jueves, junio 14, 2007

ISLA CRISTINA (1)


Al prometer ayer un álbum veraniego sobre “la nueva arquitectura en Ribafrecha” me acordé que el año pasado viajé en mi primera semana de vacaciones a Huelva, y que tenía un buen dossier de “nueva arquitectura onubense”, obtenida principalmente en Isla Critina, Lepe y la capital de la provincia. Yo iba de playa, nada de trabajo, pero estas cámaras de fotos digitales, es que se disparan solas y te arruinan las vacaciones. Allí en la otra esquina de España la arquitectura está tan boyante como aquí, y eso anima mucho (a no trabajar, claro).
Me dejo de rollos y os enseño las fotos. La primera imagen que hizo que mi cámara se me escapase del bolsillo fue la de esta doble puerta postmoderna y rociera con muchos registros decorativos alrededor para las instalaciones. No esta mal ¿verdad? Es como la expresión de nuestro bipartidismo, aunque no sepamos muy bien a quien adjudicar cada una (mejor no saberlo). Fuera como fuese, la imagen también muestra que las puertas de los garajes se resisten al juego estético político.



Dos puertas más adelante descubrí que había mayoría absoluta, pero el doble juego de curvas remarcadas en cotegrán, original del arquitecto, seguía ahí para orgullo de la profesión. Al volver a ver la foto me he alegrado de la presencia del motorino y los cristales espejo, por el aire de modernidad que le dan al lugar.


Para adelantarse a las posibles desviaciones decorativas de los clientes, el arquitecto de esta fachada pensó que lo mejor era dejar recogidas sus veleidades haciendo lo que Grassi llamaba “una arquitectura abierta al tiempo y al lugar”. La casa parece así recoger las huellas del paso de los estilos y las generaciones, el crecimiento orgánico hacia arriba, viejos y nuevos materiales, etc. Obsérvese también la contribución del ayuntamiento a la riqueza ornamental del lugar con la farola fernandina, que casualmente me salió sobre el fondo de la carpintería miesiana de la caja de la escalera.

Isla Cristina es villa marinera y como la inspiración corbuseriana está tan a mano, no podían faltar ejemplares arquitectónicos de esta estética. Por si el viandante no estuviera versado en que la modernidad vino del mar, el arquitecto le dio un toque venturiano al zócalo de la casa pintando unas olitas.

Estando de vacaciones no iba a ponerme a indagar si el arquitecto de la nueva iglesia era el mismo que el del híbrido corbuseriano-venturiesco que acababa de fotografíar pero es obvio que el campanario en proa tiene un aire al edificio anterior. El resultado no es tan feliz, sin embargo, porque se ve que el juego de escalas entre la puerta, el ventanal de la escalera y los huecos de la casa parroquial no le acabaron de encajar compositivamente. Con todo, no se puede negar que es una notable muestra de nuestra arquitectura más contemporánea, culta y esforzada.


(continuaré mañana si es que el contador de visitas no se me rompe)