martes, mayo 22, 2007
CRÍTICOS
Si la arquitectura va mal no es sólo por culpa de los arquitectos que la hacen sino por la pésima crítica tiene. Mientras que el calificativo más apropiado para la arquitectura de nuestro tiempo es “desnortada”, el que más le cuadra a la crítica de arquitectura es el de “cursi”. O sea, pretenciosa, hueca, banal, y hasta boba.
Como las revistas de arquitectura son minoritarias y se dedican a la mera exposición de proyectos y obras, y los periódicos sólo dan noticias de arquitectura cuando se parecen a los sucesos, el lugar de los comentarios de arquitectura con amplia repercusión social y profesional parece ser el de los “suplementos culturales” de los grandes periódicos.
Luis Fernández-Galiano es un clásico desde hace años en las páginas del Babelia de ElPaís; tanto es así que la cursilería de la crítica de arquitectura parece ser un invento suyo. No me cebaré más con él pues ya lo hice en bastantes páginas del Manual de Crítica. Cuando sus muchas ocupaciones internacionales no le permiten acaramelar una nueva entrega, deja el hueco a Anatxu Zabalbeascoa, cuyo oficio es menos cursi, pero más servil. Echa incienso como un monaguillo. De vez en cuando el Babelia nos da una sorpresa con la inclusión de un nombre nuevo, aunque parecido contenido. El pasado 12 de mayo, por ejemplo, Iñaki Abalos reseñaba un museo que Diller y Scofidio (debe escribirse Diller+Scofidio para quedar más pijo) han construido en Boston, y escribía:
“… han sido siempre suficientemente inteligentes como para elegir sujetos arquitectónicos tratados críticamente, desde una actitud que bien podría referirse a la “filosofía de la sospecha” foucaltiana, poniendo énfasis en la reconstrucción de los mecanismos de control y poder con los que las distintas instituciones construyen sus miradas”.
Lo que hay que saber para escribir eso, ¿eh? ¡qué tío!
Yo no sé mucho de la filosofía de la sospecha, pero El Mundo siempre me ha parecido un periódico sospechoso. Siempre amenaza y nunca da para que compres el ejemplar del día siguiente. El otro día leí en un blog una crítica muy acertada de ese periódico: “en materia política se puede leer pues acoge tendencias variadas, pero en el resto, -decía el post- y en especial en materia cultural, es tan progre e infumable como los demás”. El “crítico” de arquitectura (por llamarlo de alguna manera benevolente) de El Cultural de el Mundo, que sale los jueves, es un tal Antón García-Abril sobre el que aún tengo dudas si es más cursi que incompetente o más monaguillo que Anatxu. Hace unas semanas posaba junto a Moneo visitando… a solas…, el Museo del Prado, y casi me da un pasmo al verle. Es tan mono como sus críticas.
Las únicas esperanzas que me quedaban las deposité en el suplemento ABCD del ABC que como el Babelia, sale los sábados, y que como lo regalan con La Rioja, pues se lo puede uno permitir. (Por supuesto, los sábados siempre compro La Rioja para no perderme la “crítica” de nuestro experto local en arquitectura Pablo Alvarez). El ABCD me ha sorprendido más de una vez con comentarios ligeramente desviados de la línea cursi, aunque claro, eso no es fácil en estos tiempos, y las más de las veces acabe cayendo en la línea banal de la publicidad en que lo mismo se puede decir una cosa que la contraria, que con colonia todo queda bien. Un tal Fredy Massad, por ejemplo, escribía el 12 de mayo:
El chileno Mathias Klotz desarrolla una labor que tiene muy presente el entorno y la manera de experimentarlo. Sus proyectos participan de la sencillez y del deseo de transformar lo arquitectónico en un acto vital. La arquitectura de Mathias Klotz trasciende cuestiones acerca del lenguaje y el reconocimiento de adscripciones o herencias estilísticas sobre las que a menudo se interpela. Su obra está imbuída de un carácter personal que tiene que ver con el paisaje y la posición geográfica, pero sobrepasa estos factores.
Y así hasta el infinito… Qué bonito ¿verdad?
Cuánto nos orientan estos críticos. Sobre todo si tenemos en cuenta los edificios que se comentan. He puesto arriba las dos fotos que se corresponden con las críticas que he citado para que se vea su relación con los textos y su semejanza entre sí.
Y acabo con la misma letanía: con una historia escrita en estilo historia, huérfanos de teoría, y con esta crítica ¿qué vamos esperar de la arquitectura?