sábado, diciembre 22, 2007

BELLEZA


"La descripción de lo bello presupone mesura, distancia, y una mirada aguda; con simples tartamudeos no se consigue nada. De ahí que sean impropios de la descripción vocablos como "indescriptible". De igual manera es también una señal de impotencia el desenfreno de superlativos"

Ernst Jünger. Radiaciones. vol I pag 29

(sobre la escritura de Jünger véase también: spyp 782)

miércoles, diciembre 19, 2007

CUBOS

Cuando acabé el Manual de Crítica de la Arquitectura pensé escribir un libro con los trabajos de mis alumnos en la asignatura de Fundamentos de Diseño. Previamente, al preparar las oposiciones nacionales a profesor de Teoría y Práctica del Diseño, me di cuenta del enorme vacío teórico y práctico que había en la materia. El libro “Fundamentos de Diseño” de un tal Wucius Wong en ed GG que circulaba por todas las bibliografías, era tan simplón que resultaba indignante que coincidiera con el nombre que los programas del ministerio le daban a mi asignatura. Luego había un compendio de cinco libros, también de la GG, en los que una escuela de Basilea mostraba cómo iniciaba a sus alumnos en las tareas del Diseño. Y poco más.
Tras ganar la oposición, tomar plaza y presentarme en clase, tuve que ir inventando las programaciones de la asignatura, es decir, el catálogo de ejercicios que proponer a mis alumnos y los enfoques de mis críticas o correcciones públicas. Todo ese material está inventariado en las programaciones y memorias que año a año entregamos por prescripción legal a nuestros organismos superiores, pero no creo que sean de fácil acceso ni que nadie los lea o los haya nunca leído.
Las ganas de hacer un libro se me fueron pasando al ver cómo funciona la producción editorial, pero la sensación de que algunas de aquellas propuestas que yo hacía siguen teniendo su interés, todavía me anima a darles alguna difusión. Especialmente, porque cuando vuelvo a ver los trabajos de los alumnos aún experimento la misma sorpresa y satisfacción que cuando me los entregaron. Y es que, de algún modo, son en buena parte el resultado más visible de “mi obra” creativa.

Bueno, vale de preámbulo. Uno de los ejercicios que propuse en mi primer año de profesor de Fundamentos de Diseño (1989-90) fue que los alumnos decorasen un cubo de cartón de 20 cm. de lado hecho con cartulina blanca. Les di una semana de plazo (6 horas lectivas) y libertad total. Guardo en mi archivo fotográfico 31 de aquellos ejercicios. Y como no es posible traer todos aquí, he seleccionado 10 de ellos.
A finales de los ochenta ya se podía volver a hablar de decoración, pero todavía yo no me había puesto a pensar en la increíble capacidad de transformación o de interacción que se puede hacer con un sencillo juego de pinturas sobre un soporte. Fue así como redescubrí a los neoplasticistas, pero esa es otra historia.

Francisco Larrea, con esta irónica propuesta logró la esfericidad del cubo:

Alexia Calatrava le aplicó la fuerza de la gravedad creando una arriba y un abajo:

Alfredo Rodríguez encontró una analogía increíble en el paso intermedio de la construcción del cubo de cartón, cuyo montaje final resultó inquietante:


Isabel Ezquerro trianguló el cubo:


Fátima Hernández lo estratificó:


Maria José Dolado lo fragmentó:


Eva Hernández Blanco lo ahuecó como si se tratara de un jarrón:

Juan Manuel Pascual Artacho, “Manos” fue más lejos con su propuesta decorativa haciendo que la masa homogénea del cubo se transformara en una estructura lineal de borde recubierta por placas laminares:


Sonia Saénz López duplicó las aristas verticales del cubo:


Virginia Alesanco intentó un trampantojo:


Y finalmente, Irune Gómez Vicandi nos sugirió que todo esto de la decoración del cubo no era en realidad más que un juego de la ironía y las apariencias, y por más señas, neoplasticista:




Y todo ello, en sólo una semana y con alumnos de primer curso de una escuela de Artes y Oficios.

jueves, diciembre 13, 2007

EL COCINERO, EL LADRON SU MUJER Y SU AMANTE



Mónica Yoldi, Quique Fernández y yo estamos programando en este curso 2007-2008 un ciclo de “cine y diseño” en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Logroño. Vamos ya por la tercera película y esta vez me ha tocado a mí redactar la presentación que se da con la entrada (1 € pro viaje alumnos fin de curso). La cita es en el Salón de Actos de la Escuela el martes 18 de diciembre a las 7:45 pm. y os aseguro que el ambiente de filmoteca que se ha creado es de lo más tranquilo y agradable.

El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante
Peter Greenaway, 1989

Después de ver la película “Maria Antonieta”, que recreaba el nivel casi obsceno de lujo y densidad formal a que había llegado la corte francesa a finales del siglo XVIII, la tercera película del ciclo CINE Y DISEÑO 2007-2008 en la Escuela Superior de Diseño de Logroño vuelve a finales del siglo XX, es decir, misma época de “Kika” (la primera película que vimos), con un propuesta visual tan densa y barroca que parece que hubiéramos hecho un bucle con las tres.
Al igual que Kika, “el Cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” pertenece a un cine postmoderno o “pasado de rosca” en el que se mezclan de una forma abigarrada las referencias casi intemporales de la historia con las referencias a un final de siglo XX en el que los valores aparecen confusos y trastocados.
Con una estructura casi teatral de cuatro o cinco escenarios y una puesta en escena tan histriónica que nos devuelve al mundo del teatro, interesa observar con atención los detalles de:
1) el desolado, nocturno y violento espacio exterior, donde empieza la película: una especie de parking que muestra la triste conexión urbana del restaurante El Holandés con la supuesta ciudad.
2) la cocina de ambiente piranesiano, donde los bodegones y los vestuarios reinterpretan constantemente los temas de la pintura doméstica holandesa, y por la que curiosamente la cámara y los personajes principales acceden siempre al comedor.
3) el gran comedor rojo de espacios a escala palaciega y decoración clásica atemporal, donde el canallesco y grosero personaje del ladrón y dueño del restaurante es el señor de la escena sin que nada ni nadie le pueda callar; siempre con el fondo de los grandes cuadros colectivos de la burguesía holandesa y con el desinterés hacia lo que ocurre al lado, tan propio de nuestra época.
4) los pequeños espacios intersticiales que busca la mujer del ladrón para hacer el amor con su amante: los aseos del local o los recovecos de la cocina, etc; y
5) la biblioteca del amante, donde éste es torturado y asesinado, como recreando una vez más las atrocidades sufridas por Hipatia en la Biblioteca de Alejandría.
El cóctel de todo ello, con incluso algunas concesiones al cine gore, puede saturar a más de uno en el plano melodramático, pero en absoluto nos puede dejar indiferentes en el de la propuesta de las abigarradas sugerencias formales de un mundo postmoderno y desnortado que deconstruye sus escenarios con retazos visuales de la historia. Unos escenarios que en este tipo de cine casi podríamos decir que alcanzan el carácter de protagonistas principales de la película.

martes, diciembre 04, 2007

GABINETES


Yo me he acostumbrado ya al extraño nombre de este fundamental “pattern” arquitectónico, pero reconozco que me costó hacerme a él. Lo bueno de la palabra “gabinete”, sin embargo, es que es una palabra semiolvidada, y al recuperarla para el “patrón” que nos descubre Alexander, cobra un nuevo sentido. Un sentido, diría yo, definitivo. Para mí, gabinete ya no es otra cosa que esa pequeña habitación dentro de una habitación, ese refugio o casita a escala reducida donde leer, escribir, charlar, o dormir (o hacer el amor) con una mayor sensación de protección de la que ya te da la propia habitación.
Según los diccionarios, el gabinete era el estudio que estaba conectado con una alcoba interior, o el local donde se guardan ciertas cosas o colecciones. La mayor utilización de la palabra se da ahora para designar al conjunto de los ministros que forman en gobierno de un país (¡qué degeneración!), aunque yo he puesto “gabinete” en el google imágenes y me han salido armarios y carcasas de ordenador (!!!). En realidad “gabinete” viene de “cabinet”, o sea, de “cabina” y por ahí vuelve a recobrar el sentido que le da Alexander.
Un sentido que también Charles Moore usó en muchos de sus proyectos y en su libro de teoría, formulándolo como “edículos” o casitas dentro de la casa.
La definición teórica y la proposición práctica del libro de patrones de Alexander, como casi siempre, bastante deficientes, pero por respeto al inventor y porque también nos dan dos perspectivas parciales de ese nuevo sentido de la palabra, las reproduzco tal cual:

“Ninguna habitación con altura homogénea sirve bien a un grupo de personas. Para que el grupo tenga la oportunidad de estar reunido en cuanto grupo la habitación ha de ofrecer también a sus miembros la ocasión de estar a solas o en compañía de otro solamente, en el mismo espacio.”
“Cree pequeños lugares en el perímetro de cualquier habitación común, que no han de tener usualmente más de 1,80 m de anchura y entre 90 cm y 1,80 m de profundidad, pudiendo ser mucho más pequeños. Estos gabinetes serán lo bastante amplios para que se sienten dos personas a charlar o jugar y a veces lo bastante grandes para contener un pupitre o una mesa.”


Y puestos al reconocimiento, reproduzco la foto que abre el patrón (arriba) y el esquema de una “familia de gabinetes” en torno a un espacio central.


Si el patrón “gabinete” es indispensable tenerlo en la mesa de trabajo a la hora de proyectar cualquier espacio, y por supuesto, resulta ser el mejor de los mecanismos para transformar un espacio sin alma proyectado por un arquitecto en un espacio con vida, el patrón gabinete también es de gran utilidad para apreciar la cualidad espacial de numerosas arquitecturas pretéritas y verlas desde una perspectiva distinta a la que nos ofrecen los historiadores (de los estilos).

Atendiendo a esa secuencia entre nave principal y capillas laterales, toda la historia de la arquitectura cristiana es una gigantesca exhibición del patrón gabinetes. Capilla y gabinete son así, palabras hermanas. (Sobran ilustraciones).
También los espacios diafragmados de la arquitectura musulmana que Chueca Goitia nos enseñara a ver en los Invariantes Castizos, son preciosos gabinetes, como estos dos del Alhambra:



Gabinete es este precioso bow window de la casa Winslow:


O el escritorio del despacho del direcor de la Escuela de Artes en Glasgow (Mackintosh), y con él todos los LUGARES VENTANA:

O lugares chimenea, como este de la casa Scheu (Loos):



Gracias al patrón gabinetes podemos entender la gracia de rinconcitos tan modestos como esta bañera en nicho de un libro de decoración:

O la siempre estupenda organización de los asientos de un restaurante a modo de compartimentos:


Puesto que no pocas veces el mejor recurso didáctico para explicar una cosa es mostrar la contraria, yo solía usar como ejemplo de espacio desolado, desproporcionado y sin gabinetes el despacho de Hitler en la nueva cancillería de Berlín (Speer); pero desde que los arquitectos y decoradores de Gallardón le han organizado y amueblado el suyo en el nuevo Ayuntamiento de Madrid, ya tengo uno más mano: