miércoles, enero 24, 2007

116. LEIPZIG, PEQUEÑO ALBUM







LHDn116: LEIPZIG. PEQUEÑO ALBUM

Con motivo del partido que la selección española iba a jugar en Leipzig durante el pasado campeonato mundial de fútbol, el gran analista político de la zona centroeuropea Hermann Tertsch publicó el 14 de junio del 2006 en las páginas deportivas del diario de los Polanco un impagable artículo sobre esta ciudad alemana que guardé cuidadosamente en mi carpeta de viaje porque ese mismo verano iba yo a pasar por allí, camino de Berlín. Lo he buscado en la red para ofrecer el link, pero en la página web de ElPaís sale con acceso restringido para suscriptores, así que ya lo siento. Sobre todo porque mi idea no era contar mis impresiones sobre la ciudad, sino editar un pequeño álbum de cinco fotos.

Quien esté interesado en visitar Leipzig le recomiendo que lo busque en alguna hemeroteca, porque el enfoque de Tertsch no tiene nada que ver con las típicas descripciones de las guías turísticas o de los suplementos periodísticos dominicales. Para conocer una ciudad uno puede perderse en sus calles, como recomendaba Benjamín, pero yo prefiero tener un buen guía, y a ser posible de carne y nombre. Los lugares concretos, los lugares reales, no deben verse jamás desde las anteojeras de la abstracción, -sea ésta la de los historiadores del arte o la de los publicistas de la industria editorial o política-, así que cada día me gusta más que sea alguien el que me abra las puertas de una ciudad. Leipzig se la debo a Tertsch y en verdad que le estoy muy agradecido. Su artículo tiene todo lo necesario para hacer una densa y aprovechada visita de la ciudad y para servir de nexo a las cinco fotos que pongo aquí.

1) La primera es una toma del interior de la Thomaskirche, la iglesia en la que Johann Sebastian Bach fue maestro de capilla. La emoción de estar entre los muros que oyeron el estreno o la interpretación de tantísimas piezas maestras de su música fue la misma que me embargó hace años en la St Michael kirche de Hamburgo, donde ejerció de maestro Johannes Brahms. Me desagradó sin embargo la tumba del músico, colocada en un lugar tan principal de la iglesia que parecía más bien la de un obispo o un cardenal.

2) El núcleo del artículo de Tertsch estaba dedicado a la época en que Leipzig fue la sede central de la policía política de la RDA, la siniestra Stasi, recordada ahora en un pequeño y polémico museo ubicado en una parte de la planta baja del edificio que utilizó. Tras rendir tributo a Bach nos acercamos a verlo, y ya sólo las formas de la cubierta me dejaron sobrecogido. No han pasado diecisiete años desde la caída de aquel aparato de control y represión, así que sus esbirros y sus víctimas no son fantasmas, sino los mismos ciudadanos que te cruzas por la calle (!!!).

3) La tercera imagen pertenece a la gran sala de conciertos de la ciudad, construida en los “gloriosos” años de arquitectura progresista comunista. Me la imaginé ocupada por las mujeres e hijos de los mismos comisarios políticos que torturarían en la sede de la Stasi, y por éstos mismos, claro, quienes siguiendo la tradición de la anterior generación en la represión, seguramente eran grandes aficionados a la música. No sé si será por estas malditas asociaciones, pero la melomanía nunca me ha parecido un salvoconducto de bonhomía.

4) La Nikolaikirche era otro punto clave en el artículo de Tertsch. Allí se desarrollaron semana tras semana a finales de los años ochenta las últimas y heroicas concentraciones contra el régimen represor comunista. Por asociación sentí al verla la misma desazón que me causa el actual caso político español: que quienes piden libertad tengan que acabar buscando el amparo y protección de la iglesia. En su interior atronaba un órgano y las bóvedas estaban pintadas de unos colores tan cursis que parecían de un decorador kitsch. He preferido poner una foto del exterior, donde una pancarta que no entiendo parecía reclamar aún ese papel reivindicativo del edificio.

5) La quinta imagen de este álbum mínimo pertenece a un fragmento de la inmensa estación de ferrocarril. El gran espacio exterior es insuficiente para conseguir hacer una foto completa de su fachada. La estación de Leipzig fue sin duda el gran templo del transporte público de la ciudad. Todavía tiene trenes y andenes, pero el “nuevo régimen” actual del comercio desaforado ha convertido los gigantescos espacios de recepción en un no menos aparatoso centro comercial a tres o cuatro niveles.

No di con una guía de arquitectura, pero me hice con un libro de las obras de rehabilitación y reconstrucción que se han hecho desde la caída del muro y pensé que salvo las cuatro o cinco cosas que he traído a este pequeño álbum, casi todo el resto de la ciudad que estaba visitando era increíblemente reciente y terriblemente falso. Dura ciudad Leipzig; muy dura me pareció.