miércoles, enero 31, 2007

118. CAMBOYA Y RAMÓN







Como correspondencia a los viajes que hemos compartido siendo yo organizador, o a modo de agradecimiento a los LHDs, o simplemente por pura y sencilla amistad, hace unos días me envió Ramón Ruiz Marrodán una preciosa colección de 24 fotos tomadas en un reciente viaje suyo a Camboya.

Ya he escrito otras veces que es para mí un placer recibir fotos y comentarios de viajes de amigos y gente conocida, pues aunque a primera vista pudieran parecerse a los de los periódicos y guías, yo les doy un valor completamente distinto. Son historias e imágenes con nombre propio que retratan tanto hacia fuera como hacia dentro, y que además de permitirme conocer un poco mejor los rincones y las gentes de un país lejano también me acercan a la forma de mirar del fotógrafo y comentarista, sintiéndole y conociéndole un poco más.

Le contesté de inmediato pidiéndole permiso para ponerlas algún día en este blog y rogándole que me las enviara con un poco más de tamaño, pero han pasado ya unas semanas y aún no me ha dicho nada. Como creo conocer la respuesta a la primera petición, y si espero a su mail se me va a perder la carpeta en mi desordenado ordenador, me he animado a seleccionar cinco de sus fotos para poner aquí un pequeño álbum de ese país junto a su nombre.

La experiencia no es nueva para mí. Durante la última etapa en que dirigí elhAll, Jesús López Araquistain se animó a hacer una columna titulada “Otros tiempos, otros lugares”, con la idea de compartir una o dos fotos y un breve comentario de sus viajes. Jesús es uno de los más grandes viajeros de esta ciudad, y no me será fácil olvidar algunas de sus sesiones de diapositivas en el Colegio, como las que hacía tras los viajes COAR, o la que hizo de un viaje particular a Perú y al altiplano boliviano. También he estado en su casa viendo fotos de viajes a Vietnam y al Cono Sur, pero siempre he preferido las puestas en común más abiertas. Casualmente, aquella columna de Jesús se inició con una foto del templo de Ta Phroom en Camboya (elhAll72, que como es el primer hAll que se publicó en la web del COAR aún puede verse en http://www.coar.es/cultura/elhall_fr.htm), lugar que también ha visitado ahora Ramón. Con estas dos visitas al templo comido por la selva y con algunas otras fotos del mismo que he visto aquí y allá, ya me siento en él como en mi casa.

Como habrán podido comprobar los actuales lectores de elhAll, también otro arquitecto local nos cuenta en el número 96 sus recientes viajes al lejano oriente, concretamente a Corea, Malasia y China, dejándonos cumplido rastro de su modo de pensar: “no es que en el Lejano Oriente estén occidentalizados –escribe a modo de conclusión en su “reflexivo” artículo-, es que allí, al igual que aquí, somos hijos de una época marcada por la fluidez del conocimiento, abierto a todos por igual. Quizás tendríamos que decir a casi todos”. No sé, más bien parece que a este otro arquitecto los viajes le espesan el conocimiento en vez de hacérselo más fluido…; sobre todo si reparamos en las fotos con que lo ilustra…

No digo más que el protagonista de hoy es otro. Las fotos de Ramón se pueden ver un poquito más grandes si se pincha en su interior, pero la verdad es que me gustaría poder ofrecerlas al tamaño de la pantalla del ordenador. Son de una belleza y una sensibilidad verdaderamente exquisitas. Si algún día me las manda, les pondré un enlace para que los lectores del LHD las puedan disfrutar también a pantalla completa.

Gracias Ramón.


martes, enero 30, 2007

117. LA GRAN VÍA DE LOGROÑO








“Resulta a todas luces revelador de la pobreza crítica de esta ciudad que no haya nada escrito sobre la construcción de este extraordinario escenario urbano en el que la ciudad lanza un último suspiro por representarse a sí misma. Es cierto que en su momento pudo dominar la sensación de que era el lugar hortera y provinciano de los nuevos ricos del desarrollismo local, pero ante el avance imparable de la “no ciudad”, ya es hora de hacer justicia a la edificación de esta calle”.

Así empieza el capítulo 7 de la Guía de Arquitectura de Logroño que en breve se podrá ver ya editada en papel y con formato de libro. Sirva esta primicia como autopublicidad.

También es el caso que he sabido que el Ayuntamiento ha organizado un concurso/recolecta de fotografías de esta gran calle y que hasta una meritoria concejala ha estado en el Archivo Municipal buscando datos del origen de la misma, con vistas, imagino, a los fastos de las sucesivas inauguraciones de las obras de urbanización que recientemente se han hecho (pero que aún van a durar muchos meses).

No es mi idea todavía hablar sobre el resultado de esas obras que a la vista están, aunque ya puedo anticipar que guardo la dura crítica que el Colegio de Arquitectos hizo del proyecto porque pienso que en su argumentación metía la pata hasta las ingles: no es una urbanización subordinada al objetivo prioritario de los parkings subterráneos sino que, por el contrario, parece una urbanización excesiva y empalagosamente complaciente con el carácter de gran salón urbano.

Hubiera sido de desear que antes de hacer esas costosísimas y duraderas obras, se hubiera escrito (debatido/reflexionado, dicen/decíamos los progres) un poco más sobre el origen de esa calle, su carácter, y su actual papel en la ciudad, pero según parece los actuales deberes y entretenimientos de los arquitectos tienen otros derroteros.

Como es sabido, la Gran Vía es el resultado de la transformación de los espacios de la estación de ferrocarril en un nuevo fragmento de ciudad (¿nos suena esto a un proceso en el que Logroño va a entrar en breve?). Lo que no es tan fácil de saber es el proceso de gestión, la autoría, y la estrecha relación entre la ordenación urbanística de esta calle tan singular y el Plan General de Alineaciones de 1954-58 del que ofrecí un anticipo en el LHDn102. Mientras que en los dibujos del Plan pueden aún verse los trazados -viejo y nuevo- de las vías del tren, la ordenación de las manzanas y solares que va a liberar el antiguo trazado de la vía aparece con poca claridad y decisión.

Como no he dado con el mencionado “Proyecto de Ordenación de los terrenos resultantes de las antiguas instalaciones del Ferrocarril de Castejón a Bilbao en Logroño” lo único que puedo ofrecer son los dos planos de ordenación urbanística de la Gran Vía que muestro arriba: el plano de 1955 de la Jefatura de Estudios y Construcción del Ferrocarril que establece el gran espacio de la calle futura y los solares resultantes alrededor del mismo; y el plano de 1962 de la Comisión Gestora de los terrenos de la Estación que reparte los lotes de edificación. En cuanto a documentos escritos, el autor del Plan de Logroño, Manuel Muñoz Monasterio emitió en 1961 un informe sobre el proyecto arriba mencionado que más que informe parece ser el mismísimo proyecto, pues incluye en él todas las ordenanzas por las que se ha de regular la Gran Vía y alude en su último párrafo a los planos de acompañamiento de la parcelación y esquema de las ordenanzas especiales. De esos planos (sin firma) adjunto el claro y rotundo perfil de la edificación que la va a formalizar y el minucioso detalle constructivo que dará forma a los porches (y que, dicho sea de paso, ha sido alterado con los revestimientos de las actuales obras).

Los perfiles, rasantes y la urbanización se fueron haciendo a pedazos entre 1963 y 1965 por los arquitectos municipales Luis González y Félix del Valle, y el último de los proyectos de obras en el viario es del también arquitecto municipal José Luis Tenorio en 1973.

Los primeros expedientes de edificación dieron lugar a un buen número de consultas e interpretaciones, pero la calle se construyó con tal celeridad, que prácticamente estaba acabada diez años después con una homogeneidad que ahora impresiona.

El gran problema de la Gran Vía no fue su minusvalorada arquitectura o su fragmentada urbanización sino la falta de claridad de su sentido vertebrador de la ciudad que le crearon los traumáticos finales de sus extensiones a Este y Oeste, es decir, los fondos de saco de Jorge Vigón y Gonzalo de Berceo. Pero ese es un asunto que habrá que comentar con más tiempo, tras analizar la “circunvalacionitis” que infectó a la ciudad en las décadas posteriores.


miércoles, enero 24, 2007

116. LEIPZIG, PEQUEÑO ALBUM







LHDn116: LEIPZIG. PEQUEÑO ALBUM

Con motivo del partido que la selección española iba a jugar en Leipzig durante el pasado campeonato mundial de fútbol, el gran analista político de la zona centroeuropea Hermann Tertsch publicó el 14 de junio del 2006 en las páginas deportivas del diario de los Polanco un impagable artículo sobre esta ciudad alemana que guardé cuidadosamente en mi carpeta de viaje porque ese mismo verano iba yo a pasar por allí, camino de Berlín. Lo he buscado en la red para ofrecer el link, pero en la página web de ElPaís sale con acceso restringido para suscriptores, así que ya lo siento. Sobre todo porque mi idea no era contar mis impresiones sobre la ciudad, sino editar un pequeño álbum de cinco fotos.

Quien esté interesado en visitar Leipzig le recomiendo que lo busque en alguna hemeroteca, porque el enfoque de Tertsch no tiene nada que ver con las típicas descripciones de las guías turísticas o de los suplementos periodísticos dominicales. Para conocer una ciudad uno puede perderse en sus calles, como recomendaba Benjamín, pero yo prefiero tener un buen guía, y a ser posible de carne y nombre. Los lugares concretos, los lugares reales, no deben verse jamás desde las anteojeras de la abstracción, -sea ésta la de los historiadores del arte o la de los publicistas de la industria editorial o política-, así que cada día me gusta más que sea alguien el que me abra las puertas de una ciudad. Leipzig se la debo a Tertsch y en verdad que le estoy muy agradecido. Su artículo tiene todo lo necesario para hacer una densa y aprovechada visita de la ciudad y para servir de nexo a las cinco fotos que pongo aquí.

1) La primera es una toma del interior de la Thomaskirche, la iglesia en la que Johann Sebastian Bach fue maestro de capilla. La emoción de estar entre los muros que oyeron el estreno o la interpretación de tantísimas piezas maestras de su música fue la misma que me embargó hace años en la St Michael kirche de Hamburgo, donde ejerció de maestro Johannes Brahms. Me desagradó sin embargo la tumba del músico, colocada en un lugar tan principal de la iglesia que parecía más bien la de un obispo o un cardenal.

2) El núcleo del artículo de Tertsch estaba dedicado a la época en que Leipzig fue la sede central de la policía política de la RDA, la siniestra Stasi, recordada ahora en un pequeño y polémico museo ubicado en una parte de la planta baja del edificio que utilizó. Tras rendir tributo a Bach nos acercamos a verlo, y ya sólo las formas de la cubierta me dejaron sobrecogido. No han pasado diecisiete años desde la caída de aquel aparato de control y represión, así que sus esbirros y sus víctimas no son fantasmas, sino los mismos ciudadanos que te cruzas por la calle (!!!).

3) La tercera imagen pertenece a la gran sala de conciertos de la ciudad, construida en los “gloriosos” años de arquitectura progresista comunista. Me la imaginé ocupada por las mujeres e hijos de los mismos comisarios políticos que torturarían en la sede de la Stasi, y por éstos mismos, claro, quienes siguiendo la tradición de la anterior generación en la represión, seguramente eran grandes aficionados a la música. No sé si será por estas malditas asociaciones, pero la melomanía nunca me ha parecido un salvoconducto de bonhomía.

4) La Nikolaikirche era otro punto clave en el artículo de Tertsch. Allí se desarrollaron semana tras semana a finales de los años ochenta las últimas y heroicas concentraciones contra el régimen represor comunista. Por asociación sentí al verla la misma desazón que me causa el actual caso político español: que quienes piden libertad tengan que acabar buscando el amparo y protección de la iglesia. En su interior atronaba un órgano y las bóvedas estaban pintadas de unos colores tan cursis que parecían de un decorador kitsch. He preferido poner una foto del exterior, donde una pancarta que no entiendo parecía reclamar aún ese papel reivindicativo del edificio.

5) La quinta imagen de este álbum mínimo pertenece a un fragmento de la inmensa estación de ferrocarril. El gran espacio exterior es insuficiente para conseguir hacer una foto completa de su fachada. La estación de Leipzig fue sin duda el gran templo del transporte público de la ciudad. Todavía tiene trenes y andenes, pero el “nuevo régimen” actual del comercio desaforado ha convertido los gigantescos espacios de recepción en un no menos aparatoso centro comercial a tres o cuatro niveles.

No di con una guía de arquitectura, pero me hice con un libro de las obras de rehabilitación y reconstrucción que se han hecho desde la caída del muro y pensé que salvo las cuatro o cinco cosas que he traído a este pequeño álbum, casi todo el resto de la ciudad que estaba visitando era increíblemente reciente y terriblemente falso. Dura ciudad Leipzig; muy dura me pareció.

martes, enero 23, 2007

115. UN ALAMO MUY ESPIGADO





Nunca he entendido porqué los arquitectos escriben tan poco, pues en el ejercicio de la profesión concurren dos circunstancias muy favorables a la escritura: la soledad en los despachos y el rico anecdotario de los clientes y las obras. Seguramente es por discreción comercial o por agotamiento profesional, pues bastante tiene uno con aguantar el trajín diario de captar encargos y resolver problemas como para encima deleitar a los curiosos con historias bien redactadas.

Las memorias de los proyectos parecen el lugar ideal para que el arquitecto se desfogue un poco explicando las penurias o ilusiones de su trabajo, pero lo habitual es encontrarse con áridos y sosos expedientes burocráticos, redactados seguramente por la propia maquinaria del despacho.
Muchas de las casas de la ciudad tienen más interés por sus anécdotas que por su composición arquitectónica o sus detalles decorativos, así que si me pongo a hablar hoy de una de ellas, no es por lo segundo sino por lo primero.

La casa de la calle/plaza Martínez Zaporta 12 me llamó la atención únicamente por ese mínimo movimiento expresivo de las barandillas, -esas líneas verticales alabeadas que parecen cifrados sobre un pentagrama-, así que supuse que podía ser de Fermín Alamo y me animé a pedir el expediente en el Archivo Municipal. En efecto, la casa era de Alamo y la fecha, 1932, es decir, cuando el “estilo moderno” ya empezaba a ser moda (la celebrada casa “moderna” de Alamo en Duquesa de la Victoria 32, por poner un ejemplo, es de 1930). Acaso por estar en el casco antiguo, el arquitecto aún se aferró a tics del pasado, y además de ese pequeño gesto de la barandilla, nos regala con dos ventanas en el ático con remate “popular” en arco rebajado.

Ahí podían acabar todas las singularidades arquitectónicas de esta casa si no fuera por la sorpresa que nos causan los dibujos de las plantas: uno no hubiera podido imaginar que detrás de esa fachada tan normalita se escondiera una planta tan minúscula, y encima con ciertos problemas de adaptación al solar y los medianiles –problema que ya se adivina en la fachada con esa dislocación del eje en la planta baja.

El edificio de, planta baja, entreplanta y cuatro pisos, alberga una sola casa en la que no hay más que una minúscula habitación por piso (!). El orden espacial o funcional al que llegaron el arquitecto Fermín Alamo y el propietario Juan Sáez es el siguiente: en planta baja, una tienda a doble altura y hasta con un palco en la escalera. En el primer piso una habitación vacía (dormitorio); en el segundo, la sala comedor; en el tercero, otro dormitorio; y en el cuarto, la cocina, el aseo y hasta una despensa.
Es de imaginar que Juan Sáez y familia tuvieron una vida sana y deportiva pues no pararon de subir y bajar escaleras.

La fachada exterior de la tienda tuvo en algún momento otro segundo impulso decorativo cuando se le hizo ese aplacado cerámico texturizado al que los biempensantes del estilo disimulo le tendrán unas ganas enormes de piqueta.

La casa parece cerrada y abandonada, pero la pequeñez de la planta es sin lugar a dudas su salvaguarda, porque a menos que se interese por ella un bombero o un montañero, va a costar mucho que alguien quiera vivir en ella.

Como decía al principio, da más para el anecdotario urbano que para la historia de la arquitectura, así que con esa mirada seguiremos su destino.

(Si se quieren ver un poco más grandes las fotos, clickar encima de ellas)

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La casa fue demolida junto con las vecinas en el 2007 (v Cascotes 86: PARTE DE GUERRA)

lunes, enero 22, 2007

114. EL ESTILO PARECIDO



Si la historia del arte del futuro sigue con las mismas historias que las de ahora, sus autores van a tenerlo crudo a la hora de ubicar al arquitecto Rafael Moneo porque seguramente unos lo pondrán como inventor del “estilo raya” (ver el hC25 de elhalln87) y otros lo ubicarán como el inventor del “estilo disimulo” (ver LHDn19). Que Moneo se esfuerza en dar con un estilo está fuera de toda duda, pero que no lo encuentra, también, porque la verdad sea dicha, ni el “raya” ni el “disimulo” son para echar cohetes, o mejor dicho, para “pasar a la historia”.

Moneo es un gran erudito, un fenómeno mediático, un gran comercial, un tipo muy hábil ante el cliente y hasta una marca de sí mismo, pero no es todavía una figura para la historia. Si sus discípulos y coetáneos (sus admiradores) queremos echar una mano a los historiadores, tenemos que encontrarle un estilo antes de que sea tarde.

Algunos críticos o comentaristas dicen que el estilo de Moneo es el no-estilo, pero eso ya se dijo del “internacional”, y así quedó fijado para la historia. Y lo que está claro es que Moneo está muy lejos del “internacional”. Nunca ha estado en esas.

Para justificar ese no-estilo de Moneo, los mismos comentaristas suelen decir que su arquitectura trata de adecuarse siempre al contexto, y que él prefiere negarse a sí mismo en beneficio del lugar y la ciudad. Algo hay de cierto en ello, pero no es una valoración muy precisa. Por ejemplo yo demostré que ese “contextualismo” de Moneo en el Kursaal de San Sebastián era totalmente falso (v elhalln69; no está en internet, pero ya lo pondré algún día).

Tal y como contaba él mismo en la memoria de la propuesta para el Kursaal (v rev Arquitectura 283-284), Moneo vio en la escollera del frente marítimo de San Sebastián unos enormes pedruscos más o menos paralelepípedos con el rayado de su voladura en cantera y esa fue su fuente de inspiración, su relación con el “contexto”.

Como la arquitectura perdió sus formas con el estilo internacional lo que empezó a suceder con el agotamiento de ambos (del no-estilo internacional y de la arquitectura) ya en las últimas décadas del siglo pasado, es que cada arquitecto se inventaba (y se recreaba en) su “estilo personal” a fin de ser reconocido claramente por los historiadores. Cierto que hubo dos o tres de intentos de agrupar a los arquitectos en estilos genéricos, el “postmoderno”, el “deconstructivo” y el “high tech”, pero en ninguno de estos casos se consiguió fijar un vocabulario o una gramática estable para sus arquitecturas. El empuje de los arquitectos-estrella ha sido mucho más fuerte que el esfuerzo por fijar esos estilos, y a los pocos años han quedado como antiguallas.

Pareciera que nuestro Moneo pudiera quedarse atrás respecto de los arquitectos estrella, pero con lo fino que es en las técnicas del éxito, alguna artimaña tiene que tener oculta, algún nexo que lo emparente con el resto de arquitectos llamados a figurar en la historia como creadores de los estilos de su propio nombre.

Pues bien, creo haberlo descubierto en el edificio que muestro arriba, un siniestro artefacto museístico que inauguró en Huesca el año pasado. Fiel a su otro estilo (por si acaso es el que chuta), el edificio también está rayado, pero nada más ver sus formas y su color entendí que del mismo modo que el Kursaal quería parecerse a los pedruscos de las escolleras, el museo de Huesca quería parecerse a los Mallos de Riglos. No leí con atención el infumable texto del comentarista que los presentaba en el suplemento El Cultural de El Mundo (23 fb 2006) pero en el tercer párrafo ya vi que aparecía la referencia a los singulares mogotes del prepirineo oscense: “El edificio que construye Moneo no pretende interferir en el paisaje sino que se inspira en él, al elegir los Mallos de Riglos… etc.”.

Digo yo por tanto si el auténtico y verdadero estilo de Moneo no será el estilo “parecido a”. Me empieza a fallar bastante la memoria concreta, pero en los últimos años estoy seguro de haber leído más de un argumento similar en otros tantos arquitectos del estrellato, o aspirantes al mismo. Por ejemplo, sus discípulos Muñón y Mansilla deben estar haciendo en Santander un museo como si fueran los Picos de Europa; Zaera decía hace poco que su rascacielos para Sevilla se parecía a una bailarina flamenca; Nouvel comparaba su torre Agbar con Monserrat (lo de parecerse a los montes se lleva mucho, pero la marca “estilo montañés” ya está registrada), etc.

Un estilo que quiera pasar a la historia tiene que tener consistencia y ser usado por más de un gran arquitecto y en más de una ocasión. El disimulo y el raya no son gran cosa, y los estilos Calatrava, Gehry, etc, desaparecerán con sus autores.

Dejo caer una hipótesis o una apuesta: escondido bajo el falso “contextualismo” es muy posible que sea con el auténtico “estilo parecido” como logre entrar en la historia nuestro insigne profesor de arquitectura. A ver si acierto.

viernes, enero 19, 2007

113. SALVADOR MORENO PERALTA



Miembro de la Real Academia de San Telmo, coautor del Plan General de Ordenación Urbana, Vicepresidente de la Prensa, Gerente Municipal de Urbanismo, Presidente del Consejo Social de la Universidad, Asesor de la Oficina de Rehabilitación del Centro y algunos cargos más que no recuerdo o que no salen en un primer rastreo del google, es lo que he podido saber que es, o ha sido, el autor del artículo “El lugar soy Yo”, el arquitecto Salvador Moreno Peralta, que mencionaba el otro día a propósito de una defensa de los arquitectos-estrella (LHDn111). Todo ello en Málaga.

También había sido redactor del PERI de Melilla, y recientemente le invitaron a dar un importante pregón oficial. Aparece como animador en todos los debates urbanos de su ciudad (estación de tren, obras del metro, rehabilitación de los depósitos de Repsol, problemática del turismo masivo, etc. etc), como autor de una guía turística para conocer Málaga, como coordinador de una exposición de Scully, y no sé cuantas cosas más, pero con todo y con ello, lo que más me sorprende es que sigue en el ejercicio como profesional liberal de la arquitectura (Centro comercial Larios, Información de Turismo andaluz, etc. etc). En una noticia de prensa reciente le dan 58 años y en una entrevista le califican de provocador y (cariñosamente) hasta de gamberro. Todo un personaje.

A mí, obviamente no me interesó por lo que he mencionado hasta ahora (gentes con cargos los hay a patadas), sino porque a la par que todo ello (que es lo difícil), no ha parado de escribir sobre arquitectura para la prensa y la radio, y con sus artículos escogidos ha publicado dos compendios titulados: “Saque de esquina” y “El destino de las perdices”. Y aunque no estuviera yo muy de acuerdo con el contenido del artículo que me sirvió de cebo para localizarle, conocerle, e iniciar su rastreo biográfico, lo que he podido leer en otros artículos que tiene colgados en internet no tiene nada que ver con la literatura oficial al uso en arquitectura, sino que siempre es incisivo, alegre, ponderado y polémico.

La página http://www.almendron.com/politica/pdf/2003/spain/spain_0279.pdf recoge por ejemplo un excelente artículo publicado al parecer en alguna edición de El País (ya siento no poder comprar ni leer ese periódico con regularidad por mera profilaxis política) titulado “La Resignada Condición de Provincianos” que es una carta de presentación mucho más interesante que el mencionado “El Lugar soy Yo”. Se lamenta de que la España de las Autonomías se haya convertido en un gran desierto provinciano y que todo lo que cuenta en este país es lo que sale de dos centenas de personajes de la capital que acaparan toda la atención e información.

Ya siento contradecirle otra vez, pero a mí me parece mucho más interesante un personaje como él que esos doscientos papanatas que escriben y salen en todas las revistas nacionales. Para recuperar el sentido de la arquitectura hay que pensar sobre el lugar, y para pensar sobre el lugar hace falta conocer muy bien el lugar. ¿Que lo que él piensa, dice y escribe sobre el lugar no le interesa a nadie que no sea de Málaga? Allá cuidaos. Eso no le resta un ápice de valor a su pensamiento. Al revés, lo dignifica. Lo hace mucho más universal que todos esos pensamientos abstractos sobre el arte de la arquitectura que se dicen desde Madrid o que se puedan escribir en provincias al modo de los de la capital. Lo universal es escribir sobre lo particular.

Y si es problema de conocimiento y reconocimiento, para eso ha llegado google e internet. El papel tiene muchos límites, y los periódicos nacionales no digamos. Salvador es un tipo tan sensato que parece haber conseguido compaginar los cargos, el ejercicio liberal y la libre opinión (algo para mí completamente imposible); y gracias a todo ello ha puesto su nombre a nivel nacional y me ha permitido conocerle. Pero no para estar de acuerdo precisamente con sus “opiniones nacionales” sino, más bien, para elogiar su esfuerzo por reflexionar sobre lo local. Espero que gracias a internet le llegue mi reconocimiento y mi más cordial saludo.

jueves, enero 18, 2007

112. UNA VOZ


Los más atentos observadores de este blog se habrán dado cuenta de que en la columna lateral de los links, debajo del índice de los primeros 100 LHDs del 2006 ha aparecido otro enlace titulado UNA VOZ EN UN LUGAR.

Cuando me di cuenta que nuestro mecenas Blogspot (de la gran familia de los Google) permite al autor de un blog abrir otro nuevo y asociado al anterior para cambiar de temática, pensé que ese podría ser el lugar ideal para colocar el contenido de mi primer y nunca publicado libro de artículos de arquitectura.

Lo creé la semana pasada (el blog B) e inmediatamente empecé a “subir” artículos, pero me atasqué porque algo hacía mal en la creación del link y no salía donde yo quería, -y lo importante en todo esto de las webs es que haya un enlace fácil y claro para ir de un lado a otro. Mis colegas Mónica Yoldi y Kike Fernández me lo arreglaron el viernes pasado por el precio de un café y con la alegría compartida que da siempre superar los pequeños obstáculos de todo esto de la informática e internet. Sobre todo porque según me dijeron, tampoco ellos tienen mucha idea del lenguaje html. En los próximos días seguiré colgando artículos hasta completar su total de cuarenta y dos, y cuando acabe les haré otro índice como el de los 100 LHD para evitar el desorden de entrada por fechas de edición.

Como cuento en la “presentación”, Una Voz en un Lugar es la selección que elaboré en 1999 para editar mis “mejores” artículos de arquitectura. Bueno, mejores no sé, quizás debiera decir los más ambiciosos, los más largos, los más intensos, lo más duros, los más incisivos, etc. Mientras hacía aquella selección iba desechando los más locales, los mas efímeros, los marrulleros, los de temáticas ajena a la arquitectura y ciudad, etc, Al paquete de los primeros les puse como título Una Voz en un Lugar y me lancé infructuosamente a buscar editor nacional. Al paquete de los segundos les puse como título El Retablo de Ambasaguas, y como lo llevé a mi Colegio de Arquitectos y la Junta de Gobierno de Pedro Moral tenía por entonces conmigo una relación un poco rara de aprecio/rechazo, les debió de dar un ataque de piedad y me lo publicaron en un visto y no visto. Publicar pensamiento o crítica de arquitectura es en estos tiempos un asunto de piedad: pobre chico, se le ve con tanta ilusión que vamos a hacerle un libro para tenerle contento, -debieron pensar.

Los posibles editores nacionales de Una Voz no lo vieron así. Hice unas cuantas copias y lo envié con cartas de presentación, currículo y toda la historia, a editoriales que tenían colecciones de arquitectura, diseño, temas urbanos etc. La mayoría ni contestaron, y los que lo hicieron, fue con una nota de dos líneas hecha con tampón: “muy agradecidos por su envío, muy interesante su contenido pero lamentamos que no entre en nuestra programación”. Los más simpáticos concluían deseándome suerte.

Hubo uno o dos editores que me dijeron que si yo ponía la pasta para la edición, que por ellos encantados en publicarlo, pero para eso, me dije, lo edito yo. Craso error por mi parte porque eso significa no entender que una editora no es sólo una máquina de hacer libros sino también una red para distribuirlo.

El único editor que se interesó de veras por el contenido de Una Voz, o sea, el único que debió leer algún que otro de sus artículos fue Manuel Borrás, de Pretextos, con quien llegué a estar en el despacho de su editorial en Valencia, departiendo sobre los pros y los contras de la posible edición. Acababa de iniciar una colección de arquitectura y mi libro le podía encajar, pero claro, “una miscelánea de un autor desconocido…, -decía-, no es normal, no es lo habitual”. Como cuento en el “prelogo” del Manual de Crítica de Arquitectura, Borrás me dijo que escribiera un libro, y que ese era el mejor camino para poder publicar luego mis artículos. Y le hice caso.

Cuando le mandé el libro, creo que ni me contestó, así que el Manual acabó felizmente en Biblioteca Nueva con el padrinazgo de Antonio Fernández Alba, lo que fue para mí un final historia mucho más bonito y feliz.

Y cuando ya casi me había olvidado de los artículos de Una Voz, el entusiasta editor de Pepitas de Calabaza, Julián Lacalle, se planteó editar unos pocos seleccionados por él y así surgió Ciertas Cuitas sobre la Ciudad Incierta, librito que se distribuyó muy bien por los canales alternativos que conoce Julián y que según me contó recientemente, ya está agotado.

Bueno, mientras todo eso sucedía, yo estaba cada vez más animado a escribir y seguir escribiendo, así que entre el 2000 y el 2003, redacté otra buena carpeta de ellos (una muestra son esos dos de “La Ciudad en Obras” y “La Ciudad sin Obras” que recuperé para los primeros 100 LHDs). Supongo que cuando acabe de colgar los de Una Voz me pondré con ellos.

Ya sé que el papel es una cosa y el ordenador es otra ,y que la longitud de la mayoría de los artículos de Una Voz no se lee muy bien en pantalla, pero en estos tiempos tan raros y confusos de comunicación y manipulación, la gratuidad de Blogspot, la facilidad para hacerlos públicos y para que cualquiera que se interese pueda acceder a ellos, es una oportunidad que no sólo quiero aprovechar, sino también agradecer sinceramente:

Gracias Blogspot por permitirme publicar al fin los artículos de mi primer libro.

miércoles, enero 17, 2007

111. ARQUITECTOS ESTRELLA




El ataque a los arquitectos-estrella empieza a ser tan lugar común entre los arquitectos aficionados a la escritura, que creo que me voy a salir rápidamente del redil y voy a empezar a asumir su defensa.
Hace ya tiempo que Fernández-Galiano juega con la doble baraja de vivir de los arquitectos estrella (un arquitecto-estrella es un invento -o un producto- de los medios de comunicación de la arquitectura) y de darles de vez en cuando algún tizonazo para… -digo yo-, reivindicar su autoría: los creadores siempre se vuelven celosos cuando las masas se adueñan de sus productos. Unos meses atrás, William Curtis se paseó también por aquí dando estocadas a los arquitectos-estrella para vender mejor su libro de la arquitectura moderna (v LHDn71). En nuestro hAll, qué digo nuestro…, en elhAll de la Junta de Domingo, los voluntariosos Gaspar Aragón y Pablo Larrañeta se despachan a dúo en su apocado y abstracto estilo contra el espectáculo de los arquitectos estrella. En el periódico de Polanco, el miércoles 10 de enero, un arquitecto llamado Salvador Moreno Peralta publicó un bien escrito artículo titulado ingeniosamente “El Lugar soy Yo”, en el que les “daba pal pelo” a esos arquitectos que les da igual poner sus chismes en la zona cero que en Triana (bueno, a ese no le daba muy duro, porque parecía de la casa); etc. etc. etc.

Para empezar con la defensa, el primer argumento que se me ocurre es desmontar la novedad. Los arquitectos-estrella no son un invento de ahora, sino que se remontan al siglo XV (por lo menos). Lo único que ha cambiado es la autoría del producto: antes se fabricaban en los exclusivos canales de comunicación de la aristocracia o la iglesia, y ahora en los mass-media. En la primera mitad del siglo XVI a Miguel Angel se lo disputaban los duques y los cardenales con la misma ilusión que tienen ahora los alcaldes por conseguir una obra de Zaera o Gehry. Y cuando lo conseguían, lógicamente Buonarroti “hacía suyo el lugar” en vez de ponerse a su servicio. La invención del “artista” y su evolución histórica son asuntos que están perfectamente documentados y no es cuestión de abrumar a sus señorías con ejemplos, así que la única diferencia que cabe observar entre los primeros “artistas” y los últimos “arquitectos-estrella” está en relación con su facilidad de desplazamiento (que no es poca). La estrecha correlación (o complicidad) entre la vanidad de los príncipes y la de los creadores es exactamente la misma.

Me llama la atención por ello que el actual rebaño de detractores de los arquitectos-estrella utilice como argumento contra éstos la “honestidad” de los artistas de la modernidad. Amén de las citas que pudiera hacer de las cosas que dicen nuestros compañeros más próximos, o las que decía Curtis a la prensa, presento como prueba el final del mencionado artículo de Salvador Moreno Peralta en el diario de mayor tirada de el país: haciendo referencia a los “apóstoles” del Movimiento Moderno afirma muy solemne que “quizás se pasaron de fundamentalistas o de ingenuos en su pretensión de lograr un arte total, pero por lo menos nadie les pudo negar su decencia”.

Hace un par de años pasé una mañana en Baltimore, ciudad norteamericana próxima a Washington DC, y al poco de salir de su “rehabilitado” puerto para ver los edificios de su interior (y buscar la tumba de Poe, que era nuestro objetivo fundamental, dicho sea de paso) topamos con un rascacielos (ver foto) que nos movió a la sorpresa: cooñó, si es como el Seagram, ¡vaya cara! Estos americanos copian arquitectura como los tanos las ropas de marca.

Picado en la curiosidad, compré una guía de arquitectura de la ciudad en una de las pocas librerías que encontramos al paso, y cuál no sería mi sorpresa cuando vi que el “Seagram” de Baltimore era obra de…, ¿a que no se imaginan Vds quién? pues de… ¡Mies van der Rohe! si señor, el mismo Mies van der Rohe del Seagram original de Nueva York en Park Avenue. Era Mies el que se copiaba a sí mismo. Las condiciones de ubicación de uno y otro no tenían nada que ver pero el edificio era clavado. O primo gemelo. ¿Quién iba a imaginar que hubiera un Mies en Baltimore? No lo había visto en ninguna historia de la arquitectura. (Por si alguien quiere datos, se llama One Charles Center y es de 1962, es decir, cuatro años después del exitoso Seagram).

O sea que…¿nadie les pudo negar su decencia…? Será porque nadie se haya puesto a hacerlo, pero no por la honestidad con el lugar de algunos de ellos. Bueno, nadie no, hablando de los maestros del “movimiento”, ahora recuerdo que también escribí algo sobre Breuer mucho antes de que Peralta enviara su artículo al El País (ver elhalln77, cuadernillo hc15; si no lo ha quitado el COAR estará aún en internet).

Concluyo: no voy a ser yo quien me enfade porque se les atice a los arquitectos-estrellas, pero en la carga no vale todo. Y lo que menos, defender a unos santos frente a otros porque sean los nuestros. Como antaño con las vírgenes en los pueblos.

martes, enero 16, 2007

110. ENTRADA



Mirad qué cosa tan bonita he encontrado. Estaba tirando periódicos viejos y de repente me he quedado clavado en esta foto que publicó El Mundo el 1 de noviembre del 2006. Seguramente ese día no leí atentamente el periódico, porque no la recordaba; o simplemente se me pasó, porque la noticia que ilustraba era la de una trifulca más entre los dos grandes partidos políticos del país. El PP de Andalucía denunciaba que el PSOE metía a los inmigrantes argelinos en un cuartel abandonado de la isla de las Palomas en Cádiz: “las condiciones son penosas. Las instalaciones son muy viejas y no están habitables” –decía el político denunciante, quien acababa su descripción con una comparación memorable: “es lo más parecido a su país”.

Yo ni siquiera sabía dónde estaba esa isla, así que he tenido que echar un vistazo a un atlas para hacerme una idea, y casi no doy con ella. La he encontrado con la lupa justo al sur de Tarifa. Debe de ser tan insignificante como la famosa isla del Perejil de la otra orilla. Aunque mucho mejor que mi viejo atlas es un viaje con Google Earth (gracias Google por viajes tan bonitos y baratos): clickar aquí.

Pero la puerta de ese cuartel bien vale una visita, o hasta una peregrinación, diría yo, porque es una joya de esa arquitectura abierta a la espontaneidad y al paso del tiempo que ya sólo se encuentra en ciertas ciudades italianas, como Nápoles, o si hacemos caso del denunciante, en Argelia -país que no conozco.

En algún tiempo debió ser mucho más severa, con esos dos grandes machones simétricos de poderosos sillares franqueando el hueco central, pero por alguna razón olvidada, al izquierdo lo revocaron y el derecho parece que se hundió o rebajó, quedando las molduras de su remate por debajo de la línea original. Luego, o antes, o la vez, se fueron colocando todas las demás piezas: la pequeña garita peniforme de la izquierda (minúscula, por cierto, en comparación con el machón de detrás), la garita de tejado plano (moderna) sobre el machón de la derecha, con el color a juego con la piedra y escalera de acceso a la catalana, y debajo de ella, la caseta para el perro del centinela; y finalmente, las tapias se recrecieron para acomodarse a las nuevas exigencias de protección motivadas por la construcción de las garitas. Todo un poema.

Reto a cualquier arquitecto del mundo a que intente una puerta con tal riqueza temática, volumétrica y calidad de texturas, a que no la supera.

Mi afición a las puertas de entrada de grandes recintos viene de un proyecto que el catedrático Rafael Moneo nos puso en el primer curso de Elementos de Composición del segundo año de la carrera de arquitectura, y que por lo tanto debió de ser el tercer proyecto de mi vida (el primero fue distribuir una agencia bancaria en un salón de columnas y del segundo no me acuerdo). Había que hacer la entrada a un recinto deportivo con marquesina de protección, taquilla y todo lo que se nos ocurriera que tuviese que tener, y eso me sirvió entonces para fijarme en la entrada del Adarraga, la de la Hípica y hasta la de las piscinas de Haro; y durante el resto de mi vida, en todas y cada una de las puertas de entrada que me han ido saliendo al encuentro. Un tema, dicho sea paso, rara vez trabajado por nuestra profesión con la intensidad e interés que había que echarle siendo estudiantes. Moneo nos ilustró la propuesta del ejercicio con la ondulante entrada a la finca Güell de la calle Manuel Girona de Barcelona, que por entonces estaba abandonada y medio en ruinas, y obviamente, nos dejó anonadados.

Al hilo de la comparación del denunciante del PP ahora recuerdo que en el viaje a Egipto del año pasado, pudimos ver desde el autobús un montón de entradas a cuarteles y otros recintos oficiales, primeras piezas todas ellas para una antología de la arquitectura kitch.

El problema es que no es fácil tener una buena colección fotográfica de esas entradas porque muchas de ellas las sueles ver desde las ventanillas del coche y no es cuestión de pararse a hacerles una foto. Hace tiempo que le tengo ganas a la entrada de unas bodegas que hay yendo a Oyón a mano izquierda… ; a ver si cuela, y algún buen amigo me envía una foto. Bueno, pues eso, os dejo admirando esa hermosura de la isla de las Palomas rescatada del rimero de periódicos y el contenedor de papel (y por supuesto os la amplío para que podáis descargarla a buen tamaño, coleccionarla, o ponerla de fondo de pantalla: clickar aquí); y si encontráis algo parecido, avisadme.

lunes, enero 15, 2007

109. BALCONES







Uno de los hC (cuadernillos centrales) que tenía casi preparado cuando Domingo García Pozuelo y toda su Junta de Gobierno tomaron elhAll al asalto, llevaba por título “Por sus balcones los conoceréis”, y consistía en una especie de juego de identificación o adivinanzas con el que se trataba de acertar a qué casa de Logroño y a qué arquitecto pertenecían las barandillas cuyas fotografías iban a llenar sus cuatro páginas.

Daba entonces yo clases de dibujo a los alumnos del último curso de decoración, y con el buen tiempo que hizo aquel otoño, habíamos salido varias veces a dibujar balcones en el casco antiguo, la Gran Vía y muchas otras calles de alrededor para hacer mano y despertar el interés por estas singulares piezas de diseño. Mientras ellos dibujaban, yo hacía fotos para aquel frustrado hC y de ahí que tenga una buena colección de imágenes de barandillas de esta ciudad.

En los meses siguientes he podido ver numerosos planos originales de muchas de aquellas casas del casco viejo cuyas barandillas me eran familiares, firmados en su mayoría por Francisco de Luis y Luis Barrón, en los que el balcón no era mas que un rectángulo cruzado por dos líneas diagonales como las que ponemos en los patios o huecos de escalera para señalar un vacío (ver por ejemplo la fachada de Francisco de Luis para Rodríguez Paterna 3 en las imágenes del LHDn106).

Parece deducirse de ello que la autoría en el diseño de los balcones de finales de siglo no era cosa de los arquitectos sino de los propios herreros que las ejecutaban, así que el estudio que hace unos meses inició el meritorio Fede Soldevilla (presidente de Amigos de la Rioja) sobre la catalogación de las fraguas de Logroño y sus posibles producciones, no sólo merece todo mi ánimo, sino que reclamo para él un apoyo más decidido de quien lo pudiera ofrecer.

La relación entre la Escuela de Artes y Oficios, por ejemplo, y los herreros de finales del siglo XIX, es un tema que puede dar para una exposición o una interesante monografía. Y en ese sentido cabe recordar que el propio Luis Barrón fue profesor de dibujo en esa Escuela.

Las influencias modernistas venidas a Logroño de la mano de Fermín Alamo (arquitecto al que de una manera sectaria se la ha hecho famoso por sus trabajos “modernos” de los treinta y no por los “modernistas” de las dos décadas anteriores) parecen ser el estímulo para que los arquitectos empiecen a dibujar las barandillas de los balcones en los planos en vez de confiar su diseño a los artesanos. Un repertorio de los dibujos de barandillas de Alamo da también para un buen artículo ilustrado.

Efectivamente, Alamo se pasó luego a las barandillas de trasatlántico en cuanto vio que la moda era esa, y los dibujos de sus fachadas se empobrecieron notablemente; mientras que el otro moderno local famoso, Agapito del Valle, parecía resistirse a ese tipo de simplificación brutal, y no tanto en sus planos, cuanto en sus edificios. Las barandillas y rejas de las casas de Agapito no suelen figurar en sus planos (volviendo así a la tradición de finales del XIX) pero son inconfundibles en sus casas, y yo diría que, excepto en aquellas en las que cedió al tubo marinero, tienen un aire más bien “decó”.
De Luis González, el prolífico arquitecto municipal de la postguerra, no hay gran cosa en el tema de las barandillas, pero Jaime Carceller y José Maria Carreras sí que hicieron pequeñas aportaciones alegres de cristal y chapas en algunos de sus balcones (también en obra, y no en planos) con los nuevos aires de modernidad de finales de los cincuenta. Y ya en los sesenta, Félix del Valle y, sobre todo, Fidel Ruiz, dieron en colorar algunos detalles “cubistas” en sus pretiles que no dejan de tener su gracia. Aurelio Ibarrondo, por último, también entendió que los balcones eran el tema con el que podía dar el toque personal a sus fachadas, y se aplicó a ello con desigual fortuna. De ahí en adelante también tengo un buen muestrario pero dejo el tema para no herir susceptibilidades, pues la pobreza de diseño es en general la norma.

El día en que presenté el Manual de Crítica de la Arquitectura en la librería Santos Ochoa una señora me preguntó por qué en las casas actuales los arquitectos no ponían balcones, y para salir del paso de tan embarazosa pregunta le contesté que seguramente porque ya no había procesiones o desfiles militares por las calles. Pero a la vista de este pequeño repaso, una mejor respuesta hubiera sido esta otra: “para no tener que esforzarse en diseñar sus barandillas”.

viernes, enero 12, 2007

108. PATERNINA




Mucho se ha escrito estos años en periódicos y revistas sobre la llamada “arquitectura del vino” a fin de relanzar este sector económico e insertarlo en el sector turístico. Acaso porque afamadas estrellas de la arquitectura reciben sin cesar encargos de las bodegas más avispadas con objeto de hacer publicidad de sus marcas mediante el uso conjunto de sus nombres (también marcas) y la exhibición de sus malabarismos arquitectónicos.

En la relación entre nuestros grandes vinos y la arquitectura de nuestros días cabe casi todo, porque la alegría que da el primero pudiera justificar cualquier frivolidad de la segunda. Por eso me extraña que nadie haya reparado en la extraordinaria y singular arquitectura de los pabellones de las Bodegas Paternina de Haro, situadas al borde de la carretera entre esta pequeña ciudad (capital del vino de Rioja) y Casalarreina.

Yo suelo pasar mucho por allí cuando voy a por vino a la Cooperativa de Haro (ah ah ah, ya os mostraré otro día cómo están dejando a las Bodegas Gómez Cruzado…!!!! justo al lado de la Cooperativa) y siempre tengo que extremar la precaución para no salirme de la calzada ante la alegría o desenfreno que me produce la increíble locura de los pabellones de Paternina.

Como puede verse en el par de imágenes que muestro arriba, el orden general de la composición de los pabellones (una serie de unas diez o doce naves industriales a dos aguas con cumbrera perpendicular a fachada) y de la disposición de los huecos (tres por nave en calmada simetría) no muestran nada destacable. Las formas de las ventanas, quizás, tienen algo de singular pues me recuerdan a las de los pabellones municipales de Quintín Bello, o de los pabellones militares derribados en el plan Valbuena, o en fin, a las de tantas otras bodegas de finales del siglo XIX y principios del XX.

Desde el movimiento y la velocidad del coche, que es como se suele ver esta bodega, no es fácil fijarse en lo realmente singular de estos pabellones, esto es, la forma en que están dispuestas las hiladas de los sillares, inclinadas en un ángulo variable respecto a la horizontal (entre 45 y 60 grados) e incluso haciendo alabeos. Yo le he dado muchas vueltas a la cuestión, pero siempre acabo sonriendo y diciéndome que, o el arquitecto era un cachondo, o los canteros, el bodeguero y el propio arquitecto estaban ciegos de vino.

No tengo datos de la construcción de la bodega ni de experiencias parecidas con la sillería, así que agradecería que si alguien los tuviera me los hiciera llegar.

Lo que si tengo es un pesar, y es que la valla roja que le pusieron delante cuando la Bodega fue comprada por Marcos Eguizábal en aquella famosa liquidación de Rumasa, dificulta no poco la contemplación de tamaña excentricidad arquitectónica (y ensucia cualquier fotografía que se quiera uno llevar de recuerdo). Sería un logro que Eguizábal se diera cuenta de que, en cuanto a relación entre arquitectura y vino, su bodega le da mil vueltas a las tonterías que hacen los Calatravas, Gherys, Moneos, Hadides, etc, y quitara esa tonta valla, pues no parece que aumente mucho la seguridad de la bodega, y sin embargo sí que menoscaba (y bastante) el alegre y contagioso efecto de la contemplación de esa euforia que a algunos les llevó, o les puede llevar, del vino a la arquitectura, sin pasar por el turismo, el estrellato y el papel couché.

jueves, enero 11, 2007

107. BUONARROTI





Si alguien tiene previsto ir a Florencia (o a sus cercanías) en estos primeros meses del año, va a tener la suerte de poder ver una exposición de 39 apuntes, planos y bocetos originales de arquitectura de Miguel Angel, que hasta el 19 de marzo se exhiben en la propia “Casa Buonarroti”, y que según dicen reúne aproximadamente la mitad del material que hay catalogado en todo el mundo.

Al leer la noticia en estas pasadas navidades me entraron ganas de organizarme un viajecillo con esa excusa (los vuelos desde Zaragoza a Bérgamo están tirados de precio; desde allí un autobús te lleva a la estación de Milán; y desde Milán a Florencia seguro que hay un montón de trenes) pero pensé que era una locura. En realidad me conformo con poder echar un vistazo al catálogo. A ver si alguien lo trae por aquí.

El acontecimiento es extraordinario porque frente a la rotundidad de su obra pictórica o escultórica, siempre hemos tenido por lo general una idea difusa de la arquitectura de Miguel Angel. La dinámica de las grandes obras en que se vio inmerso al final de su larguísima vida, no nos permite entender muy bien el alcance de sus propuestas desde el resultado de los edificios. Y en el caso de obras más modestas, como por ejemplo La Puerta Pía de la muralla romana o el interior de la Iglesia de Santa María de los Angeles, a uno siempre le entran las dudas sobre el porcentaje de Buonarroti que puede haber en ellas. Lo más auténtico de la producción de un arquitecto son sus dibujos. Todo lo demás pertenece a historias mucho más complejas de la evolución de cada obra donde el resultado es fruto de muchas y variadas interacciones personales y hasta del azar de las circunstancias.

Puestos a no viajar, y estimulado por la noticia a repensar un poco en Buonarroti, me he dado una vuelta por mi biblioteca y por internet y he pasado un rato muy agradable que paso a contaros.
Lo primero que hice fue releer la célebre biografía de Giorgio Vasari incluida en sus “Vidas de grandes artistas”. Tiene la estructura narrativa de un cómic así que te ríes mucho. Benévolo usaba unos párrafos de Vasari para introducir el capítulo de la “Terza maniera” en su siempre imprescindible Historia de la Arquitectura del Renacimiento, a la que también volví para refrescar conocimientos. Luego saqué el segundo volumen del Kostoff que cuenta magistralmente la construcción de Roma a partir de 1450 y que titula “Los papas como planificadores”. Lo tengo lleno de subrayados de cuando lo usé como guía de un viaje monográfico a esa ciudad. Por último (en cuanto a lecturas se refiere) me animé a hincar el diente a alguno de los obtusos textos sobre Miguel Angel de la Antología Crítica de Luciano Patetta (Celeste Ediciones)…: un verdadero peñazo, pero bueno, te vuelves a hacer una idea de los derroteros por el que intentaron llevarnos los teóricos, profesores y críticos italianos del siglo XX (ya volveré sobre ello algún otro día si me quedan ánimos). De todo lo leído y de lo poco entendido me quedo con los esfuerzos de un texto de Zevi cuyo título lo dice todo: “La actualidad de Miguel Angel arquitecto”.

Pero como la exposición trataba de dibujos de arquitectura, he desempolvado uno de esos librillos de fotos que te compras cuando viajas, y he encontrado en él media docena de interesantes bocetos. De todos modos, el arsenal más prolijo y coherente de dibujos de arquitectura de Miguel Angel que tengo a mi alcance está en las dos conferencias de Rudolf Wittkower sobre la Biblioteca Laurenciana y la Cúpula de San Pedro, contenidas en “La Arquitectura en la Edad del Humanismo” (ed GG) que también he vuelto a ojear con fruición. Luego he vagabundeado otro poco por el “google imágenes” y he encontrado una página en el que ofrecen otra docena de dibujos de arquitectura de Miguel Angel con bastante buena resolución: www.studioesseci.net/immagini.php?IDmostra=269 (gracias, amigos internautas); y finalmente, en la propia página web de la Casa Buonarroti he encontrado una pequeña imagen del modelo en madera de uno de esos proyectos que como no se llevó a cabo, aún podemos atribuir de modo inequívoco al famoso arquitecto toscano: la fachada de la Iglesia de San Lorenzo.

Pongo aquí la serie de un boceto, un plano más detallado y el modelo en madera, y casi tenemos ya un “proyecto completo” de arquitectura y…, ay, una secuencia de las sustanciales diferencias o parecidos entre las propuestas de unos y otros dibujos que nos mueven a dudar de todo: la similitud entre el boceto y la maqueta es tan directa que ignora el paso intermedio del plano…

Respecto a otros dibujos sueltos es difícil entender a Miguel Angel como arquitecto: muchos de ellos tienen un trazo tan vigoroso que parecen más bien apuntes de dibujo artístico que verdaderos dibujos creativos.

Hecho todo este pequeño repaso y abierto el tema a las posibles colaboraciones, cierro esta nota con un párrafo de Vasari que me provocó un pequeño parón en la lectura y me movió a la reflexión. Decía así:

“La belleza de las tumbas mediceas raya en lo divino (…); son de tan deslumbrante y perfecta belleza, que si el arte desapareciera y, como su expresión, únicamente quedaran ellas, bastarían por sí solas para iluminar su nuevo renacer”.

No estoy muy seguro que la solución a nuestra actual penumbra sea acudir al luminoso Miguel Angel, pero lo sorprendente es que hacia 1550 Vasari ya estaba imaginando que… el arte pudiera desaparecer (!).

miércoles, enero 10, 2007

106. LA CASA DE LOS JESUITAS








El periódico local informaba el pasado 28 de diciembre (y no parecía broma) que se estaba tramitando la recalificación urbanística de la conocida “casa de los jesuitas” en la calle Rodríguez Paterna con objeto de poder rehabilitarla para uso de viviendas. Se pondrá fin así a un abandono que se inició cuando los jesuitas se trasladaron a su colegio de la calle Huesca, hace ya casi… cuarenta años (!).
Como la intervención me da pánico (y no es para menos a la vista de lo que se viene haciendo en las viejas casas de Logroño desde que se inventara -y aplicara a rajatabla- el estilo disimulo), le voy a dedicar con carácter de urgencia este LHD para que podamos contemplarla en su actual estado de ruina durante el mayor tiempo posible.

Como se aprecia en un primer vistazo de la fachada, la llamada casa de los jesuitas es el resultado de la unión de dos casas anteriores, la número 3 y la número 5, realizada por el arquitecto Fermín Alamo en el año 1921 para dicha comunidad religiosa.

Alamo tenía siempre la virtud de hacer un plano del estado anterior a sus trabajos de intervención en edificios existentes, y de ese modo podemos ver perfectamente cómo eran antes de su unión. La de la derecha (el 5) era una casa con fachada de piedra de sillería (seguramente del XVIII o incluso de la primera mitad del XIX), cuya planta baja estaba dividida a su vez en dos alturas ofreciendo así una primera hilada de balcones muy baja, rareza que también podía contemplarse en el mirador de la casa del número 1 que ha sido arrasada este mismo año (muestro por ello la foto que hice de estas casas en el 2005, y la que he hecho hace unos días).

Junto a ella, es decir, en el número 3, el arquitecto Francisco de Luis y Tomás proyectó una casa en 1882 para José Rodríguez Paterna, cuyo plano de fachada también traigo aquí (en el orden aleatorio en que lo ponga el servidor, claro, aunque no creo que nadie tenga dificultad en entender cuál es cada cual). Rodríguez Paterna fue alcalde de Logroño entre 1885 y 1891, y de ahí el nombre de la calle (quien esté interesado en más datos sobre el promotor, puede ir a la pag. 293 de “Calles de Logroño”, obra del que fuera cronista oficial de la ciudad hasta hace unos pocos años, Jerónimo Jiménez).

La solución de Fermín, como puede verse también en la correspondiente imagen, fue adaptar la vieja casa del 5 a las líneas de la casa de Francisco de Luis y ahí quedó la cosa.

En 1971, es decir, cuando los jesuitas ya se habían ido a la calle Huesca pero todavía tenían en uso la casa, el arquitecto Eduardo Ortega hizo una entreplanta de hormigón tratando de mejorar la habitabilidad del inmueble pero complicando (y destrozando) aún más su estructura interna.
Finalmente, en 1993, Gerardo Cuadra redactó un proyecto para ubicar en estas casas a la comunidad de las Hijas de la Caridad, que no se llevó a efecto. De los datos que he recabado para la Guía se desprende que las Hijas de la Caridad se instalaron finalmente en un convento de nueva planta/rehabilitación construido en 1994, según proyecto y dirección de Francisco Javier Villaverde, entre Ruavieja 30 y Mayor 34-36. Del proyecto de Gerardo muestro ese detallado dibujito de su “estado actual” que tiene aires de comic. Leí también su meticulosa memoria y pude darme cuenta de que Gerardo no había hecho el mínimo estudio histórico del edificio y no tenía idea de sus orígenes y tampoco de la intervención de Ortega. En su propuesta respetaba la fachada de Alamo a Rodríguez Paterna pero se cargaba (ay) las graciosas galerías que dan a la plaza de San Bartolomé, creando en sustitución una fachada bastante anodina.

Javier Dulín publicó en elhall79 (marzo del 2004) una preciosa fotografía de José Miguel León tomando notas sobre la cumbrera de la iglesia de San Bartolomé, y la prensa local ha dado noticia este año de que José Miguel León y Gerardo Cuadra han presentado el proyecto de restauración de la torre de San Bartolomé, así que es posible que estén trabajando también en las viejas casas de los Jesuitas. El tiempo nos lo dirá. Pero, como digo, cuanto más tarde, mejor. Después de haber visto tantas y tantas cosas en estos últimos dos años, y de ver el calado de tanta “teoría” lamentable de jornadas sobre intervención en el patrimonio, en materia de “rehabilitaciones” yo ya no me fío de nada ni de nadie.

martes, enero 09, 2007

105. BELLEZA. VALLA. ESQUINA





Seguramente, la primera de las fotografías que ilustran esta nota no os dirá nada en especial; pero si la hice y la pongo aquí (y hasta la pongo un vínculo para que se pueda ampliar), es porque, durante estos días de navidad me ha alegrado la vista con el esplendor propio y singular de una flor.

Cuando he pasado esta mañana día 5 de enero por ese mismo lugar (el recién inaugurado cruce de Jorge Vigón con la avenida de Colón) y he comprobado que el brillo que yo había visto días atrás estaba siendo apagado para siempre (o por lo menos, para mucho tiempo), me ha asaltado la natural tristeza de toda desaparición y me he aliviado con la idea de que le había hecho una foto. La belleza es casi siempre efímera, he pensado; y los escritos o las fotos no son sino pequeños consuelos entre esplendores.

Continuaba yo calle arriba hacia Correos a recoger el estupendo calendario que anualmente nos manda desde Valencia la casa de impermeabilizantes y aislamientos Chova (www.chova.com, ale, les voy a hacer un poco de publicidad en agradecimiento) y seguía rumiando esa estrecha relación entre la belleza y lo perecedero, cuando de repente me he dado cuenta de la tragedia que eso supone para la arquitectura, ese arte hecho para durar. Y como queriendo evitar malos pensamientos (bastante tenía ya con la tristeza de mi flor marchitada) he pensado que toda la belleza que nos puede dar un edificio acaso no sea otra que la de la contemplación de un poco de musgo en sus hendiduras, el rebote de un rayo de sol al atardecer, o el inquieto movimiento de unas palomas en sus cornisas. Desolado por no encontrar desde hace tiempo indicio alguno de belleza en la propia arquitectura, y abatido por el ocaso de esa pequeña belleza que me había alegrado los últimos días, he terminado por pensar que lo mejor que le puede pasar a la arquitectura es esa apertura al tiempo (o aún mejor, a la fugacidad del tiempo) de la que hablaba el catedrático Manuel Iñiguez hace tiempo, siguiendo la estela de Schinkel, Aalto y Grassi.

Bueno, bajo ya de las nubes y me dejo de abstracciones (¡ay! ¡a qué sitios nos llevan las alegrías y las tristezas que nos producen los descubrimiento y las pérdidas de la belleza!), y paso a contaros que lo que tanto me había llamado la atención de ese recién inaugurado cruce no era otra cosa que la ausencia de las típicas vallas que el excelentísimo ayuntamiento de nuestra ciudad dio en colocar desde hace tiempo en todos sus cruces y esquinas: esas horrorosos dos tubos curvados e hincados en el suelo (aunque tanto me da que fueran de exquisito diseño) que convierten todos y cada uno de los cruces de Logroño en unos lugares llenos de peligros, de los que fuera necesario protegerse.
Desde el mismo punto en que hice la foto del cruce limpio de vallas, hice también la otra foto que he puesto arriba, mirando hacia las otras dos esquinas ya existentes del mismo cruce, para que se notara bien la diferencia. Puede verse en esa foto que las vallas no es que protejan mucho a los peatones de posibles invasiones de vehículos (o a los vehículos de los peatones, -que parece ser la razón no confesada de su instalación), sino que funcionan más bien como imanes de cacharrería varia, sean coches mal aparcados, contenedores de vidrio, bancos destartalados, postes de anuncios etc. etc. impidiendo que las esquinas puedan utilizarse para esa función fundamental de toda calle que veíamos en otro día en el LHDn103, es decir, la de permitir el contacto entre la acera y los vehículos para las eventuales operaciones de carga descarga.

Sí, ya sé que las esquinas no son lugares muy apropiados para pararse a cargar y descargar por la merma de visibilidad que se pudiera producir a otros vehículos que transitasen por el cruce, pero eso ya lo saben todos los conductores (y los policías de fácil libreta). Lo que no se suele saber, por mucha exposición de Forums y Colegios de Arquitectos que se hagan al respecto, es que las esquinas son los puntos en los que la arquitectura se condensa (o se debería de condensar) y que por lo tanto merecen un poco de limpieza y claridad. O un poco de esplendor: ese que yo había contemplado con alegría y asombro durante estas pasadas navidades bajo la célebre casa de Agapito del Valle (donde tiene el estudio Pepe Garrido) en la esquina entre avenida de Colón y Jorge Vigón, y que desde el 5 de enero ya está gafada por una valla, como todas las demás.

lunes, enero 08, 2007

104. CRITICA E INMORALIDAD


He aquí dos muestras del periodismo local que me mueven a la indignación, la protesta y la toma de postura.

La crítica de la arquitectura y del urbanismo, y la crítica a la administración pública que las regula y al de sector de la promoción inmobiliaria y de la construcción que ponen en marcha y materializan la ciudad, son absolutamente necesarias, y deberían ser promovidas y apoyadas como todo proceso de detección de errores, búsqueda de la verdad y deseo de mejorar; pero cuando se hacen desde la ignorancia, la frivolidad, o aún peor, desde la bajeza moral, es la propia crítica la que debe adelantarse a denunciarla, hacer limpieza y marcar distancias.

1) La Rioja, 5 de enero del 2007, pag. 27:

Titular: Joan Alsina fue asesinado dos días antes de que su hija lo encontrara en su vivienda.
Subtitular: Los Mossos d´Esquadra no descartan que el empresario catalán fuese víctima de un ajuste de cuentas.

Lo firma un conglomerado algo abstracto de “Paco Soto/ Agencias. Colpisa”, pero que yo sepa, de los titulares siempre es responsable el director del periódico, en este caso, José Luis Prusén de Blas

El efecto de un titular así es inmediato: con lo del “ajuste de cuentas” se da a entender que antes de conocerse la autoría del crimen, ya es la víctima la que empieza a estar bajo sospecha. Y es que la víctima era empresario, claro, y además del sector de la construcción… ¡Hace falta ser canallas para escribir y publicar algo así! ¡Con el cadáver aún caliente y los sentimientos de los familiares y allegados destrozados! Aunque pudiera ser verdad, escribir y publicar esos titulares en ese momento es una manifiesta inmoralidad para con la víctima y algo mucho más maligno y sibilino para con lo que esa víctima pudiera representar.

2) La Rioja, 5 de enero del 2007, pag. 10:

Columna del periodista Pablo Alvarez: “Vaya sorpresa”. (Picar en el vínculo para leer)

He aquí el concepto que tiene el periodista colaborador de la página de arquitectura del COAR de nuestras instituciones y de los funcionarios de urbanismo. La sintonía entre este periodista y el Colegio no es un asunto menor. Pero aquí nadie protesta. Al contrario: unos cuantos arquitectos están encantados de que les haga publicidad desde esa página, y otros cuantos (o los mismos) parecen admitir que en la lucha contra el adversario político vale todo.

Por desgracia estoy bastante de acuerdo con el periodista en la crítica a la circunvalación de Logroño (ya iré argumentando el tema en futuros LHDs porque el asunto viene de lejos), pero me repugna que alguien pueda hacer esa crítica con la frivolidad que despliega Alvarez en su columna.

No es cosa de ponerse a valorar si es el cuarto, el segundo o el primero, lo que es cierto es que el periodismo es hoy el poder, y no nos podemos quedar callados ni quietos ante sus atropellos y sus inmoralidades.

sábado, enero 06, 2007

FELICITACION DE NAVIDAD



Parece el fotomontaje de una horrible película de ficción (como aquella de Spielberg, “La guerra de los mundos” en la que trabajaba Tom Cruise), pero para los vecinos de Elciego es una cruda realidad.
Cine y realidad se han confundido trágicamente varias veces estos últimos años, como cuando vimos los atentados de las torres gemelas de Nueva York. De un modo mucho más esperanzador, realidad e ilusión se han mezclado también y desde siempre en días como el de hoy, festividad de los Reyes Magos.

Lo que para los habitantes de Elciego tiene que ser una pesadilla constante, supongo que será celebración para los que corean a diario el espectáculo de la arquitectura contemporánea. Yo mismo estuve allí con el barcelonés Fernando Amat en octubre (v LHDn68) y vi lo contento que le ponía.

Sea como fuere, vaya para todos esta foto (y especialmente para todos aquellos que me han felicitado estas fiestas y no les he contestado debidamente), como regalo de reyes y de felicitación de año nuevo del LHD.

(La foto no es mía, por cierto, sino de mi hija Teresa, que visitó Elciego en el pasado mes de septiembre. Le he pedido permiso para compartirla y me lo ha dado).

Para ver la foto en gran tamaño o descargarla, clickar aquí.

viernes, enero 05, 2007

103. DISEÑO DE CALLES. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES


El diseño del perfil de una calle, es decir, el reparto del espacio tranversal de la misma entre las aceras, la calzada (o calzadas y carriles), bandas de aparcamientos, zonas ajardinadas, arbolado, contenedores, otros chirimbolos, etc. debe atender a dos requisitos fundamentales: el primero de ellos es que permita la circulación de las personas desde la propia calle a las casas -algo tan obvio que casi resulta innecesario enunciar. El segundo requisito sin embargo, a pesar de que también parece elemental, se olvida con tanta frecuencia que debería incluirse en todo encargo de diseño de calles, a saber: que permita un fácil y cómodo acceso desde los vehículos a los portales de las casas con objeto de poder cargar o descargar a los pasajeros, equipajes u otros enseres en un tiempo razonable y sin tener que recorrer distancias excesivas.

Por lo general, este segundo, o mejor dicho, primer principio (dado lo obvio del enunciado con anterioridad) se olvida o ignora en el diseño de casi todas las calles porque se confunde el “cómodo acceso desde los vehículos a los portales de las casas” con “el aparcar delante de los portales”, objetivos no sólo diferentes sino incluso contradictorios, pues cuando alguien aparca su vehículo delante de un portal está impidiendo a los demás el fácil acceso desde el vehículo parado en la calzada a ese portal. Así mismo, este “primer principio” del diseño de una calle se suele sacrificar muy a menudo en beneficio de una mayor fluidez del tráfico de la calzada, lo que convierte a las calles, no en lugares de acceso desde los vehículos a las casas, sino en vías rápidas en las que no es posible parar, montarse, cargar y descargar.

Cuando la calle es lo suficientemente ancha como para permitir el aparcamiento/estacionamiento de vehículos en una banda intermedia entre la calzada y la acera, y no es tan “vía rápida” como para impedir la parada de carga y descarga, entra en funcionamiento la regulación de la “doble fila”, que es una práctica de tolerancia que implica: 1) que la carga o descarga entre los vehículos y los portales ha de hacerse por entre medio de los reducidos pasos que dejan los coches aparcados entre sí, y 2) que el diseño de los carriles de la calzada sea lo suficientemente flexible para permitir el adelantamiento del vehículo parado en doble fila (es decir, más de un carril, líneas discontinuas, policía tolerante, etc.) mientras el ocupante del vehículo parado efectúa las operaciones de pequeñas esperas o carga y descarga.

Analícense a la luz de estos principios básicos de utilidad y funcionamiento los diseños de las tres calles recientemente abiertas al tráfico en Logroño después de la costosa operación de construcción de aparcamientos subterráneos, es decir, la Avenida de España, Jorge Vigón (entre Juan XXIII y Avda de Colón) y la Gran Vía, y ya se puede hacer de ellas una primera y fundamental valoración: ¿De qué valen unas calles tan amplias y unos aparcamientos tan costosos si para cargar las maletas, instalar a un bebé en el interior de un coche, esperar los tres minutos que alguien tarda en bajar de casa desde que se le da un aviso al portero automático, acomodar pausadamente a una persona mayor, pagar al taxista, dejar un paquete, montar a alguien en una ambulancia, descargar un mueble, etc. no se puede parar cerca de los portales?

Las calles y las casas en las que no se puedan realizar esos sencillos y habituales trasiegos entre los vehículos y los portales deberían catalogarse como calles y casas de segunda o tercera categoría, -lo que no parece ser el caso de las arriba mencionadas; sobre todo, después de que los costosos aparcamientos subterráneos construidos hayan hecho posible que en la mayoría de sus trayectos no haya coches aparcados entre las calzadas y las aceras.

jueves, enero 04, 2007

102. MANUEL MUÑOZ MONASTERIO / MANUEL LOPEZ MATEOS




Ver plano en tamaño grande.


Es difícil aceptar que seamos tan ignorantes, pero así es. Cuando descubres a una edad ya bastante… avanzada, ay, lo poco que sabías de tu ciudad, ay ay ay, casi se te cae la cara de vergüenza. Luego siempre puedes buscar disculpas en la inanidad de la cultura local: ¿cómo es que nadie ha publicado nunca jamás (o que yo no lo haya encontrado y leído…) el nombre del autor del plan de urbanismo de 1958 que tanto ha influido en la configuración del Logroño actual, ni nadie se haya interesado por él?
Bueno, de aquí no pasa. La operación es tan sencilla como ir al Archivo Municipal, pedir el expediente y, dada la probada eficacia de ese servicio, en cinco minutos lo tienes delante de tus narices: Plan General de Alineaciones de 1954, aprobado en 1958, pieza clave en el ordenamiento urbanístico de Logroño desde esa fecha hasta mediados los ochenta (plan comarcal mediante).
Lo que no es tan fácil es descubrir quién lo hizo, pues los arquitectos que trabajaban para las altas instituciones oficiales no eran muy dados a poner su nombre en las carpetas. Tan sólo se limitaban a firmar algunos planos, y acaso la memoria, pero sin mecanografiar nunca su nombre y apellidos. En el ejemplar del Archivo sólo en algunos planos está la firma del autor junto a la del Jefe Nacional de Urbanismo, Pedro Bidagor (esa se entiende bastante bien), que hace de “promotor”. No es clara, pero parece obvio que la M inicial es la de su nombre, que en el primer apellido tiene una ñ y que el segundo acaba en –terio. ¿Podría ser Manuel Muñoz Monasterio? Se lo consulto a la Jefa del Servicio que es mucho más experta que yo en paleografía y me dice que podría ser… Vamos a mirarlo en google, -me responde-, que en estos casos va muy bien. Y ahí está, tal cual. No me equivoqué ni en el nombre, que podría haber sido Miguel, o Mario, o cualquier otro empezado por M.

Ya en casa busco algún dato más de Muñoz Monasterio en el google y salen unos cuantos, y de lo más curiosos. El primero de ellos es que entre 1928 y 1934 fue el coautor de la Plaza Monumental de las Ventas en Madrid (junto a José Espeliu), y a él se le atribuye la profusa decoración cerámica. En 1944, en colaboración con Luis Alemany Soler, ganó el concurso para la construcción del estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid, …ahí es nada; y diez años después, ya en solitario, ganó también el concurso para la construcción del Estadio del Sevilla, el famoso Sánchez Pizjuán. En arquitectura también tiene otras cosillas, como un accésit del 43 para el concurso del Valle de los Caídos, la plaza del Ayuntamiento de Alicante (con Miguel López González, 1944-60), el conocido hotel Pez Espada en Torremolinos (con Juan Jaúregui, 1959), el proyecto de la “ciudad del artista fallero” en Benicalap (Valencia, 1963, con otros arquitectos madrileños pero de origen valenciano), etc.; y en cuanto a urbanismo encontramos que fue autor de varios planes parciales en Bilbao y Valencia, y coautor, nada más y nada menos que del… primer Plan General de Ordenación Urbana de Benidorm (!!!!!!).

Curioso personaje, y no sólo por lo variopinto de su obra sino sobre todo por la facilidad en asociarse con otros compañeros. Por cierto, que en el Plan de Logroño también debió de tener algún colaborador o autor previo, pues en uno de sus primeros documentos, fechado en 1953, aparece la firma de otro arquitecto en la que parece leerse MLópezMateo o algo parecido. Un primer rastreo por el google no me da buenos resultados, pero en nuestro anuario del CSCAE de 1979 aparece el arquitecto Manuel López Mateos Santure, titulado en 1946, que tiene toda la pinta de ser el currela del plan por debajo de Muñoz Monasterio. En un segundo rastreo por el google, ahora más detallado, descubro que Manuel López Mateos tuvo el honor de casarse con la cuarta mujer arquitecta de España, María Juana Ontañón (título en 1949), con quien tuvo dos hijos arquitectos, titulados en los setenta, que también figuran en el anuario. De María Juana Ontañón dice el google que trabajó también a las órdenes de Pedro Bidagor en el Plan de Madrid. Así que todo encaja.

Dejo ya la investigación de la autoría del Plan, e igual que en el LHDn101 de ayer pongo aquí el documento más elocuente del mismo para ir haciendo boca. Tiempo habrá de comentarlo.
En todo caso sí me gustaría decir una cosa, y es que me parece urgente que el Ayuntamiento, la Comunidad o los amantes de la arquitectura y el planeamiento en general (excluyo al COAR, claro, pues bastante tiene últimamente con exposiciones de arquitectos chistosos o fotógrafos monos) se decidieran a elaborar y publicar un atlas histórico de planos y fotografías aéreas de Logroño, y acaso también, de otros lugares de La Rioja. O a organizar una exposición con charlas y debate en torno al Plan del 58 que, por tramitarse a partir de su redacción en el 53/54, celebra en estos años su cincuenta aniversario.

miércoles, enero 03, 2007

101. LOBETE

(Ver imagen en gran tamaño)
LHDn101: LOBETE

El Plan Parcial Lobete es una de las piezas básicas del urbanismo de Logroño. Lo redactó el "prestigioso" urbanista Fernando de Terán Troyano en 1962. Ejecutado en su totalidad en el 2006, lo mejor será empezar echando un vistazo al plano principal del proyecto para entender sus líneas maestras y detectar lo realizado y lo que no se llevó a cabo.

Como las imágenes del blog son muy pequeñas he creado un album en internet para poder colocar imágenes grandes, poder verlas al tamaño de la pantalla, o incluso poder descargarlas y analizarlas con un poco más de detalle. La página de hoy es tan solo una página de prueba.

(Si alguien quisiera utilizar estas imágenes para alguna publicación, página web, etc, le agradecería que me lo hiciera saber).

martes, enero 02, 2007

DIOS


"Dios es la más antigua obra de arte. Está muy mal conservado y muchos fragmentos se han restaurado, posteriormente, mal que bien. Pero, claro está, es parte de la formación poder hablar de él y haber visto sus restos".
(pag 47)

"Los príncipes y el pueblo bajo tienen, en el fondo, el sentimiento más justo respecto al arte: indiferencia. Los ricos medio hidalgos y burgueses de clase media, fingen ese interés forzado que lleva consigo tanto ridículo".
(pag 41)

Rainer María Rilke, 1898, Diario Florentino. Pretextos, 2000. Traducción de Eduardo Gil Bera.