viernes, noviembre 03, 2017

MÚSICA Y ESPACIOS URBANOS



(Segunda colaboración con el programa Longitud de Onda de Radio Clásica, por invitación de Yolanda Criado y Fernando Blázquez).

Frente a la costumbre de escuchar la música de una manera autónoma o aislada de contexto, la idea que trato de perseguir con esta pequeña serie de apariciones en radio es poner en conexión la música con los lugares (y si es posible hasta con los momentos concretos en que se produce). Así pues si en mi primera colaboración ese esquema nos llevó a unas campas de montaña, a los campos de cultivo o a los campos de batalla, la idea para hoy sería hablar de algunas músicas que tienen que ver con la ciudad, es decir, con sus calles, sus plazas o algunos de sus rincones

1) Ahora bien, cuando hablamos de espacios urbanos hay que andar con cuidado y tener presente la gran diferencia que existe entre un tipo de ciudad de calles y plazas, donde hubo un tipo de música muy concreta que nació y caracterizó esos lugares; y una ciudad emergente, nueva, reciente, que es la ciudad de las rotondas, bloques y grandes autovías (pongamos para entendernos, Valdebebas, los Paus, Seseña, Valdeluz de Guadalajara, las ciudades de adosados etc.) donde aquella música ya no tiene sentido.

Por hablar de lo que yo hago en materia de análisis de la ciudad, tendría que contarles que tengo en marcha un monumental trabajo de disección, catalogación y sobre todo diferenciación entre un tipo de ciudad y el otro, en el que uso mi propia ciudad, o sea, Logroño, como laboratorio o material de estudio. La idea de este trabajo al que llamo genéricamente Guía de Arquitectura de Logroño, es valorar, por un lado, esa forma antigua de hacer ciudad mediante calles y casas dentro de una escala humana, en las que los ciudadanos se representan en sus fachadas, salen a los balcones, van de compras en sus tiendas y se encuentran por las aceras; y por otro lado, denunciar esa otra forma de hacer ciudad desescalada, basada única y exclusivamente en los planes urbanísticos y las operaciones inmobiliarias cuyo resultado son esas desoladas calles-autovías donde van cayendo bloques y bloques entre enormes espacios verdes, centros comerciales y rotondas. Muchas rotondas. Rotondas por todas partes en lugar de plazas. (Y donde los ciudadanos se encuentran acaso por internet...). 

Y mira por dónde que la música, un determinado tipo de música, viene ahora en mi ayuda para que se entienda mejor la diferencia entre esas dos ciudades tan distintas.

Ya sé que no es fácil de entender en poco tiempo el tajo que existe entre esos dos tipos de ciudades (porque es una idea personal en elaboración que necesita de mucho desarrollo), pero ahora viene la sorpresa....: y es que de vez en cuando, no sé si ustedes han tenido la suerte de vivirlo, en esas calles de la ciudad tradicional se produce algo así como un acontecimiento mágico, que no es otro que la irrupción de la música, de una música eminentemente urbana, una música pensada fundamentalmente para la calle que es la música de las bandas municipales de viento y percusión.  

Normalmente la música de bandas está hecha para las procesiones y los desfiles, sin olvidar entre estos últimos aquellos “desfiles militares”  que serían la continuación de la música de los campos de batalla que veíamos en el anterior programa, cuando entraban o salían los ejércitos de la ciudad. Pero las procesiones o los desfiles, por esperados, me parecen mucho menos emotivos que la música de los pasacalles que se produce así como por sorpresa, y que es un anuncio de la fiesta o de una dimensión en que la ciudad se transforma por entero.

Como músico, tuve la suerte de tocar en la Banda Municipal de Logroño con mi tuba y también yo disfruté como un enano sorprendiendo a la gente con los compases de un pasodoble o un pasacalle (que a veces los confundo) llevando al Alcalde y a toda la corporación municipal detrás. A ver, imagínense que van por la calle de cualquier ciudad compras o que están trabajando en su oficina y que de repente notan que se para el tráfico y la vida habitual de la calle, y les llega a sus oídos esta música….



No por favor. No miren el vídeo. No es un concierto lo que quiero que escuchen sino a una banda que pasa por las calles haciendo esa música. Música del maestro Jaime Teixidor. Muy a gusto les hubiera puesto Valencia, de José Padilla Sánchez, que podría ser mi pieza favorita, porque... ¿quién no se emociona al escuchar Valencia? -especialmente si la oyes en las calles de Valencia, claro, como he tenido la suerte de escucharla yo. Lo que pasa es que el pasodoble Valencia  tiene un arranque un poco grandilocuente y como de concierto, y por eso he preferido ponerles  la pieza de Teixidor que nos hace entrar antes en calor.

2) Y hablando de concierto, vamos con el segundo gran tema de la música urbana, de la gran música de bandas de viento y percusión, que es la creación de un lugar especial para su ubicación: el kiosko de música.

Pero atención nuevamente. Lo importante para mí de los kioskos de música no son tanto los conciertos o la calidad de las piezas musicales para bandas, como la idea de poner la música en el mismísimo centro de la plaza más importante de la ciudad. Hay kioskos en parques o en alamedas, pero lo que a mí me emociona de algunos kioskos, por ejemplo el de la plaza del Castillo de Pamplona, es que estén justo en el centro de la plaza más céntrica o más importante de la ciudad, porque aunque no haya concierto, ese pequeño edificio es ya como un monumento perenne a la música. En esos kioskos se daban conciertos, claro y hasta se daba incluso baile (¡baile en la calle! aquel patrón de Alexander del que les hablé en este mismo blog) pero ya digo, sobre todo se entroniza a la música.


Así pues, pensando en el más grande compositor de todos los tiempos y en el kiosko más bonito que he visto en mi vida (!)…, voy a proponerles escuchar en... el kiosko de la plaza de la Paz de Haro, pequeña ciudad de La Rioja que les invito a visitar si no la conocen, una pieza para banda de Beethoven que seguro que les va a alegrar la mañana.

(de 0 al minutos 2:10)




3) No quisiera dejar este tema de la música y los espacios urbanos sin hacer referencia a una de mis debilidades musicales: la de los músicos callejeros, esa gente que sale a la calle a pedir unas monedas con su arte, o simplemente a probarse a sí mismos como músicos. Gente ante la que siempre me paro y con la que muchas veces disfruto más del lugar que han sabido escoger para hacerse oír en el bullicio urbano, que de su propia calidad o repertorio musical. Yo he tocado mucho en la calle con una banda de dixieland, pero creo que mi mejor recuerdo es haberlo hecho con mi hija pequeña en Viena interpretando con un saxo tenor y un saxo alto varios dúos de Mozart para clarinete justo delante de su casa, la casa de Mozart.


Aunque por hacer mención a la historia de la Arquitectura y a una anécdota más jugosa, igualmente emotivo fue tocar esos duos de Mozart en la Michael Platz debajo de la famosa casa de Adolf Loos, donde una señora muy elegante se paró para darle un billete a mi hija con una tarjeta suya en la que ponía que era nada menos que... ¡la Presidenta dela Asociación de Mujeres Músicas de Viena!



Les dejo pues con uno de esos duetos, obviamente al clarinete, porque no he encontrado ninguna versión interpretados al saxofón. Una música que seguramente les dará mucho gusto escuchar en la calle:





Si prefieren la versión radio, ya está en red el podcast del programa que se emitió el jueves 2 de noviembre del 2017.