Entendido que la pintura abstracta es una pintura que se pinta a sí misma, su valor decorativo es innegable.
Siguiendo los métodos de la Bauhaus, lo primero que les pido a los futuros decoradores es que hagan pintura abstracta. Y hay que ver lo bien que lo hacen. Todos los años (desde hace ya más de quince) les propongo que hagan una “composición” con punto y línea, luego otra con manchas y formas geométricas, y finalmente una o dos más con líneas, manchas, texturas y hasta color. Y como vengo haciendo fotografías de sus trabajos antes de devolvérselos, estoy seguro de que tengo una de las más grandes y mejores colecciones de arte abstracto del mundo. O como se dice ahora, un “banco de imágenes” fabuloso. Pongo cuatro pequeñas imágenes de muestra ahí arriba porque esto de subir muchas fotos a blogspot es complicado, pero si algún día me quedo sin tema para escribir, siempre podré echar mano del “banco” para ir colgando una a una y deleitar a mis visitantes.
Atemorizados ante la lógica dificultad de la representación figurativa, los adolescentes despliegan una gran creatividad en cuanto les dices que garabateen libremente un papel. Se diría que todavía tienen fresca la infancia y que aún pueden recuperarla.
La identificación entre pintura abstracta e infancia no es nueva: Pablo Picasso solía decir que a los diecisiete años ya pintaba como Velázquez pero que a los noventa no había conseguido pintar como un niño. También recuerdo la anécdota del pintor abstracto Sadurní Pons que cuando se quedaba sin inspiración iba a casa de su amigo Joan Isart y le pedía que le dejara ver los dibujos de su hija para cargar las pilas.
Como complemento a los ejercicios de otoño sobre arte abstracto, en febrero solemos llevar a nuestros futuros decoradores a ARCO y se lo pasan en grande, pues a diferencia de toda la gente que aún sigue quedándose perpleja ante la pintura abstracta, ellos se sienten allí como pez en el agua. Excepto los precios de los cuadros, lo entienden todo. El comercio de la pintura abstracta y la producción de artistas de la pintura abstracta, -les tengo entonces que explicar- son asuntos que a nosotros ya no nos competen: son cosa de economistas, periodistas, agentes, galeristas, chamarileros, historiadores del arte, banqueros, etc. es decir, un mundo bastante ajeno al nuestro. Un mundo muy abstracto; mucho más abstracto que el de nuestras líneas y manchas.
Entre la pintura abstracta y la arquitectura suelo establecer el mismo paralelismo que entre la gimnasia y el juego con balón. Cuesta admitir que para meter goles o canastas haya que hacer abdominales o estiramientos, pero finalmente todos lo aceptan de buen grado. Le Corbusier nos brinda un ejemplo impagable. El solía decir que el secreto de su obra arquitectónica estaba en los tranquilos ejercicios con manchas, líneas y colores que hacía por las tardes; es decir, en su obra pictórica, en su pintura abstracta.
Diríase entonces que la decoración tiene su espacio vital entre la pintura y la arquitectura. En las visitas anuales a ARCO también nos llaman mucho la atención muchos cuadros que no son sino simples texturas. Los ejercicios de texturas los solíamos hacer en el segundo trimestre, justo por las fechas en que íbamos a ARCO. Ahora, con el nuevo plan de estudios, los estoy dando de un modo alternado con los de composición abstracta, y eso nos está permitiendo entender mejor el papel que tendrán cada uno de ellos en los futuros proyectos. Se consigue un continuum en el que no es fácil ver donde acaba la significación del despiece de un suelo, donde entrarán en juego los colores del techo, o donde comienza el protagonismo de los cuadros abstractos colgados de las paredes.
Los arquitectos modernos pensaron que la pintura abstracta iba a heredar toda la significancia de la pintura figurativa y optaron por pintar todos los paramentos de blanco. Inventaron así el estilo “galería de arte de pintura abstracta”, pero arruinaron la decoración. La pintura abstracta es muy bonita pero significa muy poco. Es poco más que pintura. Así que lo mejor es volver a entenderla como decoración. Es decir, tal y como vino al mundo.