Uno de los peores enemigos de la ecología como ciencia es esa cursiprogresía izquierdista que la ha convertido en una pose de lamentos blanditos y slogans publicitarios absorbiéndola e integrándola a nuestro sistema depredador a una velocidad muy superior a lo que pasó con la contracultura de los sesenta. La EXPO de Zaragoza y la maldita “sostenibilidad” de todos sus pabellones pasará a la historia de la infamia como nuestro hito nacional en la materia. Y mientras tanto, o la vez, el mundo se dispone a ir en masa a China (en aviones que no contaminan, claro) para asistir a los Juegos Olímpicos y ver lo mucho que ese país se ha occidentalizado en los últimos diez años.
Hace unos quince estuve tentado de ir a China y empecé a agrupar datos, libros y recortes de prensa, pero el tiempo o las oportunidades se me fueron pasando y creo que hoy ya no me apetece mucho esa emprender esa aventura.
Sin embargo, y como por inercia, sigo acumulando información sobre ese inmenso y extravagante país que no deja de sorprenderme, más que nada, supongo, por una cuestión de escala.
En marzo de este año hubo aquí (ELPAIS, ELMUNDO) algo así como una invasión de información sobre Arte Contemporáneo Chino. De la misma manera que producen todos esos gadgets más o menos inútiles que venden en los “Todo a Cien”, los chinos se han puesto a pintar zarrias de todo tipo y a inventarse un santoral de nombrecitos para estar a la misma altura que Occidente. Se ve que en diez años han conseguido lo que Europa en cien.
Mientras tanto los arquitectos estrellas han ido a China a levantar y repetir lo que ya hacen aquí y hasta nuestro colega Jesús Pascual vino encantado de allí contándonos (ElhAll n 96) que la arquitectura ya es global y que ancha es Castilla: “no es que en el Lejano Oriente estén occidentalizados –escribía nuestro boy scout de la arquitectura- es que somos hijos de una época marcada por la fluidez del conocimiento”. Eso de que el conocimiento se haya hecho fluido me recuerda mucho a lo del dicho castizo de que se te ha licuado la sesera, pero en fin, dejemos a Pascual que bastante tendrá estos meses con la crisis de la promoción que se le avecina.
Lo que fluyen en verdad son las imágenes, y de ahí que yo me quede sentado en casa viéndolas pasar. El fotógrafo Edward Burtynsky justificaba su espectacular trabajo sobre China diciendo que “no nos podemos dar cuenta de la escala en la que nos estamos moviendo sin ir a China” (El País, Babelia, 08.03.08 pag 36); pero hombre, si ya nos hace él las fotos ¿para qué vamos a ir nosotros? El trabajo fotográfico de Burtynsky lo han hecho más espectacular si cabe (o sea más cursiprogre) con una película titulada “Paisajes Transformados” que yo creía que me iba a encontrar en la página www.karmafilms.es/mesdelcinesolidario pero que veo que no, que sólo era un anuncio.
Me alegro, porque hacer espectáculo de la muerte, los desastres ecológicos, las guerras o el puterío es el vicio de la izquierda que más me ha apartado de la izquierda.
Mucho mejor que viajar, que leer reportajes sobre la fluidez del conocimiento o que ver pelis espectaculares de los desastres ecológicos, creo yo que es ir viendo poco a poco las fotos y más fotos de China sin pretensiones artísticas, ecológicas o de divulgación barata que trae google earth.
La contemplación tranquila de los detalles de cada una de ellas supone para mí toda una aventura intelectual y una experiencia nada fluida del conocimiento, así que os iré poniendo de vez en cuando en este blog algunas de ellas. Como hoy.
(Podéis picar sobre las fotos, como siempre, para verlas un poquito más grandes)