miércoles, enero 16, 2008

NUEVAS FORMAS DE VIAJAR



El año pasado una familia de Hawai me ofreció intercambiar nuestras casas de vacaciones... ¿Hawai? ¡Cielos! ¡Eso está en el otro lado del mundo! ¿Qué puede haber en Hawai para justificar un viaje tan largo? –me pregunté.

Acababa de instalar en el ordenador el “Google Earth” y decidí echar un vistazo a las islas. Vi el aeropuerto donde presuntamente aterrizaría; encontré la casa que me ofrecían y pude ver que no estaba lejos de la playa; hice varias veces el recorrido desde el aeropuerto hasta la casa parando en los lugares donde algún viajero colaborador había colgado una foto; y ya puestos, me di una vuelta por Pearl Harbour y por la vecina isla de Molokai. Cuando hube completado esta investigación preliminar tenía tal sensación de haber estado en Hawai que pensé que no merecía la pena hacer tan largo viaje a no ser que hubiera otros motivos. Y desde luego, tomar el sol en una playa no lo era.

Desde aquel primer viaje con Google Earth (complementado con datos y fotos de la Wikipedia) he emprendido unos cuantos más con la misma técnica y estoy empezando a preocuparme por si esta nueva forma de conocer otros países pudiera significar el abandono de los tradicionales modos de viajar con los que he disfrutado hasta ahora.

Como añoro los viajes que organizaba para el Colegio de Arquitectos, y especialmente en ellos, la agradable compañía de algunos amigos, el otro día casi me emociono cuando encontré en la biblioteca un pequeño librito que me regaló Ramón Ruiz Marrodán sobre una obra de Alvar Aalto que había descubierto él en Reykjavik. Me lo dio en el último viaje que organicé (Brasil, 2006) y me lo dedicaba como agradecimiento al viaje que bastantes años antes habíamos hecho a Finlandia bajo mi organización (1998), y que supuso para ambos un sorprendente descubrimiento de su extraña forma de concebir la arquitectura.

De Islandia yo no sabía mucho. Años atrás el arquitecto Carlos Lloret me había invitado a ver en su casa de Gerona un pase de diapositivas suyas sobre los extraños paisajes que había descubierto en aquel país. Las formas del relieve son completamente distintas a las de nuestros valles montañas y llanuras,- recuerdo que me decía-, y verlos durante días y días resulta fascinante.

Bueno, pues en honor a ambos, a Ramón y a Carlos, ayer me pasé la tarde en Islandia, primero en la Nordic House que Alvar Aalto construyó allí a comienzos de los años sesenta, y que es un edificio clónico de los que por entonces construía para el centro cívico de Seinajoki;




luego, visitando Rejkjavik, y por último, viendo preciosas fotos de los extraordinarios paisajes de la isla (http://www.visualtravelguide.com/medium/Iceland-Road-39-to-Reykjavik.html ), muchos de los cuales me trajeron al recuerdo aquellas estupendas diapositivas de Carlos (por cierto, hay una colección de un español que firma oscarvg increíblemente buena: http://www.panoramio.com/photo/123666 ).

Aunque en la misma página de los álbumes de fotos hay anuncios de compañías aéreas de bajo coste que anuncian vuelos baratísimos para estas gélidas fechas invernales, tengo entendido que es un país enormemente caro, así que, con todo lo que ya he visto, no creo que me anime a moverme.

Otra cosa es si el viaje se entendiera como una experiencia de amistad. Creo que en estos tiempos de viajes de agencia tipo secuestro colectivo, guías lamentables y algarabía generalizada (como aquel de Egipto en 2005), y con Google Earth tan a mano, los únicos viajes que valen la pena son los de la amistad.

Gracias pues, Carlos y Ramón, por este viaje a Islandia.