Cuéntase de John Ruskin que cuando se casó y vio el vello púbico de su mujer, le dio asco y no quiso saber nada de sexo. Hasta entonces sólo había visto los pubis blancos e inmaculados de las venus y afroditas de mármol, así que la realidad le pareció fea y obscena. Algo parecido pero al revés nos pasó a algunos arquitectos cuando salimos de la Escuela a mediados de los setenta. Imbuidos en la creencia de que la arquitectura tenía que ser siempre blanca y con las ventanas cuadradas, cuando salimos a la calle y vimos que las casas de verdad tenían múltiples variantes decorativas, nos entró una afición morbosa por esa otra arquitectura prohibida. Fue así como me aficioné a la decoración.
Hacia el final de los años ochenta salí un día con la cámara de fotos a capturar los esgrafiados que pudieran quedar por Logroño y di con una casa que tenía un gran jarrón en la fachada adornado con una aparatosa orla. Disparé y guardé el trofeo en un cajón. No sé si fue antes o después de que me diera por hacer un esgrafiado en una de las pocas casas que he construido, pero…, ay, me temo que si lo relaciono con eso voy a acabar contando mi vida como en el asunto de las letras y el polideportivo de Nájera. (LHD 74 y 75). Y no es ahí a donde iba.
El caso es que hace unos meses, haciendo un rastreo casa a casa de todo el casco antiguo de Logroño para la Guía, estuve buscando la casa del jarrón y no di con ella. Les enseñé aquella vieja foto a los funcionarios y a los colegas investigadores del Archivo Municipal, y aunque no me dieron su localización exacta me pusieron sobre la pista de que estaba más o menos en Rúa Vieja cerca de la calle Mercaderes. Pidiendo expedientes de proyectos y de derribos, di con la localización exacta, Rúa Vieja 21, es decir, justo pared con pared con el edificio de la Reja Dorada y al otro lado de la casa de Agapito del Valle que ahora se quiere tirar y que saqué en el LHDn33 (Única Actitud).
La casa de Rúa Vieja 21 se derribó en 1998 (¡hace cuatro días!), y en el Archivo Municipal me localizaron el proyecto de demolición. Lo redactó el arquitecto jefe de la Oficina de Rehabilitación Municipal (¿o debería llamarse Oficina de Demolición Municipal?), Jesús González Menorca, quien tuvo el detalle de hacer un buen levantamiento de planos y un estudio fotográfico de su ruinoso aspecto antes de dar la orden de ejecución (y nunca mejor dicho). Pero lo que no hizo, y eso me parece lamentable, fue indagar mínimamente sobre los autores del edificio o su fecha de nacimiento. Qué menos.
Dejo abierta la historia de Jesús González Menorca al frente de la Oficina de Rehabilitación sobre la que me gustaría seguir recabando datos. Lo cierto es que en los casi veinte años que ha estado bajo su dirección, el Casco Antiguo en buena parte ha desaparecido, y en otras partes se ha transformado en un falso remedo de sí mismo. Hace ya dos años que pidió la excedencia para volver a ejercer la profesión liberal, y hace más cinco que se le ve en la órbita del decano García-Pozuelo, llevando la dirección de las Jornadas de Intervención en el Patrimonio y sentado junto a él en su Junta de Gobierno. Vamos, que está bajo sospecha y que mucho tienen las cosas que cambiar para que pueda ser mi amigo.
Cierro la nota de Rúa Vieja 21 con los datos que no buscó Menorca. La casa que tiró era de Fermín Alamo, y su proyecto está fechado en 1930 para doña Nieves Meurice. Doña Nieves no debió de ser un cliente fácil pues hay otro proyecto de 1928 del propio Fermín Alamo encargado por la misma señora, en el que nuestro insigne arquitecto intervenía en la antigua casa de planta medieval arreglando los espacios de la cubierta y creando un divertido acceso en galería por la mismísima calle Rúa Vieja. Como no se hizo así, el proyecto de 1930 es poco menos que un tampón de casa burguesa con dos viviendas por rellano organizadas en alforjas para el que don Fermín no se tomó ni la molestia de adaptarlo a las irregularidades del solar. Respecto a la fachada, tampoco hay mucho trabajo de creación y nada del gran esgrafiado del jarrón. Lo que sí hay en el Archivo es otro expediente de arquitecto y propietaria en ese mismo año por el que se reforma la fachada para hacer una planta ático con el acabado amansardado que tan de moda estaba por entonces en Logroño (!). Más reformas debió de haber que no constan en el Archivo hasta llegar a la configuración final de la casa. En 1935 doña Nieves había cambiado de arquitecto, pues le encarga a Agapito del Valle un “proyecto de refuerzo de la fachada” que hace pensar que la obra no había ido muy bien. Y a partir de ahí el silencio.´
Es una pena que trabajando durante veinte años en el casco antiguo en proximidad con los vecinos, propietarios, inquilinos y jubilados de todo tipo que contarían muy a gusto la historia de sus casas, González Menorca no haya dejado información alguna de provecho para entender un poco mejor la arquitectura de esta ciudad. Dicen que durante dos años trabajó mucho para una tesis doctoral sobre Luis Barrón, y que hasta pidió un cambio de horario laboral para poder ir a trabajar al Archivo por las mañanas. Si algún día publica algo, a lo mejor empiezo a cambiar mi desafecto por él.