No todo se puede decir; y mucho menos, escribir. Entre otras muchas cosas, la convivencia es un pacto tácito de silencios.
Charlando una vez entre arquitectos cuando aún coordinaba elhAll, recuerdo que al oír un comentario incisivo sobre otro compañero alguien dijo: "ten cuidado porque luego va Juan y lo publica" ….. Vaya hombre -he pensado luego muchas veces al recordar ese comentario maledicente-, cómo si yo no me callara cosas…; miles de cosas oídas durante todos estos años de convivencia entre arquitectos.
Lo que ocurre es que siempre he pensado que si los silencios se agrandan más de lo justo, la convivencia degenera en cementerio; o cuando menos, en rebaño. Somos personas porque nos contamos cosas; y construimos sociedades civilizadas porque usamos la palabra pública, y no el murmullo ni la violencia de los actos (entiéndase, acuerdos de Junta, por ejemplo), para el noble combate entre las distintas formas de ver las cosas.
Reflexiono estas frases porque, a propósito del contenido del LHDn5, Luis Ortiz de Zárate me escribía el mismo miércoles 10 de mayo una breve carta en la que me que señalaba que el artículo "Nuestros Modernos" parecía estar escrito desde mi "resquemor" a Domingo García-Pozuelo.
Nada más lejos de mi forma de ver las cosas, le respondí de inmediato: los más viejos del Colegio puede que recuerden con regocijo que en la primera Asamblea que hubo después de que se publicara la Guía de Arquitectura, me levanté indignado para protestar por las bobadas que se decían en ella (concretamente arremetí contra la interpretación que se hacía de los Laboratorios Orive), y para llamar ignorante a su autor. Era muy joven entonces, casi un salvaje, así que las benevolentes sonrisas de mis compañeros mayores me enseñaron que si tenía que vivir con mis compañeros no podía ir por ahí diciendo esas cosas.
Como he escrito abundantemente (y más que lo voy a hacer), soy consciente de que en muchos casos habré traspasado el límite de lo prudente, pero también puedo decir con orgullo que aquellos a quienes más he podido herir con mis comentarios críticos hoy me saludan con el aprecio de quienes saben que siempre lo he hecho desde la nobleza del campo de batalla y no desde la inquina personal o la maledicencia sibilina e interesada.
No es el caso de lo que ahora ocurre con los miembros de la Junta de Gobierno y su Decano a la cabeza. Con el acuerdo de febrero del 2005 sobre elhAll se quebró gravemente la convivencia conmigo, porque como razoné ampliamente en mi respuesta (v Ya saldrá el Jol, elhAll 89 p 4) la Junta confundió un debate personal con un acuerdo institucional. Y aunque he esperado más de un año a ver si se daban cuenta del error o hacían gestos por recomponer esa convivencia rota, he podido constatar varias veces que no era ese su deseo: el rechazo a presentar públicamente mi Manual de Crítica, el desprecio a mi propuesta de organizar un nuevo Viaje Colegial, el desinterés por el seguimiento del trabajo de la Guía de Arquitectura que me habían encargado previamente, la complicidad con el director de La Rioja en el silenciamiento cultural de mi persona, y finalmente (trascendiendo de mi persona al colectivo) el ninguneo que se me ha hecho al no invitarme a participar en la Jornada de Celebración con el Consejo Superior (v LHD8), son muestras inequívocas de que no están por recomponer la convivencia conmigo, sino al contrario, por ahondar las distancias y la ruptura.
He esperado algo más de un año, insisto, pero con el episodio de las últimas elecciones (v LHD 3) los plazos se han acabado. La convivencia se ha roto definitivamente y el posible "resquemor" (restos de la quemazón) del golpe inicial se ha apagado del todo. Si Domingo y su Junta dan muestras tan evidentes (otro día os contaré otra cosa....) de negarme la convivencia, yo no puedo cambiar eso.
Volviendo a las reflexiones iniciales, el círculo lógico me lleva a concluir que si no hay convivencia tampoco hay pacto tácito de silencios. Ahora tengo la lengua suelta (o más bien absuelta, como decía Canetti en sus memorias) para decir lo que quiera sobre la Guía anterior, sobre Domingo, y los miembros de su Junta. Y sin resquemor alguno.