Mi interés casi exclusivo por los edificios y las guías de arquitectura me ha provocado no pocos problemas cuando al estar de visita en una ciudad ha llegado la hora de cenar o hemos tenido que pensar en el lugar donde pasar una velada agradable. Por eso (entre otras cosas) siempre ha sido un placer viajar con Pepe Garrido, pues al poco de llegar a una ciudad siempre sabía donde llevarnos: qué gran recuerdo guardo en ese aspecto de dos primeras cenas en Turín y en Nápoles. Reconozco haber sido nefasto a la hora de guardar las direcciones de las recomendaciones que me hacen los amigos. Pero eso ya se ha acabado. A partir de ahora pienso ir poniendo en este blog las reseñas de los sitios por los que he pasado y en los que me he sentido muy a gusto. Y si se me escapa algún comentario arquitectónico, pues mejor.
El LUNATIC PUB de Barcelona es un bar de copas para ir entre las 11 o 12 de la noche y se lo debo a Mónica y Carlos. Creo que es de justicia reconocer siempre a los guías que nos llevan a ciertos sitios, pues adquieren así la condición de lugares personalizados. Paso de las recomendaciones de las Guías hechas por los tiburones editoriales del turismo de papel couché y de sus periodistas tripones. Solo me interesan las recomendaciones directas, pues prefiero confiar en las personas antes que en los productos; y sólo me fío de la información actualizada, pues la vida de los locales es muchas veces efímera o pasan por fases de esplendor y decadencia en poco tiempo.
Cuando nos acercamos al lugar donde está el Lunatic, en la calle Regent Mendieta 38, entre Travesera de las Corts, Avenida de Madrid y el carrer de Sans (ya siento lo largo que es el link del mapa que pongo arriba por si queréis abrirlo: http://maps.google.es/maps?f=q&hl=es&geocode=&q=Carrer+del+Regent+Mendieta,+08028,+Barcelona,+Barcelona,+Catalu%C3%B1a,+Espa%C3%B1a&sll=40.396764,-3.713379&sspn=14.146677,28.037109&ie=UTF8&cd=1&ll=41.378966,2.126284&spn=0.013621,0.02738&z=15&iwloc=addr&om=1) , Mónica nos dijo: “no os asustéis por la entrada; una amiga mía que vive por aquí y que no lo conocía siempre pensó que se trataba de un puti club”; pero a mí no me pareció tan raro sino más bien discreto, y al ver que nada más atravesar la puerta había que bajar unas escaleras, sentí el encanto de todos esos garitos musicales neoyorkinos que están bajo tierra. Entre la escalera y la sala hay una barra no muy grande (como de restaurante o así) donde te recibe un elegante camarero (¿o dueño?) que viste la clásica casaca blanca de los viejos tiempos (no sé cómo se llama esa prenda pero ya os hacéis una idea) y te invita a pasar adentro.
La sala no es gran cosa: un espacio oblongo y algún pilar en medio con dos líneas en paralelo de…, vaya, no doy con la palabra; igual es que no la hay: “círculos de asientos bajos en torno a mesitas para las bebidas” sería lo apropiado, pero es un nombre muy largo. Hay que inventar un nombre para eso. Bueno, pues ya me entendéis. A pesar de la poca luz, creo recordar que todo el decorado y la tapicería están en tonos rojizos, ahí sí, como de puti club. Dicen que los cócteles son muy buenos, pero no entiendo mucho de eso así que lo único que puedo decir es que el manhattan que pedí, mejor dicho, el manhattan que me pidió Mónica, estaba muy bien.
Pero voy con lo mejor que se me acaba el folio. En uno de los lados justo a la entrada hay un pequeñísimo escenario donde suben varios tipos solitarios con la guitarra bajo el brazo, que yo creí que ya no existían. Cantan, fuman, hablan con el público, cuentan chistes y beben de sus tragos largos entre canción y canción. Me tocó ver a Manel en primer lugar y luego, a Pedro Giménez y ambos me hicieron pasar un rato muy emotivo. Como llegaba San Juan, Manel cantó Fiesta de Serrat, que siempre me pone la carne de gallina, pero lo suyo son canciones desgarradas y más bien extrañas; las de Pedro, sin embargo, eran casi todas conocidas pero muy selectas: por ejemplo, haciendo bromas con la cejilla, la ceja o la cejación, a petición de un cliente, nos cantó la preciosa canción de Fito, La Casa por el “Cejado”.
En la página de bares de Barcelona que recoge los comentarios sobre este local http://www.bcn-nightlife.com/bars-pubs/lunatic-pub-2/es/ hay sólo cinco comentarios, pero como son de hace un par de años y el look del camarero de hace cincuenta, parece que es un lugar con solera y que no va a cambiar de la noche a la mañana.
Si vais a Barcelona, si tenéis tan buena compañía como la que yo tuve, y decidís acabar el día en el Lunatic Pub, seguro que vais a pasar una delicia de noche.
PS: No tengo fotos del local ni de la calle, porque a esas horas suelo dejar la cámara en el hotel, así que si alguien me manda alguna, la pondré con mucho gusto.