Preparándolos bien, los viajes pueden aportarnos no pocos frutos por anticipado. Pero si se quiere que esto ocurra, hay que huir (como de la peste) de la enorme avalancha de guías turísticas, revistas de viajes y periodismo en general, en las que todo, absolutamente todo, es igual de interesante.
En cuanto a frutas arquitectónicas, uno de mis recursos preferidos son los cuadernillos "Itinerario" que fue publicando la italiana Domus durante buena parte de los años noventa. Eran unas separatas de tres o cuatro hojas en las que se maridaba a un lugar con un arquitecto exponiendo una selección de las obras de éste en aquel con comentarios más o menos certeros y datos y mapitas de localización perfectamente fiables. Los afiliados al COAR tienen la suerte de que una buena mano los sacó de las revistas y los colocó en carpetas específicas, así que, escogido cualquier destino, es muy fácil dar con aquellos que nos puedan interesar.
Preparando el viaje a Brasil que vamos a hacer la próxima semana, di así con la figura de Roberto Burle Marx (1909 - 1994), un arquitecto - paisajista - jardinero y urbanizador completamente desconocido para mí, cuyos trabajos en los pavimentos y parques de Río de Janeiro y de algunos edificios de Brasilia parecen haber creado toda una cultura o una idiosincrasia urbanizadora en aquel país que el viajero poco avezado (y no digamos el periodista o el escritor de guías turísticas) no acierta jamás a entender ni a describir.
Tirando del hilo, encontré luego un artículo de Iñaki Abalos en el n 304 de la revista Arquitectura (bastante pesado, por cierto -como casi todo lo que escriben los arquitectos) en el que, en cuanto a influencia cultural, equipara la figura de Burle Marx con la del mismísimo Olmsted. Los compañeros que vienen a Brasil (en este viaje que también pasará a la historia por la vergonzosa negativa del COAR a apoyarlo) ya tienen en sus manos abundantes fotocopias de ese material, así que si saco esta nota en el LHD es porque este mismo verano, de garbeo por la biblioteca del COAR, me encontré con la sorpresa de que se había adquirido recientemente para sus fondos un libro con excelentes fotos y abundantísimas y coloreadísimas ilustraciones de toda la obra de Burle Marx. Sin ir más lejos, la foto de la playa de Copacabana que traigo aquí (y donde casualmente estará nuestro Hotel en Río) está sacada de ese libro.
No quisiera anticiparme a valorar su obra, pero dada la gran cantidad de anodinos jardines que se han hecho en Logroño durante los últimos años y las toneladas de losas que sin gracia alguna se han puesto, se están poniendo, y se van a poner en breve por nuestros suelos; la posibilidad de conocer y de aprender de la experiencia brasileña y de la figura de Burle Marx me parece de lo más oportuna.
Compartida la fruta encontrada, os prometo a la vuelta un poco de su mermelada.