Ahora que ha acabado la tormenta electoral quizás sea bueno hablar un poco de política, y eso que no es tema de este blog de arquitectura. Pero como en el tema de las viviendas de protección oficial confluyen ambas cosas (política y arquitectura) y no creo que sea bueno separarlas, voy a empezar a tocar este tema tan importante como delicado.
Y lo voy a hacer con una cita de Ignacio Paricio en el último número de la revista Arquitectura Viva, número sobre el que ya he dejado una nota ya en el Cascotes: Arquitectura Viva, Vivienda Normal.
Tengo a Paricio por uno de los arquitectos más generosos e inteligentes de este país y de ello he dejado constancia en el Manual de Crítica de la Arquitectura. Pero el hecho de que publique en Arquitectura Viva y que en sus artículos haya una de cal y muchas de arena (en el tono sobre todo y en las concesiones al editor), no deja de ser una pena.
Esta es la de cal en materia de la política general de vivienda en España, una política en la que los partidos políticos que han concurrido al juego electoral apenas difieren:
"La forma tradicional que adopta la intervención pública es absurda: la venta de vivienda protegida, es decir, el regalo a unos pocos de un suelo cuyo valor en venta es superior al coste del piso. Una lotería insultante para aquellos a los que no les toca. El suelo público jamás debería dejar de serlo. Alquileres, concesiones temporales de uso, parecen caminos más adecuados. Y sobre todo, hay que ofrecer soluciones beneficiosas a todos los afectados y a todos los estratos, no sólo a los más bajos, puesto que muchos, un poco por encima de los máximos actuales, tampoco accederán a la vivienda de promoción privada”.