacios de aparcamientos y parterres de los bloques vecinos (desolados pero más amables que los famosos, pues al fin ya al cabo no nos cerraban el paso) yo iba, sin embargo, entrando poco a poco en la euforia del descubrimiento de un nuevo fiasco arquitectónico. Cegado por el culto a las formas que predican las Revistas de la Moda y las Historias de la Arquitectura, no me había dado cuenta en las visitas anteriores que los edificios de Rossi y Aymonino eran las piezas más ensimismadas de la zona y las más incapaces de relacionarse con otras, es decir, las más negativas haciendo ciudad. Con decir (o repetir) que las feas torres del entorno y sus destartalados espacios intermedios nos eran más amables, creo que ya está dicho todo.

Al alejarnos del lugar hice las dos fotos con que ilustro esta nota y pensé que cuando la redactara le iba a poner el título de una película que no he visto pero que acaso podría encajar con mi descubrimiento: “Vaya par de idiotas”: Saber tanto sobre la arquitectura y sobre la ciudad y hacer una cosa así es como para dudar de su inteligencia.

Pero me pareció un título un poco fuerte y hasta injusto. Quizás lo que buscaban con su trabajo era entrar en esas Historias de la Arquitectura de nuestro tiempo a las que la ciudad les trae sin cuidado. Y en eso sí que fueron listos.

viernes, junio 02, 2006

22. LIBRO




LALY RAMOS/MADRID

Recién llegado de Malasia, Jesús Marino Pascual, el responsable que diseñó el Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco, hizo una parada en Madrid para anunciar, junto a Santiago Vivanco, que el libro dedicado a los espacios de este conjunto arquitectónico ha sido distinguido, en el citado país, con el premio 'Gurmat' como mejor publicación internacional para profesionales del mundo vitivinícola.


Todo un éxito para el que compitió entre 6000 publicaciones de todo el mundo.
El libro, costeado íntegramente por la familia Vivanco, trata de "contar la arquitectura, que no es otra cosa que dar respuesta a ilusiones", explicó su autor, el arquitecto Jesús Marino.


Hasta el Círculo de Bellas Artes de Madrid se acercaron, entre otros, para conocer de primera mano este libro y celebrar el premio que ha obtenido, el decano del Colegio de Arquitectos de La Rioja, Domingo García Pozuelo; el presidente del Consejo Superior de Arquitectos de España, Carlos Hernández Pezzi; el presidente de Acción Infraestructura, Juan Ignacio Entrecanales; y el senador popular, José Luis Bermejo.


El libro 'Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco', que se distribuirá por 'Mundiprensa' y ha sido costeado íntegramente por la familia Vivanco, está editado en español e inglés, y cuenta con colaboraciones de Vicente Verdú, Juan Manuel Bonet, Hugh Johnson, Rosa Vergés, y prólogo del director general de la Fundación Dinastía Vivanco, Santiago Vivanco.


(extracto de la noticia que publica el periódico La Rioja, el 26 de mayo del 2006)
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Seguramente lo mío sean celos, como me dice con sorna Roberto Arriola, ja ja ja, pero tratándose de un asunto tan serio como los libros me arriesgo a que me llamen celoso para poder hacer una pregunta irónica, y a su vez abierta, por si alguien se la puede hacer llegar a Miguel Angel Prieto Echegaray: ¿era este tipo de apoyo cultural el que pretendíais cuando le pedisteis a Domingo García-Pozuelo que se volviera a presentar a Decano del COAR para cerrar el paso a Javier Solozábal?
Gracias.