Que no me guste la forma de escribir sobre arquitectura de Gabriel Moya (v ASI SE ESCRIBE NUESTRA HISTORIA), o que su obra sea nociva para la propia historia de la arquitectura, no quiere decir que yo no le esté muy agradecido. Sólo he coincidido personalmente con él en un par de ocasiones (un Coloquio de Historia y una excursión organizada por los Amigos de los Castillos en la que a él le habían invitado para explicar la torre de Sajazarra y a mí la de Anguciana) y en ninguna de las dos pude darle las gracias porque me pareció un tipo con una pose chulesca, -como muy engreído de sus saberes-, y por tanto muy antipático; así que ni siquiera tuve el ánimo de saludarle. Pero sin embargo tengo que reconocer que su librito “El modo vasco de producción arquitectónica en los siglos XVI-XVIII” despertó mi admiración por las iglesias de salón riojanas (hallenkirche) de tres naves a igual altura, y que tiene ganado mi agradecimiento.
El deseo de catalogación de que hace gala Moya en el intento de explicar el rico muestrario de iglesias riojanas, -lo mismo en la obra mencionada que en “La Arquitectura Religiosa del siglo XVI en La Rioja Alta”-, hace que las hallenkirche ocupen un lugar más del catálogo, como si no hubiera gran diferencia entre unos tipos y otros. Para un historiador del arte, mayormente preocupado por la nominación de todos y cada uno de los detalles escultóricos de la arquitectura o de todo el aparato decorativo posterior (retablos, coros, púlpitos, crucifijos, etc.) la diferencia entre los distintos tipos espaciales no parece ser excesivamente relevante; pero para un arquitecto formado en la lectura de espacios a través de todas las experiencias del siglo XX y de interpretaciones como las del gran libro de Zevi, las hallenkirche están muy por encima de todas las demás.
Tan confusa es la exposición de Moya en sus dos libros que todavía no tengo muy claro si las hallenkirche son todas las iglesias más o menos “amplias” del siglo XVI o si ese término es el específico para denominar a las iglesias de tres naves a igual altura. La diferencia entre unas iglesias y otras es de tal calibre que no cabe confundirlas mas que por la proximidad temporal o decorativa, así que mientras no lo aclare mejor que en la pág. 315 y 316 de “El modo vasco…”, yo voy a reservar aquí el término de hallenkirche para las iglesias de tres naves a igual altura pues son las que causan mi mayor admiración.
La erudición de Moya en materia de hallenkirches es indiscutible, pero a la hora de ponerla por escrito resulta confusa y verborreica, así que en poco más de dos páginas pasa del origen remoto de esta tipología, (catedral de Poitiers e iglesias del Poitou francés), a las construidas sistemáticamente en Alemania durante el siglo XIII y XIV sin mencionar ningún ejemplo (y eso que es allí de donde toman el nombre), para soltar a continuación una letanía de ejemplos españoles de lo más variopinto y sin orden alguno. Resulta así difícil comparar nuestras pequeñas iglesias de pueblo con los grandes modelos; pero en fin, eso es lo que hay y lo demás habrá que ir descubriéndolo poco a poco.
En cuanto al material gráfico, la aportación de Moya y su equipo son esas lamentables plantas de arquitectura del Inventario en las que una estructura básicamente muraria se representa sin dibujar los muros (!!!). Cierto que las nervaduras de las bóvedas pueden llegar a ser espectaculares, pero de ahí a no dibujar la caja de muros y contrafuertes que envuelve el espacio interior, o pasar olímpicamente de las secciones, va un largo trecho: seguramente el que separa el punto de vista del historiador del punto de vista del arquitecto. Como muchos arquitectos han trabajado en todas estas iglesias haciendo obras en los tejados o rehabilitaciones varias, y como la mayor parte de ellos tienen hecho un levantamiento de planos bastante más completo de las mismas, sería muy de agradecer que algún organismo se animara a editar una recopilación de sus planos. Sin ir más lejos: el archivo de Gerardo Cuadra se me hace a mí tanto o más sugerente que su celebrada obra.
Pero como no es cosa de pedir, sino de dar, voy a ver si por lo menos despierto en mis admirados lectores la pasión por las hallenkirche a base de contarles mis visitas e impresiones.
Como hoy ya he escrito mucho y no quiero aburrir, os dejo con la “planta” del inventario del equipo de Moya y con cuatro fotos de una de ellas, la parroquia de la Natividad de Arenzana de Abajo. Y otro día entraremos en valoraciones y mejores disquisiciones.
(Por cierto, si os animáis a visitarla, lo más probable es que la encontréis cerrada. Últimamente los propietarios tienen un horario muy restringido y parecen haber tomado la decisión de que sus templos no son lugares de oración (o de contemplación) sino sólo casas de culto, así que abren nada más cuando el cura dice misa. Si queréis ver la iglesia de Arenzana de Abajo fuera de horario de misa, tenéis que preguntar por la casa de Pedro Moral (fácil de recordar, porque se llama como el anterior decano del COAR). Es un hombre muy amable y seguramente os la enseñará).
(¡Ah! no lo olvidéis: también tenéis otra foto de la iglesia de Arenzana en el post PEDIR PERDON … )