Qué sencillo le hubiera sido saludar, parar y preguntarme, que si quería saber algo sobre el edificio que estaba yo tan atentamente observando algo me podría él contar.
Fue el viernes 12 de mayo a eso de las dos del mediodía. No había apenas nadie en la calle peatonal San Agustín y llevaba yo un buen rato plantado en mitad de la calle tratando de hacer una foto para mi “guía” de Logroño de la curiosa casa que hace esquina con Capitán Gallarza, cuando vi que el Decano del COAR y presidente del PARTAL Domingo García-Pozuelo pasaba justo a mi lado mirando al suelo y acelerando el paso. No era la primera vez que Domingo hacía como que no me había visto para evitar el saludo. Desde que redactó aquel acuerdo infame que cerró la séptima época de elhall ya me lo había hecho una vez en el paso de peatones de Vara de Rey, debajo de la casa del Torero, y otra en el propio Colegio de Arquitectos. Por eso, cuando el 30 de mayo escribí en positivo el LHDn19: SALUDOS, aunque no lo mencioné, ya tenía presente su lado negativo: los no-saludos.
Pero dejemos a un lado la anécdota para entrar en la investigación. La casa de San Agustín 1 me había llamado la atención por la curiosa mezcla en fachada de elementos de la arquitectura de empaque de los cuarenta y algún que otro eco racionalista y regionalista. Por afinidad con algunos elementos de esta forma de diseñar llegué a pensar que podría ser de José María Carreras, pero al encontrar el expediente original en el Archivo Municipal de Logroño, descubrí que era de Agapito del Valle, en 1945, para Marcelino Arrieta. En el primer contraste entre el proyecto y el edificio construido me llamó la atención que los ojos de buey que hay antes de la última ventana junto a San Agustín 3 no estuvieran en el proyecto original.
Todo se aclaró cuando siguiendo los avatares arquitectónicos del inmueble, descubrí que en 1990 José Ignacio Rodríguez y Domingo García-Pozuelo firmaron una rehabilitación completa de la casa para Logroño Promociones SA, en la que se añadían esos ojos de buey como ventanas de habitación de una de las oficinas que habían sacado donde antes hubiera viviendas. Un cambio de uso radical y un hueco muy especial.
Pero el proyecto de Domingo y José Ignacio contenía mucha más información porque la rehabilitación se hacía, no sobre la fachada original, sino sobre una alteración posterior, la de los famosos Almacenes San Bernabé, que al parecer no les gustaba mucho. Esto es lo que decían en la memoria (cito textualmente): “La intervención se centra en lo siguiente: por una parte la restauración de la fachada proyectada por el Arquitecto Don Agapito del Valle, y la recuperación de la parte ocultada por una intervención que en la entreplanta, dio un carácter de funcionalismo torpe, bajo el signo de una modernidad mal entendida, a toda la parte baja del edificio”. De los dos arquitectos que firman el proyecto, y a la vista de otros escritos, ya imaginamos quien redactó la memoria.
Para completar la investigación sólo me quedaba saber quién podría ser el arquitecto del “funcionalismo torpe” y la “modernidad mal entendida”, así que pedí el expediente de la reforma de la entreplanta para la ampliación de la tienda de la planta baja, y cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí que era ¡del mismo “don” Agapito del Valle!, en 1966, para los Hijos de Marcelino Arrieta, esta vez firmada al alimón con su hijo Félix del Valle, quien posteriormente sería compañero de despacho de José Ignacio.
La historia es tan jugosa, y las deducciones que pueden hacerse sobre la miseria teórica, documental, argumental y profesional del presidente del PARTAL tan evidentes, que es preferible que las haga ya el lector a partir de los datos que aquí le doy.
Y así yo me vuelvo a la anécdota y a pensar en miserias más humanas y profundas, es decir, en lo tontos que somos en provincias, cuando no aprovechamos las posibilidades de aclarar, en esos habituales encuentros callejeros que las pequeñas ciudades nos proporcionan, buena parte de nuestras diferencias personales.
(Para quien quisiera profundizar en la historia, le puedo pasar digitalizada toda la documentación gráfica de la misma).