jueves, mayo 18, 2006

11. SERT EN BOSTON



Una de las veces que más eché en falta el cuadernillo hC de elhAll durante el año pasado fue a la vuelta de una estancia en Boston en la que recorrí buena parte de la obra de Sert y en la que, al paso, fui encontrando no pocos ejemplos de los lamentables efectos de su "magisterio" en la ciudad.

Los estudiantes de los setenta siempre tuvimos muy cerca sus dos etapas extremas, es decir, las primeras obras con la cuadrilla de LeCorbu y el Gatepac, y su retorno triunfal a Barcelona con la Fundación Miró en Montjuich, arquitecturas ambas que siempre se me antojaron algo distantes. Su gran etapa central de Boston era más lejana aún, así que para hacerse una idea o para sentir sus valores era más que necesaria una visita.

Como estos articulillos o cartas del LHD no dan para más, pondré unas pocas fotos y contaré las conclusiones que saqué de mi pequeña investigación sin entrar en más descripciones o argumentos.

Mirando en positivo, creo que Sert aporta a Boston, y especialmente a Harvard, algo así como una alegría o un revulsivo a la modorra tradicionalista anglosajona. Los edificios de Sert en Harvard tienen una volumetría juguetona, unas invenciones de huecos divertidas y unas combinaciones de materiales muy novedosas con toda la gracia y el desparpajo de los experimentos del neoplasticismo de entreguerras pero utilizados a otra escala y en ámbitos tan comprometidos como un campus muy conservador o como en las amplias perspectivas del río Charles.

Por el lado negativo, hay que decir que en los interiores siempre se echan en falta espacios interesantes o emotivos. Por usar la famosa interpretación de Zevi, Sert sería más un escultor que arquitecto, aunque como digo en mi Manual de Crítica yo no estoy muy de acuerdo con esa simpleza (¿cómo habría que llamar entonces a todos esos escultores a gran escala o a todos esos "peleteros" que llenan en los últimos tiempos las revistas de arquitectura?). Sert es, en ese sentido, un arquitecto limitado o algo incompleto y no hay que darle más vueltas a la cosa.

Señalado lo bueno y lo malo, ahora cabe decir que lo peor de Sert en Boston es el magisterio de su obra, es decir, los edificios de sus admiradores, epígonos, competidores o alumnos; quienes, incluso, por seguir en la línea del maestro de Sert, también rindieron culto a una de las peores obras de Le Corbusier que yo haya visitado nunca: la que construyó en el mismo campus de Harvard. Hay en Boston unos cuantos edificios feísimos y desolados de volumetrías torturadas y con hormigón por doquier que es muy fácil emparentar con las obras locales del director de Harvard y con la de su maestro: desde el propio Ayuntamiento de la ciudad, hasta grandes hospitales, parkings y edificios públicos, pasando por el más significativo o el más influyente de todos ellos: la propia Escuela de Arquitectura de Harvard.

Algunos dirán que uno no es responsable de la obra de sus imitadores, pero cuando se es a la vez arquitecto y director de la Escuela de Arquitectura más prestigiosa de la ciudad, y quizás del mundo, ese juicio podría ser muy benévolo.