Los patterns del libro de Alexander no son un listado completo y cerrado de buenas relaciones entre los elementos que configuran un lugar donde hay vida, o mejor dicho donde la vida puede alcanzar su plenitud. La lista del libro es buena, pero lo mejor que puede proporcionarnos ese libro es su método: cada vez que nos sintamos muy a gusto en un lugar tratemos de entender las causas espaciales y decorativas y sus relaciones internas, e intentemos describirlas, razonarlas y ponerlas por escrito.
La recíproca, sin embargo, no vale como método, aunque en algunos casos podría ayudarnos. Si cada vez que nos sentimos mal en algún sitio, encontramos algunas causas concretas (mala iluminación, materiales excesivamente duros, colores estridentes, etc.) es posible que eliminándolas hagamos más amables los lugares y más plena nuestra vida. Pero llegado el caso, también podría ser que dando la vuelta a la negatividad diéramos con algún patrón de mayor alcance.
Desde hace algún tiempo, cada vez que entro en un bar, veo que hay televisión, y que está encendida (lo cual es frecuentísimo en este país, casi diría que la norma), me siento fatal y me entran ganas de marcharme. No, no es que no me guste la televisión. Todo lo contrario. La televisión es fascinante: la capacidad de comprimir historias en pocas y buenas imágenes, la posibilidad de ver en directo bellísimos acontecimientos deportivos que están ocurriendo al otro lado del mundo o la síntesis de todas las artes que incorpora (palabra, música, arquitectura, escena, etc.), le confieren tal poder de comunicación y persuasión que me resulta imposible ignorarla y apartar la vista de ella cuando la veo encendida. Y es por eso que no la soporto cuando voy a un bar a echar un trago, ver gente y charlar con ella.
En función de su escasez creo que no me será difícil hacer un listado de bares sin televisión de esta ciudad y animo a mis lectores a que me aporten sus impresiones y datos de las suyas. Una GUIA DE BARES SIN TELEVISION de cada ciudad podría ser una excelente tarjeta de visita o de recomendaciones para quien pensara (como yo) que ese patrón nacido de una observación crítica y negativa (nacido de una perturbación), es en realidad un verdadero patrón: un patrón positivo.
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Empiezo con uno (el más próximo, mi preferido, el que frecuento) y seguiré añadiendo según vaya encontrando:
Logroño, Calle San Juan, Bar Torres.
La recíproca, sin embargo, no vale como método, aunque en algunos casos podría ayudarnos. Si cada vez que nos sentimos mal en algún sitio, encontramos algunas causas concretas (mala iluminación, materiales excesivamente duros, colores estridentes, etc.) es posible que eliminándolas hagamos más amables los lugares y más plena nuestra vida. Pero llegado el caso, también podría ser que dando la vuelta a la negatividad diéramos con algún patrón de mayor alcance.
Desde hace algún tiempo, cada vez que entro en un bar, veo que hay televisión, y que está encendida (lo cual es frecuentísimo en este país, casi diría que la norma), me siento fatal y me entran ganas de marcharme. No, no es que no me guste la televisión. Todo lo contrario. La televisión es fascinante: la capacidad de comprimir historias en pocas y buenas imágenes, la posibilidad de ver en directo bellísimos acontecimientos deportivos que están ocurriendo al otro lado del mundo o la síntesis de todas las artes que incorpora (palabra, música, arquitectura, escena, etc.), le confieren tal poder de comunicación y persuasión que me resulta imposible ignorarla y apartar la vista de ella cuando la veo encendida. Y es por eso que no la soporto cuando voy a un bar a echar un trago, ver gente y charlar con ella.
En función de su escasez creo que no me será difícil hacer un listado de bares sin televisión de esta ciudad y animo a mis lectores a que me aporten sus impresiones y datos de las suyas. Una GUIA DE BARES SIN TELEVISION de cada ciudad podría ser una excelente tarjeta de visita o de recomendaciones para quien pensara (como yo) que ese patrón nacido de una observación crítica y negativa (nacido de una perturbación), es en realidad un verdadero patrón: un patrón positivo.
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Empiezo con uno (el más próximo, mi preferido, el que frecuento) y seguiré añadiendo según vaya encontrando:
Logroño, Calle San Juan, Bar Torres.