jueves, enero 18, 2007

112. UNA VOZ


Los más atentos observadores de este blog se habrán dado cuenta de que en la columna lateral de los links, debajo del índice de los primeros 100 LHDs del 2006 ha aparecido otro enlace titulado UNA VOZ EN UN LUGAR.

Cuando me di cuenta que nuestro mecenas Blogspot (de la gran familia de los Google) permite al autor de un blog abrir otro nuevo y asociado al anterior para cambiar de temática, pensé que ese podría ser el lugar ideal para colocar el contenido de mi primer y nunca publicado libro de artículos de arquitectura.

Lo creé la semana pasada (el blog B) e inmediatamente empecé a “subir” artículos, pero me atasqué porque algo hacía mal en la creación del link y no salía donde yo quería, -y lo importante en todo esto de las webs es que haya un enlace fácil y claro para ir de un lado a otro. Mis colegas Mónica Yoldi y Kike Fernández me lo arreglaron el viernes pasado por el precio de un café y con la alegría compartida que da siempre superar los pequeños obstáculos de todo esto de la informática e internet. Sobre todo porque según me dijeron, tampoco ellos tienen mucha idea del lenguaje html. En los próximos días seguiré colgando artículos hasta completar su total de cuarenta y dos, y cuando acabe les haré otro índice como el de los 100 LHD para evitar el desorden de entrada por fechas de edición.

Como cuento en la “presentación”, Una Voz en un Lugar es la selección que elaboré en 1999 para editar mis “mejores” artículos de arquitectura. Bueno, mejores no sé, quizás debiera decir los más ambiciosos, los más largos, los más intensos, lo más duros, los más incisivos, etc. Mientras hacía aquella selección iba desechando los más locales, los mas efímeros, los marrulleros, los de temáticas ajena a la arquitectura y ciudad, etc, Al paquete de los primeros les puse como título Una Voz en un Lugar y me lancé infructuosamente a buscar editor nacional. Al paquete de los segundos les puse como título El Retablo de Ambasaguas, y como lo llevé a mi Colegio de Arquitectos y la Junta de Gobierno de Pedro Moral tenía por entonces conmigo una relación un poco rara de aprecio/rechazo, les debió de dar un ataque de piedad y me lo publicaron en un visto y no visto. Publicar pensamiento o crítica de arquitectura es en estos tiempos un asunto de piedad: pobre chico, se le ve con tanta ilusión que vamos a hacerle un libro para tenerle contento, -debieron pensar.

Los posibles editores nacionales de Una Voz no lo vieron así. Hice unas cuantas copias y lo envié con cartas de presentación, currículo y toda la historia, a editoriales que tenían colecciones de arquitectura, diseño, temas urbanos etc. La mayoría ni contestaron, y los que lo hicieron, fue con una nota de dos líneas hecha con tampón: “muy agradecidos por su envío, muy interesante su contenido pero lamentamos que no entre en nuestra programación”. Los más simpáticos concluían deseándome suerte.

Hubo uno o dos editores que me dijeron que si yo ponía la pasta para la edición, que por ellos encantados en publicarlo, pero para eso, me dije, lo edito yo. Craso error por mi parte porque eso significa no entender que una editora no es sólo una máquina de hacer libros sino también una red para distribuirlo.

El único editor que se interesó de veras por el contenido de Una Voz, o sea, el único que debió leer algún que otro de sus artículos fue Manuel Borrás, de Pretextos, con quien llegué a estar en el despacho de su editorial en Valencia, departiendo sobre los pros y los contras de la posible edición. Acababa de iniciar una colección de arquitectura y mi libro le podía encajar, pero claro, “una miscelánea de un autor desconocido…, -decía-, no es normal, no es lo habitual”. Como cuento en el “prelogo” del Manual de Crítica de Arquitectura, Borrás me dijo que escribiera un libro, y que ese era el mejor camino para poder publicar luego mis artículos. Y le hice caso.

Cuando le mandé el libro, creo que ni me contestó, así que el Manual acabó felizmente en Biblioteca Nueva con el padrinazgo de Antonio Fernández Alba, lo que fue para mí un final historia mucho más bonito y feliz.

Y cuando ya casi me había olvidado de los artículos de Una Voz, el entusiasta editor de Pepitas de Calabaza, Julián Lacalle, se planteó editar unos pocos seleccionados por él y así surgió Ciertas Cuitas sobre la Ciudad Incierta, librito que se distribuyó muy bien por los canales alternativos que conoce Julián y que según me contó recientemente, ya está agotado.

Bueno, mientras todo eso sucedía, yo estaba cada vez más animado a escribir y seguir escribiendo, así que entre el 2000 y el 2003, redacté otra buena carpeta de ellos (una muestra son esos dos de “La Ciudad en Obras” y “La Ciudad sin Obras” que recuperé para los primeros 100 LHDs). Supongo que cuando acabe de colgar los de Una Voz me pondré con ellos.

Ya sé que el papel es una cosa y el ordenador es otra ,y que la longitud de la mayoría de los artículos de Una Voz no se lee muy bien en pantalla, pero en estos tiempos tan raros y confusos de comunicación y manipulación, la gratuidad de Blogspot, la facilidad para hacerlos públicos y para que cualquiera que se interese pueda acceder a ellos, es una oportunidad que no sólo quiero aprovechar, sino también agradecer sinceramente:

Gracias Blogspot por permitirme publicar al fin los artículos de mi primer libro.