miércoles, marzo 28, 2007

LUGAR VENTANA



Siempre que quiero explicar a los alumnos los mejores “patterns” de Christopher Alexander y me pongo a leerles los textos que los definen, tengo que pararme a las dos líneas porque las explicaciones del libro “Un lenguaje de Patrones” no me resultan lo suficientemente pedagógicas y convincentes. Acudo entonces a las fotografías y a buena parte de otras observaciones de otros autores (o mías propias) para apuntalar las grandes intuiciones del profesor californiano. Los ejercicios de los alumnos sobre los patrones también me aportan de vez en cuando algún nuevo dato o nuevas reflexiones, así que muchas veces pienso que todo ese bagaje debería ponerlo por escrito antes de que se me olvide. Lo que pasa es que los temas y los cursos se suceden con mucha rapidez y no acabo de encontrar el reposo necesario para ello. La solución puede ser comenzar a hacerlo con modestia. En estas páginas, por ejemplo. Y es que hacer libros es una tarea que cada vez me seduce menos (ya explicaré algún otro día por qué).

Voy a empezar por mi pattern favorito, el 180, LUGAR VENTANA, y con una recomendación que hacía Louis Kahn a sus alumnos: cuando tengáis que diseñar una ventana imaginad siempre a vuestra novia junto a ella. La definición que da Alexander es una muestra de las carencias a que me refería arriba. Dice así: A todo el mundo le gustan los asientos de ventana, los miradores, los ventanales con antepechos bajos y los sillones cómodos ante ellos. Cifrar en el gusto y en la vaga estadística la esencia de este pattern es poco convincente. Sin embargo, la fotografía que acompaña a este pattern es insuperable (foto 1): el “lugar” construido en torno a esa sencilla ventana es como la casita de nuestros sueños. Y desde luego que hace buena la recomendación de Kahn: uno quisiera ver siempre sentada allí a su novia.



O pongamos “novio”, para no herir las sensibilidades paritarias, y ya tengo la explicación para la foto 2, una reconocida ilustración de Norman Rockwell para la portada del Saturday Evening Post de 5 oct 1946. Qué imagen tan bonita ¿verdad? Ese antepecho tan ancho que permite sentarse al estudiante con el libro entre manos, la pipa en la boca, enmarcado cálidamente por la madera de las venecianas interiores, la ventana de guillotina con entrepaños pequeños y la luz filtrada exterior por la vegetación. Qué lección de buena arquitectura.

De un libro llamado Cobijo (editorial Blume, Madrid 1981, p 83) dedicado a la arquitectura alternativa, extraigo la foto 3 para volver a lo de la novia.

Y para juntar al novio y la novia, qué mejor imagen que la del cuadro de Jan van der Meer “Militar y muchacha sonriente” (1657, New York, colección Frick) donde podemos apreciar esa ventana holandesa de doble altura que tanto le gustaba a Steen Eiler Rasmussen (v La Experiencia de la Arquitectura, cap octavo; ed Celeste, Madrid 2000 p 156 a 160).


Como blogspot me deja poner una quinta foto por entrega, he elegido la ilustración que usa Ignacio Paricio Ansuategui para recordarnos la palabra (y la belleza) de esa prenda que vestía con tanta sencillez como elegancia las viejas ventanas levantinas: la “albenda” (Vocabulario de Arquitectura y Construcción, ed Bisagra, Barcelona 1999 p 9). Pero obsérvese que la gracia de la foto no está sólo en la blanca tela de lino movida por la brisa sino en el ramo de flores depositado en el suelo junto a ella y en la silla que asoma por la izquierda. Como si la ventana fuera un altar, un lugar mágico. No un agujero en la pared, y mucho menos un muro transparente, un “muro cortina”, no, nada de eso. Para que una ventana esté bien diseñada debe generar un lugar, debe ser un lugar.

Seguiré otro día, pues como es mi pattern favorito, tengo un montón de bonitas ilustraciones: un montón de hermosas lecciones de buena arquitectura. Incluso hasta un álbum hecho con las mejores lugares-ventanas encontrados por mis alumnos.