CUEVAS URBANAS
Al hablar de que mi apoyo cultural en asunto de cuevas es el de los amigos de la Piedra de Rayo (v nLHD039) decía que yo era un completo ignorante en la materia, pero no es verdad. Sé mucho de cuevas; aunque no rupestres, claro, pero sí urbanas.
Os enseño una como muestra en el post de hoy. Encontré cientos de ellas al hacer la Guía de Logroño pero, como todo en la vida, siempre hay una primera que te conmociona y que despierta tu interés por el tema. Pongo la planta, la fachada y su localización. Está en la calle Valcuerna 2, es decir, en pleno centro de Logroño.
El proyecto es de Jaime Carceller en 1955 y lleva por título “12 viviendas para Jesús Torralba”. Poco se sabe de Carceller en Logroño y nada serio hay publicado. En la extinta Guía de Arquitectura del COAR ni siquiera existía este arquitecto, así que alguna vez llegué a pensar en corregir este olvido con un artículo elogioso sobre alguna de sus obras más vistosas (que las tiene). Por suerte para mí, esa labor ya la hecho Gorka Pérez de la Peña en su publiguía (Brico Depot /Diario La Rioja) diciendo de él (pag. 82) que “practicó la lectura más original de la modernidad de los cincuenta en la arquitectura riojana…”. Pues sí; tendrá razón: no hay más que ver la cueva que aquí muestro para ver hasta donde llegó su originalidad.
La fachada ya es moderna de por sí. Para solucionar la oblicuidad de la parcela adelantó un balcón más que otro sin girarlos respecto (con respeto) a la calle, así que el encuentro compositivo de la planta baja con los pisos superiores produce más vértigos de modernidad que los de un Gerhy o una Hadid.
Pero lo que a mí me acongojó cuando la encontré, fue imaginar la luz y ventilación que deben de tener las habitaciones de las viviendas de los pisos interiores, especialmente, las del primero o el segundo.
Cierto es que las calles han dejado de ser un lugar de vida e interés, pero por su propia urbanidad siempre tiene uno esperanza de encontrar algo en ellas. Por ello, un piso sin vistas a la calle, -una vida sin esperanza-, es algo muy duro de soportar. Lo digo por experiencia porque he vivido más de tres años en uno de ellos. Eso sí, en aquella vivienda interior que no daba ni tan siquiera a un patio de manzana, por lo menos había luz y sol, pues estaba en el último piso; pero en éstos de Carceller (arquitecto) y Torralba (promotor) de la calle Valcuerna 2, no deben entrar ni las moscas.
Cucarachas sí, seguro. Con lo tenebrosos que me los imagino, estarán en su habitat natural. Así que sólo de pensar que pueda vivir ahí una familia, con la que seguramente me cruzo de vez en cuando por la calle, me hace sentir nauseas de la colaboración de mi profesión en la creación de semejante habitat, es decir: en la ordenación racional de tan singular, original, y moderna, cueva urbana.