Cuando estuve en la Expo de Lisboa en el año 1998 llegué a pensar que los portugueses eran algo así como nacionalistas catalanes pero hablando gallego. En las previsiones económicas de aquella fiesta confiaban en que fuéramos los españoles quienes les salváramos del dispendio con nuestras visitas, así que para recibirnos y para que estuviéramos contentos de sentirnos en el extranjero, pusieron los rótulos en todos los idiomas del mundo menos en español. Sólo en los pabellones de algunas naciones (recuerdo con gratitud el holandés) había algunas explicaciones en nuestra lengua. Con esa definición en la recámara y con la decepción que me causaron las cuatro o cinco obras suyas en las que he estado, (especialmente el muy feo Museo de Arte Contemporáneo de Santiago) siempre he sospechado que Siza Viera no era sino un invento de Bohigas. La única virtud que he podido apreciar en Siza ha sido la de que ha sabido moverse por los cenáculos de Europa con más habilidad que esa otra franquicia que abrió Bohigas en el País Vasco y que a la postre le costaría el destrozo de la plaza mayor de Lérida. Siza ha sido más cauto que Peña Ganchegui en su arquitectura y por lo visto más hábil en politiqueo, así que no ha parado de cosechar éxitos y amigos por todo el mundo, probablemente, pienso yo, por esa habilidad suya para hacer dibujillos que gusta mucho a los periodistas, a los beatos y a los arquitectos que no saben dibujar. (Anuncio que si me equivoco lo reconoceré públicamente; ya me pasó con Alvar Aalto, al que consideraba un tipo hosco y un bluff hasta que recorrimos su obra en aquel viaje del COAR de 1998 y me la tuve que envainar; claro que... con Aalto no necesité ni cinco obras para caerme del caballo....).
Bueno, el caso es que estos días es noticia que unos cuantos madrileños con su Agustina de Von Thyssen a la cabeza están poniendo en apuros al portugués, y el otro día apareció en la prensa junto a Gallardón con cara de pocos amigos y, como siempre, haciendo dibujillos en sus cuadernos. Todo lo que los periodistas cuentan que dijo fue algo así como que "el jurado seleccionó un concepto y que abandonar ese concepto es un cosa distinta a debatir o a dialogar. Eso no. Eso que lo haga otro equipo" (El Mundo 9my06 p54). No entiendo mucho la frase, pero deduzco de ella que él se sitúa a sí mismo por encima de los torneos de la razón, es decir, de los diálogos entre conceptos. Normal, es un Artista. Que debatan otros. Y en esas parece estar su colega del equipo Tragineros (¡?) Juan Miguel Hernández de León, a quien no tengo el gusto de conocer pero cuyas cartas de presentación nunca me han resultado muy atractivas.
Para defender el "concepto" lo primero hizo burla de la Agustina diciendo que se subiera a los árboles, y como le salió mal, se descolgó luego en El País (martes 9 de mayo) con un artículo algo cursi y muy flojito en "conceptos" (El collar de oro); sobre todo, si lo comparamos con el que el día anterior, en la misma Tribuna de Opinión, publicaba el menos afamado arquitecto Luis Felipe Alonso Teixidor titulado "Un proyecto innecesario". No era brillante Teixidor con la pluma pero con los "conceptos arquitectónicos" era demoledor y la conclusión que podía extraerse era más clara que el agua: el proyecto del Paseo de Prado es otra de tantas operaciones político-arquitectónico-mediáticas donde los arquitectos y los políticos no van a arreglar la ciudad sino a abrirse hueco en el mundo de las revistas del corazón. El problema es que esta vez se han topado con la baronesa, que en esas lides les lleva años luz y les va a dar sopas con honda. Es obvio que frente a la prensa del corazón el debate sobre la arquitectura de la ciudad no le importa a nadie. Y de ahí que Siza se agarre a lo del concepto, concepto, el concepto; que no me toquen el concepto….